Presos políticos sufren torturas, hacinamiento, privación de comida y de sueño

tortura

La viuda de Fernando Albán y el diputado Renzo Prieto relataron las violaciones de derechos humanos de esos casos y pidieron a la comunidad internacional que haga “lo posible y lo imposible” para detener este tipo de actos.

Caracas. “Sólo me resta pedirle a la comunidad internacional que hagan lo posible e imposible para que esto no siga ocurriendo”, señaló Meudy Osío, la viuda del concejal Fernando Albán, el dirigente opositor que murió el 8 de octubre de 2018, bajo custodia del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), suceso que el gobierno calificó de “suicidio”, mientras que para los expertos del informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos esa tesis presentan varias inconsistencias.

La esposa del dirigente de Primero Justicia (PJ) participó, junto con el diputado Renzo Prieto, en el foro “Las víctimas hablan”, organizado por la Embajada de Estados Unidos para Venezuela. Ahí describieron las violaciones, no solo al debido proceso, sino las torturas físicas y psicológicas que sufren los presos políticos en el país, que incluyen golpes con palos y tubos, descargas eléctricas, privación de alimentos y del sueño, y hacinamiento de los detenidos.

Osío relató que, ante la persecución en contra de dirigentes opositores, Albán había decidido sacar a su familia del país, pero que decidió regresar a Venezuela el 5 de octubre para cerrar su periodo como concejal del municipio Libertador de Caracas. Ese mismo día fue detenido en el aeropuerto de Maiquetía y se le acusó de “magnicidio” y “traición a la patria”, por el ataque con drones en contra de Maduro del 4 de agosto de ese año.

Tres días después el concejal estaba muerto y el gobierno aseguró que Albán se lanzó desde una ventana de la sede del Sebin de Plaza Venezuela, versión que fue rechazada por familiares y amigos, y que presenta contradicciones de acuerdo con la misión de expertos independientes de la ONU.

Desde ese primer momento yo lo negué totalmente, mi reacción fue que lo mataron. Somos una familia practicante católica, mis hijos fueron criados con valores. Es para mí imposible que pudiera ser de esa forma”, añadió Osío.

“La maldad y la crueldad reinan”

“Si contáramos todo con detalle no terminaríamos nunca”, relató el diputado Renzo Prieto que entre detenciones y liberaciones ha pasado cuatro años y medio tras las rejas. “Estuve en las sedes de dos de las policías más temidas del país, el Sebin y las FAES, no son las únicas, está la Dgcim. No se sabe cuál es peor, pero la maldad y la crueldad reinan en cualquiera de esas sedes”.

El legislador, cuya imagen con el cabello largo y una tupida barba dio la vuelta al mundo en la última excarcelación de presos políticos del gobierno de Maduro, explicó que estuvo en una celda de 5 metros cuadrados (m²) con otras cinco personas. “Menos de 1 m² para convivir todos los días, en ese calabozo, sin luz, no tenía bombillo, no podíamos salir de ahí. Solo al baño si es que nos dejaban salir, a veces teníamos que esperar días para salir al baño haciendo nuestras necesidades en el calabozo, teniéndolas allí con nosotros”, relata.

Denuncia que en esas sedes tampoco les procuraban ni alimentación, ni bebida y que los detenidos dependen de lo que les traigan familiares y amigos.

En estos lugares se vive mucho lo que es la amenaza de los presos. Amenaza de muerte de que si pasaba algo en el país nos podían asesinar, amenazaban a nuestros familiares”.

Señaló que los detenidos son golpeados con palos y tubos, se les aplica choques eléctricos en los genitales y que se usan baños como calabozos. “Meten a varios presos en celdas de 2 m² o incluso de 1 m². Todos tienen que permanecer de pie y si no pagan determinada cantidad de dinero, como extorsión, no se les permitía ir a ir a otro lugar para estar más ‘cómodo’”.

El parlamentario denunció que en su última detención estuvo totalmente aislado y no le fue permitido ver a familiares, ni siquiera a su abogado. “No podía disfrutar del sol o el aire libre hasta después de cuatro meses que me sacaron en una oportunidad. Incluso sufrí de quemaduras durante tres o cuatro días, con ardor en los brazos y varias partes de mi cuerpo”.

Foto: Archivo


Participa en la conversación