Los tripulantes de la embarcación Don Rafa Junior, que zozobró el pasado domingo, regresaron este jueves a Margarita y no ocultaron su emoción al reencontrarse con sus familiares. Como petición por haberse mantenido con vida durante el suceso, pidieron ser llevados a la Basílica Menor del Valle, para agradecer a la Virgen del Valle por el milagro y pedir por la aparición del maquinista de la embarcación, Arquímedes Marval, único desaparecido.

Nueva Esparta. La primera explosión en la sala de máquinas de la embarcación Don Rafa Junior, que zozobró el pasado domingo 19 de septiembre, ocurrió antes de las 7:00 a. m. y desde ese día comenzó la incertidumbre para sus 10 tripulantes y los 14 pasajeros que ocupaban el barco pesquero.

Cuatro días después del incidente, este jueves 23 de septiembre, Cruz Penoth y el resto de la tripulación llegaron a la isla de Margarita en una aeronave de la Fuerza Aérea Venezolana, y fueron recibidos por sus familiares en la Base Aérea Luisa Cáceres de Arismendi de Porlamar.

Penoth y el resto de los marinos son residentes de la Perla del Caribe, las otras 14 personas que iban como pasajeros habitan en el Gran Roque.

En sus rostros aún se reflejaba la angustia del episodio que les tocó vivir. Para los miembros de la prensa, acceder a sus impresiones sobre el suceso fue una ardua tarea. Sin embargo, la insistencia de los reporteros dio frutos, y Penoth contó brevemente lo ocurrido, mientras sus familiares le apuraban para abrazarlo.

Don Rafa Junior
Penoth contó que la unión fue clave para sobrevivir al naufragio. Foto: DG

Fue duro para él comenzar a narrar la situación vivida en el Don Rafa Junior, su voz se quebró y sus lágrimas brotaron. Las secó y, con voz entrecortada, comenzó diciendo que en todo momento estuvieron unidos y elevando plegarias a Dios y a la Virgen del Valle.

Cuando explotó el primer tanque de combustible yo estaba cerca”, dijo mientras llevaba su mano derecha a los ojos para que sus lágrimas no empaparan el tapabocas.

Penoth narró que de manera increíble y de forma inmediata lograron cohesionarse con la única intención de ponerse a salvo de las llamas que envolvían la embarcación. Dijo que, en medio del caos, pudieron tomar los salvavidas que llevaban en el barco y quitar madera de donde podían para armar una improvisada balsa salvavidas.

Fue muy terrible. De repente hubo una explosión y tuvimos muy poco tiempo para agarrar lo que pudiéramos y armar la balsa, pero siempre estuvimos unidos nadando hasta llegar a tierra, pero aferrados a Dios y a la Virgen del Valle”, expresó el marino.

El marino detalló que fueron tres días y tres noches nadando juntos hasta llegar a tierra cerca de Los Roques, donde finalmente fueron asistidos por pescadores de ese archipiélago.

En su piel se veía que las ampollas causadas por la prolongada exposición al sol ya comenzaban a secarse y sanar.

Prefirió no responder cuando se le preguntó por Arquímedes Marval, maquinista de la embarcación Don Rafa Junior, el único de los tripulantes que permanece desaparecido. Su única respuesta fue soltar el llanto y con señas expresó no querer continuar declarando.

Amor y llanto

Bajo los tejados del patio externo de la Base Aérea Luisa Cáceres de Arismendi se vivieron escenas de amor y llanto entre los ahora sobrevivientes del naufragio y sus familiares. Fue imposible obtener testimonios de los familiares, pero sus gestos hablaron por sí solos.

Una vez se fundieron en abrazos con sus respectivos padres, esposas, hijos y allegados, los pescadores pidieron ser llevados a la Basílica Menor del Valle, para agradecer a la Santa Patrona por el milagro concedido.

Aprovecharon para pedirle a la Virgen por la aparición con vida de Arquímedes Marval.

El capitán de la embarcación, Eugler Narváez, no pudo cumplir con su promesa a la Virgen, pues lo esperaba una ambulancia que lo llevó de inmediato al hospital militar Nelson Sayago Mora, ubicado en La Asunción, para ser chequeado y evaluado por su condición de diabético.

En la explanada de la Basílica Menor del Valle, lugareños, vendedores de reliquias y demás comerciantes lanzaron vítores y aplausos a los marinos que honraron sus palabras a la Virgen Marinera.


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