trujillo

Cada vez es más frecuente que en el país se tome la opción de cremar a un difunto en vez de enterrarlo, debido a los costos de este último proceso. Sin embargo, ya con las cenizas en mano, surge un nuevo problema: conseguir dónde guardarlas o depositarlas, pues las pocas iglesias habilitadas están copadas y no las reciben.

San Cristóbal. En Venezuela el realismo mágico salta una vez más de la pluma de Gabriel García Márquez a la realidad. En el país muchos recrean a la Santa publicada en Doce cuentos peregrinos, hace casi 30 años. Pues, como Margarito Duarte, del cuento, Hilda Sanguino hoy pasea con las cenizas de su esposo buscando darle reposo eterno. Ella recorre iglesias y camposantos buscando un espacio para que reposen las cenizas de su esposo, José Pernía, a quien cremaron porque el dinero no le alcanza para pagar los servicios de un cementerio.

Así que vagar con las cenizas es parte de la realidad de muchos venezolanos, como Hilda Sanguino, quién desde el 1° de noviembre del 2020, cuando su esposo muere (sin atención médica) no ha tenido sosiego.

“Son 47 años de casados, toda una vida juntos y se me vino a morir mi marido justo en estos momentos tan, pero tan bravos. Él no murió de COVID-19. Le dio fue un ACV y no podían verlo los doctores porque no tenemos carro y como vivimos fuera de San Cristóbal, no podíamos llevarlo hasta allá donde hay hospitales. Los vecinos que tenían carro no tenían gasolina, así que casi que murió sin atención. Nada más con nuestras atenciones, lo que es muy triste para un hombre que trabajó tanto y crio bien a su familia”.

Pero lo que no sabían ella y sus hijas, era que apenas comenzaba una nueva etapa de pena, la de peregrinar con las cenizas del cuerpo de José Pernía. No solo era el dolor de la muerte, era el sacrificio de la sepultura y permitirle, en la fe cristiana, darle un descanso eterno. Hecho que pasa por el rito de depositar las cenizas en un lugar santo, de acuerdo con lo que estipuló el Vaticano.

“Antes uno sabía que si alguien moría se enterraba en el cementerio. Toda la vida fuimos así en Venezuela, ahora con tanta pobreza y precios tan caros nos toca, queramos o no, la cremación. Pero mi marido siempre pensó en todo y teníamos un puesto en el cementerio Metropolitano, que es el mejor del Táchira. Pero cuando murió y nos fuimos averiguar para enterrarlo, era mucho más caro meterlo en su propio terreno del cementerio que cremarlo, porque resulta que por abrir el hueco cobran una fortuna. Se aprovechan. Nos cobraron el pasado 1 de noviembre 800.000 pesos, solo por mover la tierra ($230)”.

Para un venezolano común 230 dólares es mucho dinero, si se toma en cuenta que el salario mínimo no llega a 2 dólares al mes; en este caso son adultos mayores y su pensión no llega al dólar mensual. 

Así que mientras consiguen un lugar para ubicar las cenizas del esposo de Hilda, ella seguirá con su pequeño cofre de cenizas buscando, porque, según su experiencia, no hay descanso para el venezolano, en este momento, ni aún después de convertirse en cenizas.

Para un entierro se necesita más de 25 años de trabajo

Hace casi tres meses, relata Hilda, que la cremación junto con el alquiler del ataúd y lo que implica el funeral les costó 600.000 pesos colombianos, cerca de $200. Hoy el mismo servicio cuesta 240 dólares.  

Hacer un entierro, teniendo ya la propiedad del terreno en el cementerio, salía en 2 millones de pesos, $600 aproximadamente. Una fortuna para un venezolano común, lo que equivale a unos 25 años de salario mínimo mensual.

“A las tres horas de cremado nos dieron la cajita con las cenizas de mi esposo”, relata Hilda. “No sabíamos nada de eso porque siempre fuimos a entierros, no a cremaciones, pero nos dijeron que las cenizas no deben estar en la casa, sino en columbarios. Pero nos pusimos a averiguar y solo conseguimos tres iglesias que tienen eso, que es la iglesia de Barrio Sucre (Nuestra Sra. de Fátima), la de Pirineos II (Santísima Trinidad) y la Unidad Vecinal (Divino Redentor). No hemos sabido de más. Además de los dos cementerios, el Metropolitano y el de Tucapé, según averiguamos”.

En el cementerio Metropolitano, para depositar las cenizas cobran $52 en un espacio que se deja en calidad de alquiler por un año. En la iglesia el Divino Redentor son $30 al año, pero no hay espacio y en la iglesia de Barrio Sucre son menos de $20, pero tampoco hay espacio. En Pirineos son $100, según les informaron y la familia no tiene ese monto.

“Además de eso tenemos que llevar una serie de requisitos, que como se sabe en Venezuela es difícil de sacar documentos o terminan siendo costosos. Nos piden acta de defunción, el acta de cremación, cédula del fallecido, cédula de quien firme el contrato, entre otras cosas”.

Les falta saber el costo en el cementerio de Tucapé y el de otra de las iglesias, así que seguirán andando con las cenizas para ver cuándo coincide espacio con bolsillo, a fin de dar descanso a los restos humanos de José Pernía. 

Nichos para cenizas están copados

En la iglesia El Divino Redentor de la Unidad Vecinal, en la capital del Táchira, funciona un columbario, que es como se llama al lugar donde reposan las cenizas de quienes ya fallecieron. El párroco del templo, el presbítero Iván Jaimes, relata que albergan 245 nichos y todos están ocupados. “Tenemos ahora en San Cristóbal también la Iglesia Virgen de Fátima, la de Pirineos y la Coromoto”.

Ampliar el espacio para agregar más nichos no es posible en la iglesia la Unidad Vecinal, dice el sacerdote, porque no hay espacio. 

Al ser consultado sobre la razón por la que las cenizas deben llevarse a un columbario y no es recomendable tenerlas en casa, el padre Jaimes explica que: “La iglesia católica permite la cremación y también dice que existen dos opciones al recibir los restos. Una de las opciones es enterrar las cenizas en un cementerio o llevarlas a un columbario, donde se pueden guardar en nichos”.

Padre Jaimes

En relación con los columbarios indica que “antes no eran lugares muy conocidos entre los venezolanos, pero hoy día se están haciendo más comunes en la sociedad y sirven para guardar los restos. La iglesia dice que quien muere necesita descansar en paz y si se dejan en casa sus cenizas, a veces en ese lugar hay peleas, fiestas y esas cenizas no tienen el debido respeto porque en ocasiones hasta se nos olvida que están allí guardadas. Es bueno que esos restos se lleven a un lugar tranquilo porque merecen respeto, un campo santo”.

Destaca el sacerdote que la iglesia tampoco recomienda que las cenizas del difunto sean arrojadas a la montaña, al mar o el río. “Es un ser humano (el que falleció), un hijo de Dios, por tanto, merece que lo tratemos como a un cristiano y la iglesia no permite que las cenizas de un ser humano reciban ese trato, como si fuese un animal o un poco de arena que se bota”.

El padre Jaimes pide que se lleve la ceniza a un cementerio o un columbario, “existe uno en su parroquia desde hace unos dos años. Lo edificamos por la propia situación económica del venezolano”.

En relación con la firma del contrato anual, explica que esto tiene como meta que la familia no abandone ahí las cenizas de su familiar. “En el nicho de aquí tiene dos familiares y se paga una sola cuota anual”. 


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