Las ensenadas marinas del centro del país han sufrido el impacto de los derrames petroleros de la refinería El Palito y la acumulación de una gran cantidad de desechos que amenaza a especies en extinción como la tortuga marina. En agosto de 2020, las costas carabobeñas vivieron uno de los derrames petroleros más grandes en la historia del país, cuyo impacto en el lecho marino aún no se ha determinado.

Regiones. Las costas del centro del país, afirman grupos ambientalistas, se han convertido en vertederos improvisados en los que grandes cantidades de basura mantienen en jaque al ecosistema marino. A la par de ello, los derrames petroleros de la refinería El Palito también contribuyen con la contaminación de la línea costera. 

En el eje costero de Carabobo hay 21 kilómetros de costas, divididos entre los municipios Puerto Cabello y Morón, y en agosto de 2020 sufrieron uno de los mayores impactos ambientales derivados de un derrame de crudo en la refinería El Palito. 

De acuerdo con ambientalistas, ese derrame alcanzó unos 350 km cuadrados de superficie en el agua y más allá de las respuestas tímidas de Pdvsa, aún no se sabe en realidad la magnitud del área afectada, ni las repercusiones en el ecosistema marino.

Biólogos marinos todavía no han podido determinar qué tipo de hidrocarburo fue el que se derramó en ese incidente que afectó la costa carabobeña junto con el parque nacional Morrocoy, la razón: no contaban con los recursos económicos para hacer la investigación de campo, además de la cuarentena por la COVID-19, porque no lograron recibir la permisología para hacer la toma de muestras.

Julia Álvarez, coordinadora en Carabobo de la fundación Fudena, aseguró que solo pudieron observar mediante imágenes satelitales el alcance del desbordamiento de hidrocarburo, y determinar que el derrame abarcó unos 68 kilómetros cuadrados.

Para ese momento Pdvsa no realizó la toma de muestra y no se pudo establecer el tipo de hidrocarburo que afectó el ecosistema marino.

El profesor Eduardo Klein tomó imágenes satelitales porque fue la única manera en que los biólogos pudimos saber la situación de los mares. Hubo un grupo que hizo un estudio para determinar qué tipo de hidrocarburo era, pero Pdvsa no lo hizo”, sostuvo Álvarez.

La bióloga advirtió que el problema está en el ecosistema de los peces afectados: “los peces, las ostras, los moluscos, las langostas pueden verse afectadas a largo plazo disminuyendo su población porque no se puede reproducir”.

En 2019 dos derrames de Full Oil provenientes de los tanques de la Termoeléctrica Planta Centro también afectaron 3,3 kilómetros de costa. El primero fue en julio de 2019 y el segundo ocurrió en noviembre de ese mismo año.

Turismo en Puerto Cabello

Lisandro Lombardi, presidente de la Cámara de Turismo de Carabobo, aseguró que la deficiencia de los servicios públicos ha llevado a los prestadores de servicios de hospedaje a invertir en la compra de plantas eléctricas y hacer pozos profundos para garantizar el servicio eléctrico y agua.

Insistió en que la modalidad de 7+7 para contener la propagación de la COVID-19 ha puesto en jaque a los comerciantes, pues solo pueden laborar durante las semanas flexibles. Ante la caída de ventas, Lombardi propone que el esquema de contención sea 15+7, es decir, dos semanas de flexibilización y una radical.

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Los derrames de crudo son una constante amenaza en las costas de Carabobo y Falcón / Foto: Cortesía Fudena

Otro factor que afecta a los prestadores de servicios turísticos es la falta de conectividad y la escasez de dinero en efectivo: no pueden cobrar las ventas por sistemas digitales como tarjetas de débito, transferencia o pago móvil.

Algunos vendedores ambulantes han tenido que creer en la responsabilidad y compromiso de sus compradores. Venden sus productos, alquilan sus sillas y toldos y aceptan que el pago se realice una vez que sus clientes se retiren del lugar y tengan acceso a Internet.

Basura arropa playas de La Guaira

En los espacios de las principales playas del Litoral Central se acumulan más de dos toneladas de basura durante los fines de semana, según cálculos preliminares de grupos ambientalistas de la entidad federal.

Con ocasión al Día Mundial de las Playas, la acumulación de desechos sólidos u otros objetos de la propia naturaleza preocupa a voluntarios, ambientalistas, trabajadores playeros y habitantes de esas zonas que se consideran turísticas.

A pesar de que los voceros de la Cámara de Turismo de Vargas y la Federación de Comerciantes Playeros insisten en que sus prestadores de servicio colaboran en la limpieza de las diferentes ensenadas marinas, cada lunes de semana de confinamiento la realidad contrasta con los pretendidos esfuerzos.

El desborde de basura en orillas, arenas y espacios adyacentes, además de calles y avenidas que bordean las playas, resulta evidente a los ojos de pobladores y visitantes. Ello sin olvidar la presencia de moscas, insectos y roedores, así como olores nauseabundos, que pudieran incidir en la propagación de enfermedades.

En las playas de La Guaira siempre hemos tenido ese problema, los temporadistas que no tienen conciencia de arrojar los desperdicios en los recipientes, que tampoco son muchos”, explicó Heriberto Gutiérrez, mientras caminaba por la acera del balneario de Camurí Chico.

“También tenemos prestadores de servicio en las playas que no atienden el tema como debe ser y un gobierno local que no retira la basura a tiempo. Es el cuento de nunca acabar”, agregó.

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Ambientalistas tratan de concientizar a los ciudadanos pero aseguran que es una tarea ardua / Foto: Cortesía

Cerca del referido balneario, en el Paseo de Macuto, los comerciantes denunciaron que la recolección de desechos no se realiza con eficiencia por parte de los camiones de la Gobernación de La Guaira y la Alcaldía del municipio Vargas.

“Aquí se solapan las funciones el gobernador (José Manuel Suárez) y el alcalde (José Alejandro Terán). Al segundo es a quien le toca legalmente recolectar la basura no solo de las playas sino de todos los espacios urbanos y rurales”, manifestó Artemio González, encargado de una fuente de soda en el lugar.

Voluntarismo y rescate ambiental

En el estado 23 de la República Bolivariana de Venezuela, con 170 kilómetros de costa marina y 64 balnearios y ensenadas habilitadas para los bañistas, han surgido iniciativas de grupos universitarios que adelantan jornadas de rescate ambiental.

En Playa Los Cocos, una de las más concurridas de la parroquia Caraballeda, una veintena de jóvenes del movimiento Voluntad Ecológica asumió por estos días la recolección manual de basura, escombros u otros objetos de la naturaleza. 

Los participantes llenaron un total de 10 bolsas de 20 kilogramos de desechos materiales cada una, lo que representa el retiro de aproximadamente 200 kilos de basura de esta playa, ubicada detrás del Hotel Meliá Caribe, que junto con el Hotel Macuto Sheraton han sido abandonados por sus operadores turísticos desde el deslave natural del 15 y 16 de diciembre de 1999.

Con estas actividades, que repetimos en otras playas de Caraballeda, buscamos que los temporadistas tengan conciencia para un mejor disfrute de nuestros espacios recreativos”, señaló Grecia Mata, una de las voluntarias, estudiante de Derecho en la Universidad Central de Venezuela.

Otro de sus acompañantes, Gilberto Ruíz, estudiante de Arquitectura de la Universidad Santa María, cree que con estas acciones ecológicas “marcamos la diferencia como ciudadanos y contribuimos a crear conciencia entre miles de temporadistas que nos visitan desde Caracas y otros estados del país”.

En Aragua reina la basura

Aragua cuenta con más de 45 kilómetros de costa. Sus playas ubicadas en Ocumare de la Costa o en Choroní son muy conocidas y concurridas por su belleza y diversidad.

Pero estas bellezas naturales no han escapado de la contaminación ambiental y de los dañinos efectos que le ocasionan a los ecosistemas marinos, como por ejemplo, el derrame de hidrocarburos y los desperdicios plásticos que son lanzados a diario en las playas.

Se calcula que 62 % de los desechos acumulados en los fondos marinos son plásticos, de acuerdo con reportes de la Fundación Azul Ambientalistas, que desde hace más de un año realiza un monitoreo en las playas de Ocumare, Cuyagua y Choroní en el que han comprobado “la existencia de vertederos submarinos de basura en las costas de Aragua, pues hay mucho plástico en el fondo del mar que todos los días son arrastrados a la orilla”.

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La basura es un grave problema de contaminación en Ocumare de la Costa / Foto: Cortesía

Gustavo Carrasquel, presidente de la fundación, reitera las evidencias de la acumulación de basura submarina en Cata, en un gran vertedero entre La Boca y El Playón, municipio Costa de Oro, así como en el río Tipire en Choroní, municipio Girardot.

En junio pasado, durante una de las tantas jornadas de limpieza que Azul Ambientalistas realizó en las costas de Aragua, los desperdicios más encontrados fueron palitos de chupeta, colillas de cigarrillos y botellas plásticas, además de un nuevo elemento de contaminación como las mascarillas desechables.

Choroní anida tortugas marinas

Esta basura submarina acarrea graves daños al ecosistema y su diversidad de especies, como la tortuga marina, que está en peligro de extinción. Según un estudio de la Universidad de Tokio, 52 % de las tortugas marinas de todo el mundo ha ingerido desechos plásticos.

Y las que se encuentran en Choroní no son la excepción.

Por eso desde hace 11 años, un movimiento ecológico liderado por el biólogo marino, Marco Caputo, residenciado en este pueblo costero de Aragua, intenta cuidar y preservar esta especie que solo en julio del 2020 eclosionó más de 300 tortuguillos.

Se conocen siete especies en el mundo, de las cuales cuatro usan las costas venezolanas incluyendo las de Aragua para desovar: Tortuga Verde, Tortuga Cabezona o Caguama Tortuga Carey y la Tortuga Cardón. Todas ellas se encuentran catalogadas en mayor o menor riesgo de extinción, considerándose la Carey y la Cardón en peligro crítico”, reseña la Fundación Azul Ambientalistas.

Dado que 22 % de las tortugas que ingieren un solo artículo de plástico está sentenciada a muerte, de acuerdo con los reportes de los especialistas, su conservación es de vital importancia, pues contribuyen, entre otras cosas, a la estabilidad de las áreas costeras.

Por eso, Caputo ha involucrado a la comunidad de Choroní y particularmente a los niños de la zona, para proteger a las tortugas marinas, con charlas de identificación de rastros, monitoreo y demarcación de los nidos.

Este año, la Fundación Azul Ambientalistas en el marco de la Campaña Internacional de #LimpiezaDeCostas, organizada por la Ocean Conservancy, estará nuevamente monitoreando las playas aragüeñas y recopilando datos de la jornada a través de la aplicación móvil Clean Swell, creada y desarrollada por Ocean Conservancy, que permite registrar cada uno de los desperdicios que se recolecta, realizar un seguimiento de la distancia total limpiada y ver el peso total de desperdicios que se recolecta.

“Este año haremos por primera vez cuantificación de basura submarina con el apoyo de más de 30 buzos en la Bahía de Cata, coordinados por la Fundación Arrecifes de Venezuela y el Centro de Investigación para Tiburones”, anunció Gustavo Carrasquel.

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