La tercera película de Jordan Peele se presenta como una crítica a la industria del cine y el afán de fama exacerbado en redes.

Caracas. Hace cinco años Jordan Peele despuntaba en la industria del cine con ¡Huye!, una película de terror protagonizada por Daniel Kaluuya, quien interpreta a un joven que debe escapar de una familia que captura a personas negras en nuevas maneras de esclavitud.

Una obra que no pasó inadvertida. Que del boca a boca pasó a ser una de los largometrajes del año 2017, una ópera prima que perfilaba al director como un realizador a seguir entre los de su generación. De hecho, el guion —escrito por él— obtuvo el premio Oscar como Mejor Guion Original.

Luego estrenó en 2019 Nosotros, un terror mucho más psicológico que enfrenta a una familia a unos personajes que cada vez se vinculan más, y en cierta forma, se retroalimentan entre presente y pasado.

¡Nop!
La trama de ¡Nop! se desarrolla en una granja donde se crían caballos

Ahora, llegó a las salas de cine ¡Nop!, que tiene nuevamente como protagonista a Daniel Kaluuya, quien interpreta a OJ Haywood. Él vive con su hermana Emerald (Keke Palmer). Ambos se encargan del negocio familiar: la cría y entrenamiento de caballos para la industria del cine.

Habitan en un lugar lejano a la ciudad, con extensos campos para la operación del negocio. Jordan Peele, nuevamente director y guionista, los ubica en la trama como descendientes del jinete del caballo negro que se registró en el experimento realizado por Eadweard Muybridge en 1878, titulado El caballo en movimiento, que indaga si el animal apoya o no algún casco durante su trote. Un hecho además clave para las maneras de filmar en la época.

¡Nop!

En la película, este hecho es un manifiesto del director, quien así subraya cómo la comunidad negra en Estados Unidos ha formado parte de la industria desde sus comienzos. Desde ¡Huye!, el realizador siempre ha tratado de que en su obra haya un discurso social o político, muy cercano al que enarbolan algunos grupos activistas de su país. Claro, tampoco es que el realizador hace propaganda ni es obvio en sus intenciones, con astucia y de manera tenue, sabe cómo hacer denuncia, a la vez que deja claro sus principios.

La vida de OJ se trastoca cuando muere su padre. Aparentemente, lo mata una llave que cae del cielo, una lluvia de objetos que cayeron de un avión. Todavía hay más. Las cosas en el negocio dejan de estar bien.

¡Nop!
En la película hay una sátira al mundo del espectáculo

Entonces, descubre que una extraña criatura, aparentemente alienígena, empieza a comerse a las personas de su entorno más cercano. Con su hermana, idean un plan de registrar con sus cámaras lo que ocurre, y así, hacerse famoso cuando puedan mostrar el registro en el programa de Oprah.

Todo ocurre en momentos muy bien logrados de tensión, con unas dinámicas bastante ajustadas al estilo del cineasta, con diálogos por momentos hilarantes y absurdos en su justa dosis.

Hay una revisión por parte del creador a las formas de la industria del cine, así como al afán de figurar que se ha exacerbado en las redes sociales. Esa búsqueda constante de conmoción, bien sea a través del video en medio de tragedias en la vida real, o de la espectacularidad sin sustento en el cine. Hay un claro mensaje que cuestiona de parte Jordan Peele, quien deja colar acá su gusto por Akira.

Esa intención se nota aun más cuando aparece Ricky ‘Jupe’ Park (Steven Yeun), quien fue una estrella infantil en un programa que vivió una tragedia en el set de grabación, pero él, sin piedad, puede lucrar con ese hecho en la actualidad.

Hay toda una nota de concretar en la obra la lectura del autor a lo que considera se ha salido de control en muchos aspectos de la industria y la vida cotidiana de las personas, ansiosas por figurar.

¡Nop!
Una trama que culmina con referencias al mundo de la ciencia ficción

¡Nop! más que terror, es una película de ciencia ficción que indaga en la psicología de sus personajes para que el público encuentre ciertos espejos.

Todas esas líneas son maravillosas, sobre todo en los primeros actos, cuando logra cautivar a la audiencia, que constantemente se inquieta y se pregunta qué está viendo en la pantalla. Hay un ejercicio interesante entre creador y público.

Sin embargo, ¡Nop! en su resolución se desvincula de sus maneras presentadas para entregarse a la espectacularidad, una que por momentos se vuelve ramplona y predecible en demasía, sin lugar para la sorpresa que se disfrutaba en los actos anteriores, momentos en los que las preguntas eran respondidas con vuelcos inesperados.

Su clímax atenta contra sus intenciones y formas, y puede que desajuste a más de uno. Claro, tampoco es que vapulea a la película hasta el foso, pero esa traición a sus planteamientos iniciales genera una contradicción en su discurso, que en cierta medida también es endeble por todo el aparataje alrededor de ¡Nop!. Aun así, es una película que da para el debate, y que seguramente entrará para muchos entre las mejores del año.

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