En la plaza La Candelaria no había acceso a la iglesia donde reposan los restos del recién estrenado beato doctor José Gregorio Hernández. Tampoco hubo una pantalla gigante que transmitiera el rito de beatificación desde la capilla San Juan Bautista. La COVID-19 limitó los actos de celebración, sin embargo, las personas se acercaron a las afueras de la iglesia y desde allí celebraron la llegada de José Gregorio a los altares.

Caracas. Al mediodía de este viernes 30 de abril, globos amarillos, azules y rojos le dieron color a un cielo caraqueño que lucía repleto de nubes grises, mientras que el estruendo de una ráfaga de cohetes hacía que los curiosos se asomaran desde los edificios aledaños al centro de la ciudad capital. Oficialmente, el doctor José Gregorio Hernández había sido declarado beato de la Iglesia católica y así lo celebraban en Caracas.

Por dos días seguidos la lluvia no paró en la ciudad capital, pero este viernes, día importante para los devotos de José Gregorio Hernández, el clima amaneció con tonos azules intensos, con nubes dispersas, que fueron cubriendo el cielo y que auguraban una mañana fresca, ideal para quienes quisieran acercarse hasta las afueras de la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria y esperar desde allí el anuncio de la entrada del “Médico de los Pobres” a los altares venezolanos.

José Gregorio
Foto: Gleybert Asencio

La pandemia por la COVID-19 limitó los actos de celebración de un hecho religioso que era esperado desde hace más de 70 años en Venezuela. El acceso no estaba permitido a la iglesia de La Candelaria, donde se encuentra el Santuario Dr. José Gregorio Hernández. Pero a las afueras de la iglesia tampoco hubo una pantalla que transmitiera el rito de beatificación, el cual se celebró desde la capilla San Juan Bautista del colegio La Salle, donde solo hubo acceso para un mínimo grupo de invitados. Y en La Candelaria solo estaba previsto develar una estatua de más de tres metros de José Gregorio, que, según contó su creador, David Martínez, no tendrá su característico sombrero negro, como un símbolo de respeto al estar dentro de la iglesia.

A pesar de las limitaciones, sin embargo, un grupo de devotos se acercó hasta la plaza La Candelaria. Desde allí, los funcionarios de la milicia insistían en evitar las aglomeraciones, sobre todo, cuando llegó Augusto Santos, un actor conocido por interpretar a José Gregorio Hernández valiéndose no solo de sus dotes de actor, sino también de sus similitudes físicas con el nuevo beato laico. Muchos querían llevarse una foto de recuerdo con Augusto, quien iba en compañía de una asistente que, luego de cada postal, se encargaba de rociarlo con antibacterial de pies a cabeza.

Desde otro punto de la plaza, y con un cielo que ya estaba completamente nublado, Jhonny caminaba entregando estampas a todo el que quisiera recibirla sin ningún costo. Después de una hora de haber comenzado la entrega, Jhonny calculó que había regalado más de 600 estampitas de las 3000 que entre él y otros voluntarios planeaban dar como parte de una iniciativa de la Fundación Gregoriana de Venezuela.

—¿Me das una estampita, por favor?
—Sí claro, cómo no.

Durante su recorrido por la plaza, no había quien no se acercara a Jhonny solicitando una estampita de José Gregorio, con su imagen por un lado y por el otro un pequeño resumen de su biografía junto con una oración para pedir por su “pronta beatificación”, la cual tendrá que ser modificada porque el camino de santidad de José Gregorio no ha terminado, ahora toca pedir a Dios por su “pronta canonización”.

“Este no es mi trabajo. Yo estoy aquí como voluntario”, contó Jhonny, quien se puso a la orden de la Fundación Gregoriana de Venezuela para colaborar durante este día que también fue especial para la organización no gubernamental, la cual se encarga de promover la obra de José Gregorio, pero que también por mucho tiempo realizó campañas a favor de lograr la beatificación. “La energía que hay en este lugar me ha hecho sentir muy bien”, dijo Jhonny, quien es un abogado devoto del estrenado beato.

José Gregorio
Foto: Gleybert Asencio

Jhonny no tiene un milagro que contar, pero sí tiene mucho que agradecer al médico que viste siempre de traje y sombrero negro en el imaginario de los venezolanos. “Yo siempre le pido por mi salud. Soy diabético y tengo problemas renales. También tengo catarata y por la pandemia no me he podido operar”, contó Jhonny, quien está divorciado, aunque entre las peticiones que siempre hace al doctor José Gregorio no ha dejado de incluir a su exesposa. “Ella también es devota. Él la ha ayudado mucho con el control de sus nervios y yo igual sigo pidiendo por ella”, finalizó Jhonny, y siguió regalando las estampitas.

Juan también es diabético. En su caso, una complicación lo dejó sin la pierna izquierda. Sin embargo, ese desafortunado episodio de vida no ha sido impedimento para que deje de crear los patrones que luego cose con el fin de confeccionar todo tipo de souvenirs para que sus hermanos Mary y Luis salgan a la calle a vender cada vez que se presenta una ocasión especial, sea una marcha (oficialista o de oposición), un evento deportivo, un concierto o, en este caso, un rito de beatificación en medio de una pandemia.

Para esta ocasión especial, los tres hermanos cosieron más de 150 tapabocas con la estampa de la cara de José Gregorio Hernández. Los confeccionaron con tela negra en combinación con una amplia gama de colores. A las 7:00 a. m. de este viernes, Mary y Luis salieron de su casa en El Junquito con la mercancía a cuestas. A las 8:00 a. m. ya estaban en la plaza La Candelaria ofertando dos tapabocas a cambio de un dólar. Y para las 11:00 a. m. ya Mary había vendido unos 20.

José Gregorio
Foto: Gleybert Asencio

La idea es que la gente tenga un recuerdo de la beatificación del doctor José Gregorio Hernández”, relató Mary, una enfermera con 30 años de carrera y 20 en el oficio del comercio de souvenirs.

Ella, al igual que Jhonny, tampoco tiene un milagro específico para contar, y su petición es la misma: salud, salud para sus hijos, su familia y para ella también. Pero en especial la pide para su hermano Juan, cuya discapacidad ha limitado su vida pero no el esfuerzo que hace para trabajar y mantener entre todos el negocio familiar. “Él hace sombreros, bandanas, banderas y toda clase de souvenirs para marchas, juegos deportivos, Semana Santa; todo, y nosotros salimos a venderlos. Y, como todo, con este negocio hay días buenos y días malos”, relató Mary, quien continuó su venta este viernes de beatificación del Dr. José Gregorio Hernández.

Foto: Gleybert Asencio

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