Los trabajadores de hospitales de la entidad aseguran que viven temerosos de contagiar a sus familiares debido la alta exposición a pacientes con coronavirus. Afirman que la campaña emprendida solicitando donaciones de guantes, tapabocas y otros insumos ha calado, pero las cantidades recibidas son insuficientes.

Barcelona. En los tres primeros meses de desarrollo de la pandemia de COVID-19, Anzoátegui mantuvo cifras de dos dígitos en cuanto a la detección de casos positivos. Un factor que daba cierto respiro al personal de salud era que los pocos casos detectados no habían producido decesos. Hoy, el panorama es otro.

En las últimas dos semanas la enfermedad ha mostrado un pico que despertó la preocupación de quienes laboran en el sistema de salud regional. A la fecha Anzoátegui sobrepasó la barrera de los 100 contagios y según los reportes emanados de la Gobernación del estado, nueve personas han fallecido sospechosas de haber contraído el virus.

Así como en el resto del mundo, en la entidad, el personal de salud enfrenta en primera línea la batalla contra el COVID-19, pero a diferencia de sus colegas, que en el resto del orbe se les ve apertrechados con toda la indumentaria necesaria, médicos y enfermeras anzoatiguenses afirman encarar esta “nueva normalidad” en franca desventaja con respecto a sus pares.

Esa situación los llevó a emprender una campaña en redes sociales, solicitando a la colectividad la donación de Equipos de Protección Personal (EPP), y si bien en poco más de una semana varias organizaciones han respondido al llamado, el personal asegura que la necesidad es tal que las donaciones son insuficientes.

Enfermeras en primera línea

María, Juana e Ismeri, así decidieron llamarse para evitar persecuciones o amenazas ante sus reclamos, son tres enfermeras que enfrentan cara a cara en los hospitales Luis Razetti de Barcelona (centinela) y César Rodríguez (Guaraguo) la enfermedad, que en el mundo ha dejado más de 500.000 decesos, con una particularidad y es que su lucha la hacen con Dios como principal protección.

Al momento de salir uso el método más poderoso que tengo y es mi fe en Dios, me encomiendo a él para que cuide de mí”.

Así comienza su relato María, una enfermera que en estos últimos cuatro meses ha visto cómo sus niveles de ansiedad han aumentado e indica que además de luchar contra una enfermedad sin la protección primaria, tiene que hacerlo con el mínimo apoyo posible ante la falta de personal.

“En el Razetti el trabajo siempre ha sido fuerte y estresante, pero con la pandemia es mucho más complicado debido a que no contamos con el Equipo de Protección Personal y el personal no está completo, los pocos equipos que llegan siempre se los dan a los doctores. Los enfermeros estamos en la primera línea, ya que somos nosotros los que nos encontramos en contacto directo y más permanente con los pacientes”, relata María.

Dice que realiza su trabajo con dedicación y amor porque eso fue lo que ella escogió como método de vida, pero la devoción que le tiene a su profesión no la aparta de recordar que tiene una familia, a la que teme contagiar por el contacto con pacientes del área de COVID-19.

Tengo una niña de 2 años, a quien amo con todo mi corazón, y tengo miedo de infectarla por negligencia de los directivos del sitio donde hoy ejerzo mi trabajo con amor y cariño. Al llegar a casa me quito todo lo que traigo, lo pongo a lavar con agua caliente y suficiente jabón, y de la misma manera me baño yo, pero eso igual no asegura que esté libre del virus si en el hospital no cuento con la protección debida”.

María se atreve a decir que en el Razetti hay cierta injusticia hacia el personal de enfermería. Tuvieron que exigirle a la jefa de Epidemiología de practicarles la prueba del hisopado nasofaríngeo, pues asegura que dos enfermeros y tres médicos del hospital ya dieron positivo al COVID-19, cuando esto debería ser un procedimiento regular.

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El pasado miércoles personal del área de Emergencia protestó para que les realizaran la prueba nasofaríngea para descartar el COVID-19 / Foto: Cortesía

“El miércoles pasado nos reunimos alrededor de 40 trabajadores de la Emergencia para exigir que nos realizarán la prueba molecular para detectar el COVID-19, ya que tenemos a seis de nuestros compañeros infectados asintomáticos y la doctora de Epidemiología se negaba a realizarla. Nosotros, molestos, le dijimos que si no colaboraba la íbamos a denunciar y nos retó a que llamáramos a la prensa. Se molestó porque exigimos nuestros derechos. Lo que siempre alegan es que hay poco material, o sea como que nosotros no importásemos y no tuviésemos familia”.

“Mi hija me ruega que no trabaje”

Así como María, Juana piensa en su hija cada vez que sale a sus labores en el hospital César Rodríguez del sector Guaraguao de Puerto La Cruz. La niña tiene 4 años de edad y la cuidan unos familiares que viven en su residencia, entre ellos su mamá, de 75 años de edad.

Sin agua, sin área de descanso digna y sin equipos de bioseguridad afrontan su jornada las enfermeras del hospital adscrito al IVSS y que, pese a no estar incluido como centro para pacientes con coronavirus, ahora forma parte de la red que recibe enfermos con sintomatología leve a moderada para descongestionar el Razetti.

Otros centros donde también atenderán a pacientes con la patología son el hospital del IVSS Domingo Guzmán Lander (Las Garzas), la clínica municipal Nazareth, y los CDI de Campo Claro, Fabricio Ojeda y El Paraíso.

Es deprimente trabajar en esta situación. Mi hija, a pesar de que tiene 4 añitos, me dice que no vaya al trabajo porque hay COVID-19 y es feo. Se levanta cuando me preparo para salir y me dice: ‘Mami, te amo y quiero que regreses conmigo’. Me entristece, pero a la vez me da fuerza para luchar con este virus. Vivo con el temor a contagiar al resto de mi familia”.

Para Ismeri, que trabaja en el hospital Razetti, la campaña con la solicitud de donaciones ha tenido eco pero no el que se espera. Sostiene que no tiene nada en contra de los doctores, pero las donaciones en su mayoría van hacia los médicos y se sienten ignoradas.

“Al equipo de enfermería nos obligan a trabajar con lo que, según la directiva, nos pueden resolver, pero la alta gerencia del hospital cuenta con equipo completo: caretas, lentes y trajes de bioseguridad, para simplemente pasear por la institución. Ya hay tres médicos y dos enfermeros contagiados, y nos señalaron que cada uno de nosotros sabíamos del riesgo, que no había nada que hacer. Esa no es respuesta de un jefe hacia un personal”.

Donaciones llegan pero no es suficiente

El jefe de la Sociedad de Médicos Residentes del hospital Luis Razetti, Oscar Navas, dijo que recibieron un importante aporte “hecho por unos ángeles desconocidos”. Tapabocas, caretas, guantes, bragas, botas y líquidos de limpieza llegaron el miércoles pasado de manos de la Fundación Tapas Anzoátegui.

Esta campaña es dirigida a toda la colectividad para que se manifieste en favor de nosotros que estamos en primera línea, no solo frente al coronavirus, sino a todas las demás enfermedades. Necesitamos protegernos para proteger a los demás. Somos 2700 anzoatiguenses que trabajamos en este hospital y necesitamos ayuda. Hace falta más”.

Tibisay Triana, directora del principal centro asistencial del estado, corrobora las necesidades del personal. Afirma que reciben los insumos de las autoridades sanitarias, pero en pocas cantidades, insuficientes para el consumo interno, que abarca hasta el hospital de niños.

Los residentes hicieron unos flayers solicitando insumos y la comunidad ha respondido, pero la necesidad sigue. Es primordial recibir lentes, protectores faciales y guantes. Si se infectan nuestros trabajadores es complicado, porque muchos médicos y enfermeros han emigrado y eso disminuyó el personal de la institución.

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El personal de salud continúa realizando su campaña para la recolección de equipos de bioseguridad / Foto: Cortesía

Las enfermeras del Razetti dicen que la llegada del virus sobrepasó la capacidad operativa del hospital. Refieren que para el funcionamiento óptimo del área de COVID-19 y emergencias deberían trabajar mínimo 13 personas, pero solo hay cinco disponibles, y tienen que pedir apoyo a personal de posgrado.

Al momento de realizar esta nota, en el área había 20 personas recluidas, Triana sostuvo que además de gestionar la colaboración con otros centros asistenciales para recibir pacientes de la zona norte con COVID-19, en el Razetti se hicieron varias adecuaciones para elevar su capacidad y de 10 camas ahora cuentan con 23 espacios para albergar enfermos con el coronavirus.

Esta semana la institución recibió 13 ventiladores (10 serán instalados y 3 quedarán en reserva) con lo que ampliaron la disponibilidad de aparatos para respiración mecánica.

“Solo en área de COVID-19 tendremos ahora 12 ventiladores, la terapia intensiva cuenta con 4, independientes de los del COVID-19. Para ampliar los cupos, el área de Soporte y Vida fue mudada al piso 4, en donde está la Terapia Intensiva y Trauma Schok también fue mudada. La Emergencia se remodeló casi que completamente”.

Aunado a los anuncios de Triana, autoridades municipales informaron que han acompañado la dotación de equipos de bioseguridad a los hospitales César Rodríguez y Luis Razetti, sin embargo el personal del Razetti introdujo el miércoles pasado un documento en el que exigen la dotación inmediata de insumos.


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