El largometraje es una historia de reencuentro e ímpetu para alcanzar metas en medio de la adversidad. Una trama muy apegada al país, pero a la vez bastante universal.
Caracas. La sombra del sol es una película de hermanos que se reencuentran. La muerte de los padres trastocó la vida en el hogar. Leo (Carlos Manuel González) es el mayor. Quiso ser cantante durante su juventud, de hecho, tenía una banda. Con el tiempo se va alejando del menor, Alex (Anyelo López), un joven sordo que tuvo que aprender en la soledad a enfrentar la vida.
Viven en Acarigua, en la provincia venezolana. Una ciudad pequeña del llano, donde la rutina es ardua, especialmente por la adversidad en un país de intermitencias.
Alex tiene un recuerdo presente, uno en el que su hermano cantaba con su banda durante una noche entrañable. Era pequeño, pero esas imágenes quedaron para siempre en su mente. Se refugió en los libros, en esas líneas que crean realidades posibles, esa narrativa que proviene del ser creador, el que encuentra en el arte una manera de afianzarse.
Así es como Alex decide ir más allá, pero junto con su hermano. Le plantea que escribirá la canción para que él participe en un concurso de talentos en Caracas. Será la manera en la que uno dé un paso más a lo que ya se ha atrevido a hacer, mientras que el otro retome ese impulso de juventud.
Controversia camino al Oscar
La sombra del sol es una película venezolana dirigida por Miguel Ángel Ferrer. Recientemente fue seleccionada para representar a Venezuela en la elección de nominadas al Oscar como Mejor Película Internacional. Inmediatamente después de la noticia, el director Diego Vicentini denunció a través de su cuenta en Instagram supuestas irregularidades en el proceso de escogencia, a cargo de un comité convocado por la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos.
Su película Simón quedó 2 votos por debajo de La sombra del sol, que recibió un total de 12. Hubo 2 abstenciones. Al instante surgieron en redes toda clase de mensajes de apoyo a favor de Simón, que ya se estrenó en Venezuela y hasta ahora es la producción nacional más taquillera del año. Por su parte, La sombra del sol y parte de su equipo en Venezuela recibieron diversos cuestionamientos y epítetos. Incluso gente expresó que no vería la película por ser supuestamente una obra chavista.
El presidente del comité fue el cineasta Ignacio Castillo Cottin, realizador de El inca. Esta película fue censurada en 2016, un hecho por el que acudió a tribunales y en el que hasta intervino el Tribunal Supremo de Justicia. Ante los señalamientos de Vicentini, Castillo Cottin ha reiterado en entrevistas la decisión tomada por la instancia que presidió.
Pero nada más alejado de la realidad. La matriz de opinión se generó por la solidaridad inmediata que recibió el video del realizador de Simón, personas que sin ver La sombra del sol intentaron sepultar el largometraje sin ir más allá de las líneas expresadas en el video de Instagram.
Una indagación rápida y certera incluso permite encontrar elementos para la discusión que suman puntos a favor de la elegida además de lo cinematográfico, como por ejemplo la presencia en la producción de figuras que han estado vinculadas con obras que han sido nominadas al Oscar o que han llegado a la lista corta, como es el caso de Libertador, hasta ahora la película venezolana que más cerca ha estado de la estatuilla dorada. Al final fue un resultado cerrado, pues las dos finalistas eran las que debían estar en la discusión.
Venezolanidad en primer plano
Pero más allá de esos elementos, La sombra del sol es una obra que también habla sobre Venezuela. De hecho, hay una venezolanidad presente de principio a fin.
Y no se trata de aspectos que realcen de manera naive lo que en estas tierras acontece, como si fuera una publicación para atraer turistas, sino que la historia de ambos hermanos se desarrolla en un contexto adverso. En una cotidianidad en las que las carencias se han normalizado y en la que los habitantes se alistan día a día para sobrellevar la vida.
Leo y Álex buscan cumplir su sueño en medio de apagones, falta de agua y delincuentes, pero en lugar de sumir a sus personajes en la tragedia, la intención del autor es mostrar cómo la voluntad los lleva a descubrirse, a reencontrarse luego de años de separación.
Uno de los aciertos es cómo la química surgida entre ambos contrasta con lo que hay alrededor, realza en una realidad triste en la que la gente parece no encontrar alternativa. Álex impulsa a su hermano a dejar el derrotismo, a retomar ese ímpetu de antaño a favor de un proyecto en común que les permita además aliviar las penurias económicas, pues el concurso de talentos promete un premio en metálico para los tres primeros lugares.
La sombra del sol es la película posterior al enfrentamiento de calle, ambientada en esos momentos en los que cada quien debe resolver su día a día, además en la provincia, donde la precariedad es mayor.
Y el autor toma a los dos hermanos como símbolo de lo ulterior, de la posibilidad de trascender el encierro individual para la búsqueda de lo que parece imposible.
Transformar las derrotas
Es un largometraje para nada inocuo, pues su director, que también es coguionista, sabe muy bien cómo manejar las metáforas a través de las imágenes. Tomas que subrayan el agobio de un personaje que es alentado por otro que quiere llegar a esos mundos que leía en los libros que le servían de refugio. Una trama que impulsa a dejar las ataduras en la derrota a conseguir lo que se considera inalcanzable.
Destacan las actuaciones de Carlos Manuel González y Anyelo López, quienes logran una conexión que se sostiene en todo momento. También está Greisy Mena como Yolanda, que genera en el público la animadversión que su personaje merece.
El largometraje se proyecta desde el 5 al 11 de octubre en el Trasnocho Cultural, un estreno técnico para cumplir con los requisitos del Oscar antes de su estreno comercial en la cartelera nacional en diciembre. Recientemente obtuvo Mejor Largometraje Latinoamericano en el Festival Internacional de Cine de Monterrey.
La sombra del sol es una película familiar, una decisión además acertada para llevar un mensaje a todo el público en medio de un país del altibajos emocionales. Pero ese foco que parece local hace de esta cinta una obra universal, de fácil conexión en cualquier lugar.
Una historia con final feliz, que además es contada en español y lenguaje de señas. Con una perspectiva del hermano sordo, quien aprende a leer el mundo desde el silencio. Una promesa que lo convierte en la guía de quienes parece que no dan más. No es una película de derrotas.