Presos de la cárcel de Santa Ana en Táchira tienen más de una semana sin agua

cárcel de Santa Ana

La carencia del servicio de agua en la cárcel de Santa Ana se suma a los otros problemas que enfrentan los reos como el retardo procesal, la desnutrición y el padecimiento de enfermedades sin la debida atención médica y sin tratamientos. Familiares de los detenidos no descartan que pueda producirse un motín por las deplorables condiciones en que se encuentran.

San Cristóbal. Más de 1700 presos se encuentran aguantando sed en el Centro Penitenciario de Occidente, mejor conocido como cárcel de Santa Ana del Táchira, municipio Córdoba, pues llevan más de una semana sin el servicio, ante la implementación de racionamientos del abastecimiento en toda la entidad andina.

Y es que familiares de los detenidos informaron que estos no descartan un motín, ya que no hay disponibilidad de agua potable en el establecimiento penitenciario ni para preparar alimentos, bañarse y mucho menos para tomar. Para saciar la sed, los reclusos esperan la llegada de sus parientes que les llevan agua y para cubrir otras necesidades aprovechan el poco líquido que pueden recolectar los días de lluvia.

La información la dio a conocer la coordinadora del Observatorio Venezolano de Prisiones, Raíza Ramírez, que informó además que no es solo la falta de agua, sino una serie de retardos, entre los que se incluye el Plan Cayapa, creado en 2012 por la entonces ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, para disminuir el retardo procesal y darles celeridad a los juicios, así como la falta de beneficios, los cuales mantienen a los presos pagando condena sin reducción de las mismas.

La preocupación radica, y también el descontento en que en un anexo del centro penitenciario sí hay el servicio y al parecer, de acuerdo con la información suministrada, los uniformados de la GNB no permiten que los reclusos busquen agua.

Esta situación se suma a que las letrinas, en las que los reos hacen sus necesidades fisiológicas no tienen agua, por lo que los olores se hacen cada vez más insoportables, y el riesgo de enfermedades por la falta de salubridad se incrementa.

Es desesperante para uno que vive en una casa, imagine como debe ser en una cárcel donde más de 1700 personas”, dice Ramírez.

El problema está en que los familiares no pueden acercarse al penal todos los días con agua, sino que solo pueden hacerlo los días de visita y de entrega de paquetería, es decir apenas dos días a la semana. Además, no todos los familiares tienen los recursos económicos para ir hasta Santa Ana y, en algunos casos, viajar de otros estados del país hasta la cárcel, pues muchos de los presos no son oriundos el estado Táchira.

Retrasos en beneficios

A mediados del año pasado, familiares de los presos denunciaron la demora en la entrega de los beneficios o redenciones de la pena a más de un centenar de presos, que ya tienen más de 75% de la condena cumplida.

La manifestación fue en los tribunales en el estado Táchira y a la fecha, es poco lo que se ha avanzado en estos casos. Entre ellos hay mujeres y hombres que aguardan por recobrar la libertad.

Desnutridos y enfermos

El problema va más allá, pues en reiteradas ocasiones han denunciado la falta de alimentos que garanticen una buena nutrición entre la población penitenciaria. Madres de reos del CPO I y II, que guaradaron el anonimato, así como del anexo femenino denuncian que están bajos de peso y en algunos casos, presentan cuadros de desnutrición, precisamente por la falta de proteína aunado a que no les permiten el uso de azúcar y sal.

Otro agravante es que no cuentan con gas doméstico para cocinar, por lo que deben los mismos reos buscar palos para hacer fogones y cocinar lo poco que les llega con leña. Precisamente, esta situación derivó en la fuga de tres reclusos en diciembre mientras buscaban la madera en las zonas montañosas cercanas a las instalaciones. A los pocos días fueron recapturados.

Ramírez resaltó que los presos se han tenido que alimentar con aguarote, sopa de granos más común de arroz, pero totalmente insípida y sin sustancia; y arepas que por lo general carecen de algún relleno.

La tuberculosis hace de las suyas en las celdas del CPO, en las que se calcula que hay más de 40 casos y que no reciben ningún tipo de tratamiento. Al igual que en cárceles venezolanas, en el CPO también han muerto presos por tuberculosis sin que hayan recibido la atención oportuna, a pesar de que en la entidad hay un centro para la atención de pacientes con esta patología respiratoria.


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