El largometraje protagonizado por Colin Farrell y Brendan Gleeson se desarrolla en una isla olvidada por la esperanza. Una amistad que termina repentinamente, entonces el caos

Caracas. Hay quienes piensan que lo paradisiaco está en la mitad de la naturaleza, lejos de la ciudad y su rutina siempre vista como enloquecida y casi paranoica.

Sin embargo, la tranquilidad del campo o de una isla casi solitaria pueden ser el escenario para el declive personal y grupal de una pequeña comunidad, para un encarnizado enfrentamiento interno con los más profundos miedos, consecuencias del límite con la soledad y el tedio.

Pádraic Súilleabháin (Colin Farrell) ve cómo su mundo se vuelve otro cuando su gran amigo Colm Doherty (Brendan Gleeson) le dice que ya no quiere pasar más tiempo con él, que ya no es de su agrado.

Los espíritus de la isla
Las discusiones entre los ex amigos cargan con la hostilidad de un momento irreparable

Son palabras directas y afiladas que descomponen al hombre, habitante de una pequeña isla acompañada de un mar frío y amenazante, un lugar donde sobra tierra, y sombrías son las casas y bares, no precisamente por la falta de luz.

Ambientada en los años veinte, Los espíritus de la isla tiene como contexto la Guerra civil irlandesa, un conflicto que en la película parece lejano, pues solo se escuchan eventualmente las detonaciones de los enfrentamientos del otro lado del mar.

Los pocos habitantes solo imaginan lo que ocurre más allá, solo suponen, mientras llevan por dentro otros conflictos en un lugar que luce olvidado por todo.

Los espíritus de la isla
Pádraic Súilleabháin se hunde cada vez más en el desespero por una verdad esquiva

Es en ese momento cuando esa amistad de tantos años se termina. Pádraic quiere entender qué pasó, cómo es que de repente su gran amigo no quiere estar más con él. Entonces, empieza su viaje a una verdad que le parece esquiva, mientras Colm reacciona de manera inesperada a los intentos del otro, a quien debe decirle que en realidad busca la trascendencia después de su muerte, un propósito inalcanzable si continúa con la rutina en bares y simples conversaciones.

Los espíritus de la isla es dirigida y escrita por Martin McDonagh. Está nominada a nueve premios Oscar, entre ellos Mejor Película y Mejor Dirección, además de los renglones actorales. Sin duda, es un largometraje fortalecido por su historia, el subrayado en cada toma, así como en la potencia de sus actores.

El pueblo es un pequeño infierno en el que cada rincón es escenario de un hecho condenable, pero sin mayor reacción de quienes viven en la constante inercia de un ambiente enrarecido, casi en la inamovilidad, y sin propósitos.

Hay un humor que se pasea entre tanta tensión, uno quirúrgico, sagaz y a veces cínico en una trama repleta de una constante tirantez; entre la angustia de un personaje ofuscado por el imprevisto cambio y la determinación del otro con su presunto futuro.

Los espíritus de la isla
Colin Farrell se convierte en fuerte candidato al Oscar por su papel en Los espíritus de la isla

Colin Farrell muestra en Los espíritus de la isla un personaje que inquieta al espectador, quien a veces lo desdeña, otras lo conmueve, pero que también se desespera y más adelante es condescendiente. Por momentos, en plena lucidez, se convierte también en un faro a la reflexión frente a la muralla, tanto literal como figurada, en la que se ha convertido el personaje de Brendan Gleeson.

Por otro lado, está Siobhán Súilleabháin (Kerry Condon), la hermana de Pádraic, testigo de la turbulencia que llega hasta el hogar, y quien trata de hacer llevadero el despecho. También está Dominic Kearney (Barry Keoghan), un joven que escapa del abuso en su casa, atormentado además en un ambiente nada promisorio.

Los espíritus de la isla se desarrolla en un ambiente sin esperanza, donde el más allá del mar promete más que la rutina de la desidia, así sean lares desconocidos, y las explosiones de la guerra sean una constante. Quizá sea mejor enfrentar una guerra declarada que una solapada.

Los espíritus de la isla
Colm Doherty es un músico que quiere emular a Mozart en medio de la nada 

Es cierto que por breves momentos cae en esa línea de dibujar a personajes menores como siempre suele hacer, como un recurso fácil para impulsar más su propuesta, pero tampoco se anula el ala en pleno vuelo. Interesante también la relación de cada protagonista con sus animales, últimos refugios en el desconsuelo y únicos motivos de reconocimiento.

Fuerte candidata al Oscar como Mejor Película por su revisionismo de sentimientos y conflictos de grupo, por su lectura vinculada a paralelismos, por el conjunto de su propuesta como obra, la potencia de sus actuaciones y el tino de un director que engrana con riesgo un discurso con el que es fácil de conectar, pero que irónicamente no es tan potable para desentrañar. Es un largometraje difícil de digerir, aunque se adviertan las intenciones del autor. Gran película.

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