Finalmente, está terminado el largometraje Mónica, entre el cielo y la tierra. Cuenta la historia de un cineasta y su acercamiento profesional a la actriz, asesinada en 2014

Caracas. Giovanni Gómez Ysea es el director de la película Mónica, entre el cielo y la tierra, una obra en la que el autor narra cómo fue su vínculo profesional con la actriz, quien deseaba incursionar en el cine.

Sociólogo, con magíster en economía internacional, este profesor de la Universidad de Carabobo decidió recobrar el ímpetu para desarrollar su carrera cinematográfica, y vio en la intérprete, asesinada en 2014, a la persona ideal para protagonizar los proyectos que tenía en mente.

Todo estaba listo para comenzar a rodar, pero pocos días antes, Mónica Spear y su esposo fueron asesinados en una autopista del estado Carabobo. Sobrevivió su pequeña hija, Maya Berry Spear.

Lo ocurrido desde que Giovanni Gómez Ysea se atrevió a escribirle a la actriz, así como la aceptación de ella a participar en las iniciativas del cineasta, son el punto de partida de Mónica, entre el cielo y la tierra, una historia de la vida real en la que el profesor universitario y también guionista forma parte como personaje de la trama. 

La película pudo verse durante 48 horas en noviembre en la plataforma Play de Ticketmundo. Ahora, el realizador comenzará la postulación para participar en festivales internacionales. 

El elenco del filme está encabezado por Andrea Rosales, quien interpreta a Mónica Spear, y Juvel Vielma, que encarna a Giovanni Gómez Ysea, también autor de los libros La piedra de Sísifo (2011) y Petróleo encadenado (2016). 

Mónica Spear
Giovanni Gómez Ysea es un profesor universitario que decidió cumplir su deseo de ser cineasta

¿Cuándo surgió la idea de hacer una película sobre Mónica Spear?

—Exactamente tres días después de su funeral. Tuve la oportunidad de plantearle proyectos en los que se mostró interesada, que además iban a ser su primera participación en el cine. Teníamos todo listo para empezar a rodar un cortometraje, pero dos días antes del primer ensayo, la asesinaron. El rodaje se iba a llevar a cabo los días 11 y 12 de enero. El cortometraje era Un hombre de bien (finalmente protagonizado por Paula Bevilacqua). Cuando la asesinaron, me dije que había una historia que quedó entre el cielo, donde está ella, y la tierra, donde estoy yo. Mi película es una forma de cumplir el sueño de Mónica Spear. El guion lo terminé un mes después de su velatorio. Se lo envié a su papá. Fue el primero en leerlo. Tardó un año en hacerlo y cedió los derechos de imagen para hacer este filme. 

Una película en cierta forma autobiográfica…

—Sí. Por eso decimos que es la historia real. Cuando uno ve Titanic, el protagonista es el barco y los personajes principales son Jack y Rose. En este caso, Mónica es la protagonista de la película y el personaje principal es el profesor Giovanni Gómez Ysea. He leído comentarios que dicen que es la vida de Giovanni a través de los ojos de Mónica Spear. Pero más allá de eso, es una historia de cómo dos seres humanos se conocen, planifican y se separan. Y te digo algo, pienso que los directores venezolanos deben contar sus vivencias propias. Cada vida es una película. 

¿Qué le hizo elegir a Mónica Spear para protagonizar su cortometraje?

—En los años ochenta trabajé como asistente de dirección y producción. Luego me convertí en profesor universitario, que nunca pensé que sería. Ese sueño de ser cineasta lo había olvidado por completo. Pero en 2013 los sueldos de los profesores ya no alcanzaban para vivir. Actualmente, en mi caso, con un doctorado, mi salario mensual es de unos escandalosos 4 dólares. En esa época hubo un paro de profesores, como se ve en la película. Y un día escuché un programa de radio en el que entrevistaban a Mónica Spear. Dijo que estaba interesada en incursionar en el cine. Le envié un correo y fue bastante accesible. Aceptó trabajar conmigo. 

¿Y qué vio en ella que la quiso como protagonista?

—Soy muy seguidor del Miss Venezuela año tras año. Claro, últimamente ha perdido categoría por la crisis. Recuerdo que la veía como una de las misses más bajitas, aunque no era así en la vida real. Por televisión no la veía alta. También me encantó su personaje de Micaela en La mujer perfecta y la vi en Flor salvaje. Me pareció una muy buena actriz en ambas telenovelas. Era carismática y llamaba la atención. Al final uno entiende que era un ángel que estaba de paso en este mundo. Pero bueno, ahí está la película, que se pudo realizar a pesar de los obstáculos.

¿Cuáles obstáculos?

—Tuvimos una primera actriz llamada Maira Alexandra Rodríguez, que fue elegida en casting. Luego de haber filmado casi 80 % de la película, el 28 de febrero de 2018, cuando estábamos en un hotel en Valencia a una semana de finalizar el rodaje, llegó con unos hombres armados. Me dieron una golpiza. No sé las razones. Quedé casi en cero porque tuve que conseguir a otra actriz. Andrea Rosales lo hizo estupendo. En la posproducción la hiperinflación nos afectó mucho. En Venezuela siempre ha sido difícil hacer cine. Tuvimos que buscar recursos para esa etapa. Conseguí dinero en Colombia, vendí mi participación en la película a empresarios de Carabobo. De lo que se recaude, 51 % será para la hija de Mónica Spear. 

¿Ustedes estaban en un hotel en Valencia y ella llegó con unas personas armadas y lo golpearon?

—Sí. Por eso fue expulsada de la película. No conozco las razones. Me sobrepuse a ese intento de sabotaje. 

¿Y qué hicieron cuando llegaron estas personas al hotel?

—Yo estaba reunido con el equipo técnico en el hotel y me llamaron para que saliera. Me dieron la golpiza de mi vida. Eran tres tipos armados. No hay ninguna averiguación. No estoy interesado en denunciar en Fiscalía a nadie debido al país en el que vivimos. Lo más importante es que se finalizó la película.

¿Pero anteriormente no hubo algún problema con ella?

—No. Era la primera vez que veía algo así. 

Mónica Spear
Andrea Rosales y Juvel Vielma encabezan el elenco del largometraje

Si bien tenía el apoyo de la Villa del Cine para hacer el cortometraje con Mónica Spear, ¿qué pasó luego con el soporte institucional para terminar este largometraje?

—No sé si tiene que ver con el suceso ocurrido. Pero yo dirigí cartas tanto al CNAC como a la Villa del Cine, pero no obtuve respuesta siquiera. Todavía esperamos que nos avisen sobre el registro del filme como obra venezolana para que pueda ser exhibido en salas. No sé si hay una mano peluda. El financiamiento de la película es privado, principalmente por parte del papá de Mónica, Rafael Spear, y otros productores que prefieren mantenerse en el anonimato.

¿Hay financistas que prefieren no ser mencionados?

—Sí, aunque se ven en la película. Sus nombres están en los créditos. Pero la gente tiene sus reservas por el país en el que vivimos. 

¿Cómo reaccionó la familia de Mónica Spear al ver la película?

—Creo que el papá no la verá nunca. Recuerda que tiene escenas muy fuertes. He visto la película cien veces y todavía me pega. Y eso que yo no tuve gran amistad con ella. Tengo contacto con una prima que la vio y le gustó. Más allá de eso, no. Le envié el link y la contraseña, pero no sé si la vio. Yo estoy en permanente contacto con él por WhatsApp para hablar sobre el futuro del filme.

¿Cuáles son los planes ahora con la película?

—Tú sabes que hay festivales internacionales que impiden que las películas participantes permanezcan en streaming. Si las salas abren en diciembre, podríamos tener la película en salas venezolanas después de Semana Santa. Hay festivales en los que pensamos como San Sebastián, Guadalajara,Viña del Mar, premios como los Platino, los Goya y el Oscar para 2022. También buscaremos vínculos con HBO o Netflix.

Está retomando su sueño de ser cineasta. ¿Cuál es el plan ahora más allá de esta película?

—Hay una película muy hermosa llamada Beisbol, la escribí en 1995. Sería mi próximo largometraje. Ahora bien, fíjate que se han hecho películas sobre Luisa Cáceres de Arismendi, José Antonio Sucre, Simón Bolívar o Manuela Sáenz. Yo quiero hacer una sobre Simón Rodríguez, pero trataré de rodar en Colombia porque acá en Venezuela prácticamente han desaparecido los espacios del siglo XIX. Dejaré mi carrera como profesor universitario porque es inconcebible trabajar por 4 dólares mensuales.


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