Falta de gasolina paraliza el transporte y pone a caminar a las comunidades de las zonas populares

paraliza el transporte

La pandemia del COVID-19 exacerba la crisis del sector. Choferes denuncian que las restricciones en el suministro de combustible los obligaron a resguardar las unidades en rutas que cubren Pérez Bonalde-Centro y Baruta-El Hatillo, lo que mantiene inoperativas más de 50 líneas en la ciudad. Usuarios denuncian que conductores piratas se aprovechan y cobran hasta 50.000 bolívares por pasaje en rutas cortas y troncales.

Caracas. Para los habitantes de Catia, en el oeste de la ciudad, movilizarse cuando salen a la calle es un dilema. A mujeres embarazadas, ancianos, adultos y jóvenes les toca hacer largas caminatas con bombonas de gas, bolsas de mercado y garrafones de agua a cuestas. Es la opción que les queda, porque son pocas las camionetas que pueden prestar servicio en cuarentena.

Los conductores denuncian que las restricciones en el suministro de combustible y la falta de acuerdos con el gobierno los obligaron a dejar de trabajar en las zonas populares y también en el este, donde las vías permanecen desoladas y las líneas paralizadas hasta en 90 %. 

Los piratas hacen su agosto 

Pese a las circunstancias, esta semana del 20 de abril los camioneteros salieron a cobrar 10.000 bolívares por tarifa (sin aprobación en Gaceta Oficial), pero con los bancos cerrados son pocos los pasajeros que disponen de efectivo para pagar, lo que ha suscitado queja y malestar, especialmente de quienes viven en zonas altas y rutas troncales, donde hay una paralización casi total de la flota que se abastece con gasolina. 

Ante esto, los choferes de unidades piratas sacan provecho. Hasta 50.000 bolívares cobran por pasaje en rutas cortas, luego del mediodía.

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Foto: Tairy Gamboa

Elina Santander tiene 60 años, es vecina de las Lomas de Urdaneta y vive en el bloque 10 de la urbanización, uno de los más altos del sector. Cuando le es permitido salir a comprar, los lunes, jueves, viernes y sábados, camina hasta el mercado y se devuelve a pie, pues no tiene efectivo para pagar la tarifa que le cobran los choferes. 

En el trayecto se lleva más de una hora, lo que repercute en su salud, porque es hipertensa y padece de la circulación. Todos sus hijos se fueron del país y no hay quien la ayude. Además de ella, hay otros 10 vecinos de tercera edad en una situación similar. 

Aquí no se ve transporte, y los pocos que suben cobran lo que les da la gana. Los coágulos en las piernas no los aguanto. Para los personas enfermas, mayores y discapacitadas en zonas de difícil acceso, esto es un castigo, dijo Santander. 

Crisis en ascenso 

Hugo Ocando, presidente del bloque oeste de transportistas, explicó que desde que empezó la cuarentena las fallas de transporte se acentuaron en las zonas periféricas, donde prestan servicio unidades antiguas y jeeps que se abastecen de gasolina. 

En el oeste aún operaban 38 líneas de transporte antes de la pandemia, pero ahora, con la paralización, ni la mitad presta el servicio. Ocando señaló que las rutas que cubren Pérez Bonalde, Plaza Catia, El Cuartel-San Martín y La Unión están paralizadas.

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Foto: Luis Morillo

Aunque la pandemia recrudece las fallas de transporte, el sector ya arrastraba con las secuelas de su peor crisis. De 45.000 unidades que había en Caracas para 2012, apenas 4500 quedaban operativas a mediados de 2018, según datos de la Cámara Venezolana de Transporte Extraurbano. La plataforma Transportistas Unidos por Venezuela indicó en noviembre de 2019 que la cifra de autobuses paralizados ascendía a los 240.000 carros. 

Las interminables colas de uno o dos días por gasolina han provocado que muchos choferes opten por guardar las unidades y dedicarse a otros oficios. En cambio, quienes se deciden por abastecerse con 40 litros de combustible que se les permite por semana deben ingeniárselas para rodar por las vías uno o dos días cuando mucho, si les alcanza. 

Foto: Tairy Gamboa

Para los conductores que trabajan con carros que funcionan con gasoil hay más opciones. En Gato Negro, La Bandera, Caricuao, el kilómetro 7 de El Junquito y San Martín hay bombas de llenado que surten el combustible a cambio de una colaboración. Sin embargo, hay denuncias de cobro de entre dos y tres dólares por cada litro. 

Pasaje a 20.000 bolívares en mayo 

Ocando señaló que la hiperinflación, el alza del dólar y la disminución de 70 % de usuarios obligarán a los conductores a realizar un reajuste de la tarifa a principios de mayo para hacer frente a la merma de los ingresos, pues, mientras que antes de la pandemia hacían hasta 1 millón de bolívares diarios, ahora con dificultad llegan a los 500.000 bolívares, lo que nos les alcanza ni para un kilo de carne. 

Anclados en los 10 centavos de dólar, podríamos salir a cobrar 20.000 bolívares a partir del otro mes. Exigimos al gobierno que tome en cuenta nuestra propuesta o nos ofrezca un subsidio, enfatizó.

Paralizados bajo amenaza

Luis Luzuriaga, presidente del bloque Sur-Este, aseguró que la paralización de las unidades también se extiende hacia Baruta y El Hatillo, donde 250 autobuses de 16 líneas están parados. 

Aunque la suspensión del servicio se debe en parte a la falta de gasolina, también responde a otras causas: “Una semana después de que empezó la cuarentena, se nos amenazó con que si salíamos a trabajar las unidades serían confiscadas y llevadas a Fuerte Tiuna”. 

Luzuriaga explicó que las pocas camionetas que ruedan hoy día por el municipio son piratas y cobran 50.000 bolívares o más. Pero las autoridades poco hacen para frenar estas irregularidades. “Mientras nosotros no podemos trabajar, otros lo hacen a sus anchas y no sabemos ni cómo. Aquí el afectado es el pasajero, que se arriesga a caminar por las autopistas”, destacó. 

El sector espera comunicarse con el gobierno para evaluar una propuesta y llegar a un acuerdo, pero no hay avances ni ningún tipo de comunicación. 

Foto: Tairy Gamboa

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