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La COVID-19 retrasa diagnósticos y tratamientos del cáncer y con ello aumentan riesgos para el paciente

By Natacha Sánchez @natachaesanchez

August 04, 2020

Yrene Alves, coordinadora de la campaña contra el cáncer de mama del Rotary Guarapiche, en el estado Monagas, destaca que por la pandemia han disminuido las consultas. Margarita López viaja desde Caicara, Monagas, hasta Caracas en un camión para poder cumplir sus ciclos de quimioterapia mensualmente.

Monagas. La COVID-19 tiene una carga mortífera adicional en Venezuela. Y es que retrasa los diagnósticos y tratamientos de los pacientes con cáncer, situación que eleva el riesgo. Así se desprende de las declaraciones de la doctora Yrene Alves, mastóloga y coordinadora de la campaña contra el cáncer de mama, impulsada por Rotary Guarapiche, en el estado Monagas.

Margarita Pérez es una de esas pacientes que no solo padece los obstáculos que van surgiendo con la pandemia, sino también el alto costo y la falta medicamentos y la dificultad para el traslado desde Monagas, donde vive, hacia Caracas, para poder cumplir con los ciclos de la quimioterapia. También suma a la carga que llevan sobre sus hombros los pacientes el acceso limitado a los tratamientos.

Son las 4:00 de la mañana en Caicara, estado Monagas, y Margarita tiene su bolso listo para salir a Caracas para continuar con su ciclo de quimioterapias. Los carros que viajan del municipio Cedeño a la capital de la república cobran aproximadamente 40 dólares. Se aprovechan de la pandemia y la dificultad para salir del estado.

Margarita Pérez  viaja 10 horas en un camión desde Caicara hasta Caracas para cumplir su tratamiento. Foto: Cortesía

No dispone de esa cantidad, ni en divisas ni en bolívares, por lo que espera por un camión de la tomatera que se dirige con mercancía hacia el mismo destino y le facilitará el traslado.

Margarita Pérez fue diagnosticada con cáncer de mama en 2018. Desde entonces ha iniciado una batalla en la que asume que ha hecho sacrificios para salvar su vida. Sostiene que padecer una enfermedad crónica en Venezuela representa un reto diario. Sortear las trabas de un sistema de salud colapsado, en oportunidades, aumenta el temor y la preocupación.

Desde que supo el resultado de la biopsia, su mantra ha sido aferrarse a la vida. Ha llevado esa bandera con ella en cada obstáculo desde que inició este camino lleno de espinas. No solo se trata de superar la enfermedad, sino de hacerlo en Venezuela, donde las denuncias por la falta de atención a pacientes que sufren enfermedades crónicas van y vienen, y la atención del gobierno al sistema de salud público es escasa, por no decir nula.

La travesía en la que se embarca Margarita cada mes solo refleja su fe y ganas de vivir. Viajar de Caicara a Caracas, aproximadamente 10 horas, en un camión, no siempre es lo más cómodo e idóneo para un paciente oncológico. Las consecuencias aparecen en su cuerpo al llegar a la casa donde se hospeda en El Junquito.

Llego a Caracas muy cansada porque el camión no se para y eso hace que me hinche. Con la cuestión de la pandemia es todo un tema salir de Caicara, pero el señor que maneja el camión de la tomatera me da la cola y ahí me ahorro un dinero, que me sirve para cubrir otros gastos mientras estoy aquí en Caracas. Yo llevo informe médico, exámenes y todos mis papeles, como especie de salvoconducto”, indica.

Margarita recibe su tratamiento en el Hospital Doctor José María Vargas. Para llegar al centro de salud, desde la casa donde se hospeda en El Junquito, debe tomar aproximadamente cinco carros. Afirma que en los últimos meses de pandemia no ha podido usar el Metro porque no tiene carnet laboral.

En el hospital Vargas no solo ha conseguido buena atención, sino también personas que con sus palabras de aliento la impulsan a seguir luchando por su vida. También Caracas le ha puesto en el camino a personas cuya ayuda le han permitido ver con otra óptica la situación por la que atraviesa.

“En el Vargas me tratan muy bien y eso ha sido una fortuna. En muchos lugares me han tratado mal y encontrar personas que ayuden y den palabras de aliento es una bendición. Antes iba sola a ponerme el tratamiento, pero me debilitaba mucho y regresaba aguantándome de las paredes, pero ahora me acompaña un muchacho, que es vecino de aquí de la casa donde me estoy quedando”, relata.

Margarita solo ha solicitado ayuda del gobierno en una oportunidad. Para ese momento le asignaron una “pensión” de 400.000 bolívares. Sin embargo, destaca que al gobierno de Monagas nunca ha pedido nada; desde que supo de la enfermedad su atención ha sido en Caracas.

En 2019 fue operada. Para ese momento la vida puso otra prueba que tuvo que superar. Estuvo cuatro meses hospitalizada en terapia intensiva. “Pero me volví a aferrar a la vida”, asegura con una voz calmada, como si el cáncer no quemara todo a su paso.

Su fe y empatía con el momento la han ayudado a ganar varias batallas, sin embargo, ahora la vida le presenta una nueva prueba. Margarita debe tomar un medicamento para evitar que sus hormonas produzcan más tumores y desencadenen una metástasis. Este medicamento tiene un costo de 13.300.000 bolívares. Añade que le es imposible costearlo, pues ella y su esposo viven de la venta de café artesanal. Compran café artesanal por kilos, lo tuestan, muelen y empaquetan. Esta ha sido su entrada de dinero y lo que ha permitido pagar viáticos de sus frecuentes viajes a Caracas.

A mí se me complica demasiado costear los medicamentos. Ahorita necesito Letrozole de 2,5 mg. No tengo el dinero para pagarlo. Mi esposo y yo vivimos del café artesanal, nos alimentamos de lo que sembramos allá en Caicara. El Seguro Social no nos entrega el tratamiento desde el año pasado. Nosotros vamos, entregamos la ficha, pero en oportunidades lo que recibimos es maltrato. La última vez que fui al Seguro Social, a la Farmacia de Alto Costo en Los Cortijos, me dijeron: Vete, fuera de aquí. Esos son los servidores que están allí para atendernos”, señala.

Cifras en Monagas Los especialistas en Monagas no manejan estadísticas generales sobre la incidencia del cáncer de mama en el estado, desde hace aproximadamente siete años. Algunos han optado por hacer sus propias estadísticas de acuerdo con el número de pacientes que atienden en sus consultorios.

Yrene Alves, mastóloga y coordinadora de la campaña contra el cáncer de mama impulsada por Rotary Guarapiche, sostiene que las consultas han disminuido. En medio de la pandemia, reciben entre ocho y 10 pacientes mensualmente.

Desde que comenzó la pandemia las consultas han sido muy irregulares, por el tema de falta de transporte y gasolina. En oportunidades las pacientes no tienen cómo trasladarse hasta el centro de salud. En condiciones normales atendemos alrededor de 40 pacientes mensuales con patología maligna y benigna. En los últimos cinco meses, hemos atendido de ocho a 10 pacientes mensuales”, detalla Alves.

La especialista destaca que el diagnóstico de cáncer avanzado se ha incrementado 90 %, pues los estudios son muy costosos, aunado a que las mamografías tienen que ser de buena calidad, y las instituciones públicas no cuentan con equipos que hagan el examen de manera confiable. El costo de una mamografía oscila entre 50 y 70 dólares.

“Los estudios son bastante costosos y tienen que ser de excelente calidad. Los que hay en el ámbito público no son de muy buena calidad. Ahora a todo esto se suma el COVID-19, que nos ha hecho que los diagnósticos y tratamientos sean tardíos. Hay mucho tiempo de espera y en ese lapso crece la tumoración. Hay estudios que se envían a Caracas y para operar se pueden tardar hasta cuatro meses. En el sector público nos enfrentamos a si hay oxígeno, cupos, y eso por supuesto tiene un efecto psicológico en la paciente”, sostiene Alves.

En cifras nacionales El cáncer de mama es la principal causa de muerte oncológica en Venezuela, indica la Sociedad Venezolana Anticancerosa. En 2017 se registraron 2300 muertes por este tipo de cáncer. La cifra corresponde a seis fallecimientos diarios.

El alto costo de estudios para diagnosticar la enfermedad hacen que cada día sea más difícil realizar una detección temprana. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) alerta de que para 2030 el número de mujeres diagnosticadas puede aumentar 34 % en el continente americano.