En la zona oriental se encuentran parte de las costas más paradisíacas de Venezuela. Sin embargo, ese paraíso es amenazado por la incesante caída sin control de aguas residuales en sus costas. Ambientalistas hacen un llamado a las autoridades para evitar que los daños conviertan estos parajes en zonas inutilizables.

Regiones. Las costas de Sucre y Anzoátegui son reconocidas por sus paisajes exuberantes y su bondad de tener sol prácticamente los 365 días del año, pese a ello, especialistas advierten que sus playas se encuentran en peligro, debido al alto grado de contaminación como consecuencia de la gran cantidad de aguas residuales que son descargadas en ellas sin tratamiento. 

De los 2803 kilómetros de costas marítimas que posee Venezuela, Sucre abarca 705 de ellos, es la segunda entidad con mayor extensión de costas después de Nueva Esparta.

Desde el Golfo de Paria hasta el Golfo de Cariaco, Sucre está bañado por el mar Caribe y el océano Atlántico, cuenta con magníficos escenarios naturales de playas únicas, algunas casi “vírgenes” y solitarias, que son su mayor atractivo y las convierten en espacios exóticos enmarcados en cuatro ejes turísticos: Mochima, Araya, Paria y Cumaná.

Sin embargo, todo eso está en riesgo ya que la calidad de sus aguas está amenazada por la desembocadura al mar de aguas residuales sin tratamiento, derrames petroleros y la disposición de microplásticos que comprometen las condiciones ambientales y sanitarias del litoral costero de Sucre.

En medio del confinamiento por la pandemia de la COVID-19, el gobernador Edwin Rojas aseguró en febrero pasado que más de 121 playas estaban aptas en el territorio sucrense para el disfrute de los temporadistas. 

No obstante, especialistas, biólogos marinos e investigadores del Instituto Oceanográfico de Venezuela de la Universidad de Oriente (IOV-UDO) advierten, a partir del resultado de sus investigaciones, sobre el grado de contaminación que presentan las costas de Sucre, en especial de Cumaná y Güiria.

Para el profesor y biólogo marino, Fernando Blanco, es de suma preocupación el grado de contaminación de las playas del litoral cumanés ante la constante descarga de aguas servidas no tratadas que llegan al mar.

Blanco advierte que desde hace cinco años o más no se realiza en la entidad algún estudio de control de calidad de las masas de agua de sus costas.

El especialista refiere las conclusiones del trabajo de investigación de su autoría presentado en el Congreso de Oceanología realizado en 2016 en Cumaná, el cual reveló el nivel de coliformes hallados en las muestras de agua recolectadas en las playas de San Luis, “la playa urbana de Cumaná”.

En exceso 

Blanco afirma que las muestras de la Laguna de Patos, un humedal declarado por el Ministerio de Ecoturismo y Ambiente como “zona bajo régimen de administración especial” y del litoral de San Luis, superan los 1200 NMP (número más permisible) de coliformes por cada 100 mililitros de agua.

El estudio reveló que las muestras de agua, tanto de la Laguna de los Patos como de las Playas de San Luis, contienen entre 2000 y hasta 3000 NMP de coliformes por cada 100 mililitros de agua, razón por la cual el especialista alertó sobre los niveles de contaminación en la zona, ante el gran volumen de heces fecales presentes en las muestras de agua. 

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En Cumaná, la bahía es prácticamente inutilizable para los bañistas / Foto: Cortesía

Blanco llama la atención del gobierno regional para que inviertan en la recuperación de las plantas de tratamiento de aguas residuales de Cumaná, ubicadas en Laguna de Patos y en Punta Delgada, sin descuidar la que se encuentra en El Palenque, en Río Arenas- Cumanacoa. 

El hampa ha sustraído plantas eléctricas, bombas, motores y los aireadores, pieza que actúa como un filtro biológico que contrarresta las bacterias patógenas, para finalmente verter al mar el agua residual tratada no contaminante”, sostiene.

Juan López, jefe del Departamento de Biología Marina de IOV, advierte que los anuncios de playas aptas y no aptas no son reales porque desde hace más de cinco años no se realizan estudios de calidad ambiental del agua de las costas, salvo investigaciones particulares para la conservación ambiental.

López llama la atención sobre los frecuentes derrames petroleros que ocurren en Trinidad y Tobago, con un impacto ecológico que finalmente termina afectando toda la costa del Golfo de Paria. 

Destaca que grupos ambientalistas y de investigación activaron las alertas pertinentes en torno a estos desastres ecológicos y ambientales que ponen en riesgo a todo el ecosistema marino venezolano, pero, hasta ahora, desconocen si el Gobierno va más allá de una nota de protesta o que haya puesto en marcha alguna política pública u operativo para procurar la recuperación de las áreas afectadas por los derrames petroleros.

López asegura que en lo que respecta a la contaminación por microplásticos, las playas de Sucre solo presentan 15 % de afectación por este factor, en comparación con el más de 80 % que registran las playas de occidente.

El jefe Biología Marina de OIV mostró su preocupación ante el elevado volumen de desechos y residuos de microplásticos encontrados en la desembocadura del río Manzanares, principal afluente de Cumaná, según los resultados del más recientemente trabajo de investigación coordinado con National Geographic NatGeo, el IOV, el Instituto de Investigación de Biomedicina y Ciencias Aplicada IIBCA-UDO.

Los especialistas coincidieron en que hoy las playas de Sucre están amenazadas por estos factores contaminantes, aunado a los altos índices de delincuencia organizada que limitan el disfrute de las mismas y contribuyen a que estos escenarios naturales pierdan su valor y potencial turístico, afectando a su vez la industria pesquera y turística.

Falso desarrollo

El estado Anzoátegui tiene un aproximado de 130 km2 de costas ideales para su desarrollo turístico. Sin embargo, para los ambientalistas apenas una pequeña parte de ese territorio ha sido explotado. 

Razones para su casi nulo desarrollo hay muchas: falta de inversión, de iniciativa y descuido gubernamental, pero la razón que más preocupación despierta en los grupos ambientalistas de la entidad es el alto índice de contaminación que presenta el ecosistema marino. 

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La descarga de aguas residuales sin control es el principal agente contaminante en las playas de oriente / Foto: JC

Contrario a lo que se pudiera creer, la industria petrolera, que posee puertos de carga y descarga, poco ha incidido en la contaminación de la bahía anzoatiguense, al contrario de la disposición inadecuada de las aguas residuales, que han hecho que prácticamente las playas de la entidad estén aptas solo en el papel.

Rodolfo Gil, presidente de la Fundación Agua para Todos, cuenta que la zona norte de Anzoátegui es el reflejo de lo que no se debe hacer en materia de disposición de aguas servidas. De los más de 17 kilómetros de costa que van desde Guanta hasta la desembocadura del canal de alivio del río Neverí en Barcelona, apenas 2,0 Km (los “balnearios” de Playa Los Canales y Lido en Lechería), son “aptos” para los bañistas. 

El resto de la extensión es un inmenso depósito de aguas residuales de gran parte de la ciudad. El canal de alivio de las aguas del Neverí, la desembocadura del Dren B en Puerto La Cruz y el desagüe de la laguna Rómulo Gallegos de Lechería son las principales vertientes de estas hacia el mar de la zona norte. 

Para Gil, esos dos kilómetros de costa tampoco escapan de estar contaminados y mucho menos pueden prestar el servicio de balnearios, prueba de ello fue que todo lo que arrastró el Neverí durante su reciente crecida llegó hasta las costas de Lechería. 

En la zona norte, la costa disponible para su explotación con un proyecto turístico es prácticamente O, lo poco que se usa ni siquiera reúne las condiciones para ser un balneario, debido a que recibe todas las aguas residuales que se descargan a la laguna del sector Rómulo Gallegos”, sostiene Gil.

En 2014, bajo la administración del entonces alcalde Guillermo Martínez, se intentó el rescate del llamado Balneario de Caicara, para así devolverle un espacio de atractivo turístico a Barcelona, en esa fecha, el lugar fue declarado apto para los bañistas, pero desde entonces nunca ha sido del todo usable por tener de vecinos al canal de alivio del río Neverí y el desagüe de aguas residuales de playa Maurica, por lo que, dependiendo de la temporada, el Minec permite su uso.

“El único municipio que cuenta con una planta de tratamiento para aguas servidas es Sotillo y hoy no sirve, eso implica que las aguas sin tratar caen al mar. En Puerto La Cruz también está el Dren B que en su concepción original era para transportar aguas pluviales y hoy transporta cloacas hasta playa Los Cocos, que pretendía ser rehabilitada el año pasado (2020) pese a su alto grado de contaminación, en esta zona toda la bahía está contaminada y no puede ser usada por los bañistas”, dice Gil.

Organismo en deuda

En marzo de 2017, el entonces diputado Omar González denunció que un derrame de aproximadamente 30.000 barriles de crudo en los muelles del Complejo de Jose afectó casi 3 kilómetros de mar, llegando a las isletas de Píritu.

La única acción del Ministerio de Ecosocialismo (Minec) con respecto a un incidente de ese tipo producido en Jose, data de septiembre de 2018, cuando la directora del despacho en Anzoátegui, Katiuska Homsi, inspeccionó las instalaciones para evaluar las acciones ejercidas por el condominio durante un derrame de crudo en la fosa contra incendios que se desbordó tras la caída de fuertes precipitaciones en el área de Petro San Félix.

De acuerdo con nota de prensa del Minec, se indicó que: “El hidrocarburo y las aguas aceitosas cayeron al sistema de drenaje de aguas pluviales, y pese a que se pusieron barreras para frenar su avance, lograron alcanzar la quebrada de Hoces, la línea de costa y las isletas de Píritu”.

Vastas zonas de la cinta costera de Anzoátegui presentan contaminación por la caída de aguas residuales / Foto: Cortesía

Sin más detalles, la directora del Minec en la entidad refirió que mantendrían inspecciones hasta declarar el área saneada. 

A juicio de Gil, más allá de las acciones del ente que regula las políticas ambientales del país, el Minec tiene una deuda muy grande en materia ambiental no solo con los municipios costeros de la zona norte, además, asegura Gil, no hay un trabajo adecuado de fiscalización. 

El ministerio no tiene los recursos humanos y logísticos para abordar semejante área, sus tareas están claras en la Ley Penal del Ambiente y Constitución Bolivariana pero no hay capacidad. El ente en una zona como Anzoátegui debería tener una Planta de Observación Climatológica, de aves y especies migratorias, lanchas rápidas para resguardar el parque Mochima y las áreas urbanas, pero no las tiene”, sostuvo.

Polo atractivo

Anzoátegui cuenta con 35 territorios insulares que bien podrían darle un respiro a la costa de tierra firme, pero estos, asegura Gil, son prácticamente territorios inhóspitos carentes de infraestructura para ser aprovechados por el turismo.

Esos territorios explotables están ubicados en el eje costero del municipio Bruzual.

“La zona de El Hatillo y La Cerca puede ser un emporio turístico para el futuro, esta zona es apta para el desarrollo de instalaciones turísticas de envergadura. La zona de Clarines puede ser el bastión turístico del futuro en Anzoátegui”, dice Gil.


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