El cineasta venezolano ha viajado estos días entre Venecia y San Sebastián para presentar su más reciente obra, una película mexicana sobre un adolescente que busca reencontrarse con su padre.

Caracas. Lorenzo Vigas suma más millas en su bitácora de élite cinematográfica. En 2015, Desde allá se convirtió en la primera película latinoamericana en ganar el León de Oro del Festival de Cine de Venecia, al que volvió hace tres semanas para presentar su largometraje más reciente: La caja.

Con Desde allá su nombre viró las constantes en el certamen italiano, acostumbrado a cineastas de otras latitudes,  y esta vez, se cruzaban los dedos para emular la experiencia. Sin embargo, las buenas críticas y ovaciones desde el estreno no fueron suficientes para el palmarés. 

No fue la única oportunidad. La semana pasada La caja se presentó en la sección Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián, que culminó el sábado 25 de septiembre, otra de las competencias clase A de la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos, al igual que Venecia. 

La caja es una película dirigida y escrita por el venezolano Lorenzo Vigas, quien vive en México desde hace 20 años. Es una coproducción mexicana y estadounidense. Cuenta la historia de Hatzín, un adolescente mexicano que viaja para buscar los restos de su padre, encontrados en una fosa común. Pero su convicción se debilita cuando conoce a un hombre que se parece a su papá, la posibilidad entonces de que surja un vínculo entre padre e hijo. 

El largometraje es protagonizado por el debutante Hatzín Navarrete y Hernán Mendoza. En Venecia, la obra ganó el Premio Sfera 1932 y el Trofeo Segnalazione Cinema de Unicef, reconocimientos paralelos al festival. Todavía no hay fecha prevista para estrenar en Venezuela. 

La caja
La película mexicana es protagonizada por Hatzín Navarrete, quien debuta en el cine

¿Cómo maneja la ansiedad ante la publicación constante de críticas en un festival? 

—Bueno, cuando es la primera vez que lo muestras en un festival, en este caso en Venecia, es un momento muy importante. Así hayas hecho muchas películas, el miedo de la primera reacción siempre estará presente. Es inevitable. Hubo mucho nerviosismo. Cuando empecé a leer lo que salía publicado, me tranquilicé. Uno la muestra a amigos, pero no es lo mismo que un crítico profesional. Ahora lo que sigue es más relajado. Ya pasó la primera gran prueba. 

En una entrevista reciente habló del interés de no quedarse varado en el éxito de la película anterior. ¿Cómo lo logra?

—Haciendo otra. (Ríe). Y bueno, ahora estoy trabajando en un nuevo guion para también olvidarme de esta. No hay otra fórmula. Hay que seguir haciendo cosas. En el caso de La caja, como tenía ese peso grande desde que estrené Desde allá, significó seguir avanzando.

Con La caja cierra esta serie sobre la búsqueda del padre, ese interés en esta figura. Sabemos que su relación con su padre, Oswaldo Vigas, fue buena, amena, como se constata en el documental El vendedor de orquídeas, un homenaje también. ¿Recuerda qué lo llevó a tener ese interés por la búsqueda de la paternidad?

—No recuerdo nada consciente. Es una inquietud que surgió, pero sin origen en alguna experiencia. 

¿Esa dinámica de la búsqueda del padre en su obra ha tenido alguna repercusión en usted como persona y creador?

—(Piensa). No he hecho esa relación. Tampoco entiendo muy bien la pregunta.

Me refiero a si hay un proceso de introspección sobre lo que es la paternidad a partir de esta temática, y si hay retroalimentación como persona y cineasta

—Más allá de la obra en sí, lo que genera satisfacción es sentir la reacción de la gente al ver la película. Es un tema que exploré, pero no siento que me haya cambiado. Quizá sí, pero no es algo que yo perciba conscientemente.

¿Sintió miedo que la pandemia perjudicara la pertinencia de la llegada de La caja a las pantallas?

—¡Claro! Es una realidad que la exhibición de películas no tiene nada que ver con lo que fue hace tres años. Por otro lado, tenía que sacarla. Tomé la decisión de no estrenarla el año pasado, pero no podía aguantarla más. Surgió Venecia. Es un momento bastante limitado para la distribución y exhibición. Ahora recorrerá festivales importantes. Permitirá posibilidades que todavía no se han definido claramente. El cine vive una situación crítica en el nivel de la exhibición.

La caja
La caja fue rodada en el estado mexicano de Chihuahua.

Varias de las críticas que se han publicado de La caja, además del tema de la orfandad, señalan otros como la violencia contra las mujeres y la explotación. Noto una lectura sociopolítica. ¿Está satisfecho con esas interpretaciones? ¿Es lo que buscaba cuando escribía el guion?

—Esos temas están en la película, pero en realidad La caja trata sobre las consecuencias de la orfandad. A pesar de que toca tangencialmente la explotación de trabajadores en las maquiladoras, la desaparición de mujeres, en realidad el tema principal es la consecuencias de la orfandad, especialmente en el caso del padre. Eso tiene una repercusión social en Latinoamérica. He visto críticas que aciertan un poco más sobre el fondo, hay otras que se van hacia lo tangencial, quizá más amarillistas, centradas en la desaparición o la explotación, mientras que otras tocan muy bien el corazón del largometraje. 

Para una persona que todavía no ha visto la película, como es mi caso, y sin dar spoiler, ¿cómo describiría esas consecuencias de la orfandad que están en La caja?

—Los riesgos de idealizar la figura paterna. Como no se tuvo, se idealiza. Cuando tienes a alguien, conoces sus defectos y virtudes, pero la ausencia, es el punto de partida para la idealización, y se asume que todo lo que parte de ahí, es aceptable, está bien.

Hay una reseña que menciona el tratamiento que hace en La caja de los ojos ante la cámara

—No la leí, pero quien haya visto Desde allá y Los elefantes nunca olvidan, sabrá. En el cine todo se cuenta a través de los ojos de los personajes. Sabía que tenía que estar muy cerca de los ojos del protagonista, de Hatzín. También la razón por la que decidí trabajar con Hatzín fue por su expresividad, muy especial a través de sus ojos. Creo que es muy importante para mí. No concibo el cine sin estar cerca de la mirada de los personajes, más allá de lo que dicen, se trata de cómo cuentan los ojos. 

Quizá La caja sea considerada por México para representar al país en el proceso de selección a los Oscar. Su película Desde allá fue en su momento la candidata por Venezuela. ¿Cómo se siente al respecto?

—No sé qué ocurrirá. Posiblemente sea una. Hay otras películas mexicanas muy buenas como la de Tatiana Huezo (Noche de fuego) o Sin señas particulares. Veremos qué pasa. Son procesos de la academia mexicana. Claro que me encantaría.

¿Qué prevé rodar en Estados Unidos?

—Trabajo un proyecto de una película sobre una mujer especial. No quiero decir las razones por la que es especial, pero es una historia sobre la feminidad. Quiero desarrollarla lo más rápido posible. La caja fue un proceso lento y largo. No solo el guion, sino el rodaje en Chihuahua, en condiciones muy difíciles, entre maquiladoras. Fue un proyecto titánico para la producción. Ahora quiero que todo sea lo más rápido posible. Será en Estados Unidos. Eso lo tengo claro, pero todavía está todo muy crudo. 

Claro, una zona hostil. ¿Qué fue lo más difícil del rodaje?

—Yo quería aprovechar al máximo el estado de Chihuahua, uno de los más bellos que he visto. Eso requería muchos viajes, distintos hoteles, la sierra de Creel, Ciudad Juárez con las maquiladores, San Francisco de Borja, donde está la fosa común. Fue un ambicioso plan. Además, es un estado bastante inseguro por los carteles. Había que manejar ese tema, ir a las locaciones antes para asegurar no tener problemas con el cartel de determinado lugar. Fue muy complejo todo. 

¿Y cómo garantizaban no tener problemas con un cartel?

—Bueno, tuvimos que informar que íbamos a filmar una película, que no fuera una sorpresa para nadie, que ellos supieran que no era un trabajo en su contra. De esa manera pudimos hacerlo.

¿Cómo vislumbra el futuro del cine después de la pandemia y con el avance de las plataformas?

—Las plataformas llegaron para quedarse. Afortunadamente, siempre hará falta contenido. Ojalá la exhibición en salas se mantenga en la medida de los posible. No será como antes, eso es una realidad. Pero es importante que exista la opción de ver las películas en sala. El negocio cambió para siempre. 


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