La hazaña de Cañonero en el Derby de Kentucky cumple 50 años

El caballo de propietarios venezolanos creció en el país y con su victoria en la famosa Carrera de las Rosas puso en el mapa al hipismo criollo.

Caracas. Medio siglo de la victoria de Cañonero y todavía el historial del Derby de Kentucky registra al jinete Gustavo Ávila y al entrenador Juan Arias como los únicos venezolanos en ganar la carrera de caballos más famosa del mundo.

El dato no es menor si se toma en cuenta el numeroso grupo de criollos que hacen vida en los hipódromos estadounidenses. De La Rinconada salieron los látigos Ramón Alfredo Domínguez —ya retirado— y Javier Castellanos, ambos miembros del Salón de la Fama de las Grandes Ligas del hipismo y no figuran como ganadores en la prueba del primer sábado de mayo, si bien el segundo todavía tiene opciones de lograrlo.

La mención a dos profesionales tan destacados sirve para contextualizar la magnitud del logro de Cañonero, un ejemplar de un físico poco llamativo que apenas costó 1200 dólares y fue a Churchill Downs a perseguir el sueño de unos aventureros, encabezados por su propietario Pedro Baptista.

Lo más granado de la hípica mundial

El Derby es especial por varias razones. Corren los mejores caballos del mundo, se realiza desde 1875, es la única prueba donde compiten 20 ejemplares y es un evento que suele convocar año tras año a más de 150.000 espectadores, entre ellos múltiples celebridades del mundo del espectáculo que se dejan ver con glamurosos sombreros en las tribunas del óvalo de las dos torres.

En ese escenario hizo irrupción Cañonero, un hijo del británico Pretendre que llegó a los 16 meses de nacido al establo de Juan Arias en La Rinconada, principalmente porque “nadie lo quería”, según el trainer.

El castaño corrió y ganó dos veces como dosañero en el óvalo de Coche y también incursionó un par de ocasiones sin éxito en el hipódromo de Del Mar en California.

A los tres años, el corcel de unos 500 kilos dejó campaña de 8-4 en Caracas y sus buenas actuaciones en los tiros largos animaron a su propietario a anotarlo en el Derby de 1971.

El viaje a EE. UU. fue algo accidentado y el ejemplar debió hacer una cuarentena de cuatro días en Florida antes de embarcar un larguísimo trayecto en carretera hasta Kentucky, donde llegó muy deshidratado y requirió atención veterinaria.

Recién el jueves antes de la carrera, Cañonero estuvo en condiciones de salir a la pista a brisear  y trabajó 1000 metros en 67 segundos con 13 de final, un registro muy lento para los estándares de los caballos estadounidenses, acostumbrados a pasar el kilómetro en 59 o 60 segundos.

No obstante, a Arias le gustó el ejercicio, aunque recuerda que el toma tiempos oficial del hipódromo se molestó un poco al ver el discreto crono porque, a su juicio, “trajeron a ese animal solo para molestar a los demás caballos”. Curiosamente, el ganador del Derby hizo su único trabajo con unos pesados casquillos de hierro que trajo desde La Rinconada.

La carrera

Ya el día de la carrera, el jinete Gustavo Ávila recuerda que en el paddock el grupo de venezolanos tenía mucha confianza porque “el caballo se veía muy alegre”.

En la partida, el Monstruo apunta que “le cayeron dos caballos encima” y quedó entre los últimos pero mantuvo la calma y decidió correr de menor a mayor. A fin de cuentas, el recorrido era de dos kilómetros y había tiempo de recuperarse.

A falta de mil metros, Cañonero venía en el segundo lote “respondiendo bien al tren de carrera”, según su piloto, quien se imaginaba que podía figurar.

“En los 500 finales lo armé y le dije que ahora le tocaba correr su carrera. Ya yo había hecho mi parte, lo demás lo hizo Cañonero”, apuntó el fusta.

La ventaja del “invasor” y outsider en la Carrera de las Rosas —por la guirnalda de flores que le ponen al ganador— fue de más de tres cuerpos.

En Caracas, horas después, una llamada a Pedro Baptista confirmó la realización de aquel “sueño imposible”, que puso a Venezuela en el mapa del hipismo mundial.


Participa en la conversación