Jóvenes asesinados en Catia y El Junquito iban este 23-E a la protesta de la oposición

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Alixon Pizani tenía 16 años y Frankie Nova, 24. El primero trabajaba en una panadería y el segundo era bartender. La noche del pasado martes 22 de enero murieron por impactos de balas de arma de fuego, disparadas por cuerpos de seguridad del Estado mientras manifestaban en contra de Nicolás Maduro. 

Caracas. Eleonora, la abuela de Alixon Pizani, viste de negro y deambula por su casa, en Catia, con un paño sobre su cara que utiliza para secar las lágrimas de sus ojos y esconder los gemidos. Esto ocurre a tempranas horas de la mañana del 23 de enero de 2019, fecha en la que la oposición, en respaldo a la Asamblea Nacional (AN), convocó a la calle para exigir el cese de usurpación del poder de Nicolás Maduro, y en la que Juan Guaidó se juramentó como presidente encargado de la República. Para ese llamado asistiría Alixon. Entre sus planes estaba llegar hasta la Plaza Juan Pablo II, en Chacao, donde se concentraron miles de caraqueños.

Alixon tenía 16 años. No conoció la democracia. Sus ansias de libertad lo motivaron a protestar anticipadamente. El descontento de él y centenares de venezolanos hacia Maduro se expresó en más de 30 zonas de la Gran Caracas, en especial, en sectores populares, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVC), antes del llamado opositor. Entre esas manifestaciones estaba Alixon. La noche del 22 de enero de 2019 caminó junto con un grupo de jóvenes hacia la avenida Sucre de Catia, por la entrada de Cutira, a “pedir lo que todos queremos”, dijo para Crónica.Uno, uno de sus amigos que protestó a su lado.

Eleonora se encargó de la crianza de Alixon. Vivían juntos en la calle La Colina, Altavista, Catia, en el segundo piso de una casa cuyas paredes son color turquesa y dicen “no botar basura aquí”. La mamá de Alixon vive fuera de Caracas y su padre no se responsabilizó de él.

“Él siempre estaba pendiente de su abuela”, dice una vecina, Emilia Rangel. Alixon dejó el liceo y se dedicó a trabajar para ayudar en los gastos del hogar. En los últimos años colaboraba en una panadería ubicada por la avenida Sucre.

A las 9:00 p. m. iniciaron las protestas en Catia. Las personas que se resguardaron en casa mostraron su apoyo con un cacerolazo masivo. “Era lo único que se escuchaba. Era apabullante”, cuenta una prima de Alixon.

Pero el sonido de las ollas se opacó por el de las detonaciones.

A las 10:00 p. m. efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) llegaron hasta el lugar de la manifestación a dispersar con gases lacrimógenos y perdigones.

“No es secreto que ya nadie quiere a este Gobierno”, dice una tía de Alixon, recostada de una de las paredes turquesa. Emilia, la vecina, comenta que “no quiere más jóvenes muertos”. Alixon Penzini recibió un impacto de bala de arma de fuego que le disparó un PNB. Así lo observó y denunció su amigo, quien prefirió resguardar su identidad, a Crónica.Uno. La bala atravesó el costado derecho de su espalda. “La GNB se encargó de asustar y reprimir, la PNB se encargó de matar”, aseveró. El joven se desangró en el lugar a las 10:30 p. m. Sus amigos no aceptaban la muerte. Lo montaron en una moto y llevaron hasta el Hospital Periférico de Catia, pero ingresó sin signos vitales.

Hasta el mediodía del 23 de enero, el joven permanecía en Hospital, ya que el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) no había hecho un levantamiento de los hechos. Los primos, vecinos, amigos, tíos y la abuela, Eleonora, se encontraban en la casa. Seguían consternados y era tanta la negación que no tenían fuerza para iniciar los trámites de defunción y sepelio.

“Esa es nuestra lamentable realidad. Vas caminando y no sabes hasta dónde llegarás”, agregó la tía de Alixon. Sus ánimos de hablar eran pocos, al igual que los de la abuela. Tristeza y luto arropaba este hogar. Por él y otros caídos, se veía a los vecinos de Catia en la calle este 23 de enero de 2019. “Los hijos del pueblo son los que están matando. Ya basta”, exclamó Nancy. 

En El Junquito también protestaron la noche del 22 enero. Frankie Nova, de 24 años, se sumó a la jornada. Era él quien siempre le decía a sus amigos que había que olvidarse del miedo, que eran los jóvenes los que debían exigir sus derechos. Su amigo Roberto es uno de los que temía cada vez que Frankie salía a la calle a manifestar.

“La vida es injusta. Él iba a todas las marchas. A las del 2014, 2017. Siempre nos repetía que quería un futuro mejor, un país con igualdad y un Gobierno que no reprimiera al que pensara distinto”. Pero el Estado reprimió. Frankie Nova recibió un disparo en la espalda que le perforó el corazón. Los responsables pertenecen a la GNB. 

Frankie Nova era bartender. Vivía con sus padres y hermana en el kilómetro 11 de El Junquito, en la urbanización Panorama. Su amigo Roberto, dice, que esa noche del 22 no tenía planeado manifestar. Sus ánimos estaban centrados para el miércoles 23 de enero de 2019. “Él estaba muy entusiasmado. Muy esperanzado”, agrega. Al final, decidió sumarse a la jornada en el camino de regreso a su casa. “Él estaba en el kilómetro 13 visitando a su novia y luego se encontró con sus vecinos y decidió apoyarlos”, explica, Roberto, quien repite, “esto no es justo”. El cuerpo de Frankie permanecía en el Hospital Miguel Pérez Carreño en horas de la tarde. 

Terror en medio de la esperanza

El OVCS, además de Alixon y Frankie, registró otra muerte en Distrito Capital la noche del pasado martes 22, también en Catia. Se trata de Stefany Jajoy, de 20 años. Además, informaron que la represión por parte de los cuerpos de seguridad del Estado cobró otras 10 vidas en distintas ciudades del país durante la madrugada y jornada del 23 de enero.

En Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana, estado Bolívar, murieron cuatro personas en la madrugada mientras saqueaban distintos comercios de las ciudades. Por otro lado, en Puerto Ayacucho, estado Amazonas, Alejandro Hernández, de 27 años y Efren Sandalio Castillo de 47 años, murieron a manos de la PNB durante las protestas. 

En San Crisóbal, estado Táchira, murieron Wilmer Antonio Zambrano, de 28 años de edad, quien recibió un impacto de bala a nivel intercostal izquierdo y Edward José Marrero, de 21 años de edad, quien murió por un disparo de arma de fuego que le atravesó el tórax.

La décima víctima se trata de un estudiante de 19 años de la Universidad de Yacambú. Murió en Acarigua, estado Portuguesa, tras un impacto de bala en la región pectoral.

Por su parte, el Foro Penal informó la mañana de miércoles 23 de enero, que en las últimas 48 horas, al menos 43 personas habrían sido detenidas entre Caracas y Nueva Esparta, durante las protestas antigubernamentales. De ese total, cinco son menores de edad, aseveró el director de la institución, Alfredo Romero.


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