Profesores de universidades del Táchira buscan alternativas más allá de la frontera para subsistir (IV)

docentes de las universidades del tachira

Si quieren mejorar su economía los docentes universitarios deben buscar oportunidades que van mucho más allá de ir a Cúcuta. Prácticas en línea, entre otras, son parte de las estrategias que usan las casas de estudio para que los profesores no se vayan, pues la excelencia académica está en serio peligro. La deserción profesoral en la región andina está entre 20 % y 60 %.

San Cristóbal. La crisis universitaria ha tocado todos los niveles. Y es que las casas de estudios de educación superior tienen ya más de tres años golpeadas duramente. Presupuestos deficitarios se encuentran entre los principales problemas, pero el que más afecta el desenvolvimiento es el bajo salario de los profesores que forman parte de la nómina de las universidades públicas.

Para el coordinador académico de la Universidad de Los Andes, núcleo Táchira, Omar Pérez Díaz, tras 235 años de fundada “está viviendo una de las crisis más acentuadas por su vulnerabilidad”.

Señaló que desde 2017, el presupuesto de funcionamiento no cubre lo necesario, sino un porcentaje que alcanza para unos meses. “La universidad no está divorciada de lo que ocurre en el país, pero sí ha sentido una política equivocada del Gobierno y de la OPSU… a la universidad la fueron ahogando”.

Aseguró Pérez que el Fames (seguro estudiantil), las rutas universitarias y el comedor desaparecieron, con lo que se perjudica al estudiante de manera considerable.

Aunado a esto, la operatividad de la ULA está en su más mínima expresión, pues no cuenta con materiales de oficina ni equipos, incluyendo insumos de laboratorio, lo que ha generado que más de 75 % de los estudiantes hayan desertado, en especial los de Educación. “No llegan a 100 alumnos en toda la carrera y esto compromete el desarrollo de un país”, indicó.

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La deserción estudiantil aumenta cada vez más. Foto: Ana Barrera

Afirmó que un profesor instructor no puede pensar en estudiar en el exterior, precisamente por el bajo salario que recibe por su trabajo.

Los docentes universitarios somos una población vulnerable. No tenemos seguro médico, no tenemos asistencia, los salarios son miserables. Un portero gana más que un profesor titular aquí en la universidad”.

Lamentó que en la actualidad no haya ni un profesor universitario en el extranjero haciendo un posgrado: todos retornaron sin concluir, pues los aportes del Gobierno fueron suspendidos.

Con 102.000 bolívares mensuales un profesor titular a dedicación exclusiva, no puede cubrir sus necesidades básicas y menos pensar en ampliar su formación académica, dijo el coordinador académico. “Eso alcanza para comprar dos pollos, un kilo de queso y otras cosas para sobrevivir al mes. Los profesores universitarios somos víctimas”.

Destacó que lo informal ha superado a lo formal, pues los rebusques son variados, pero más allá de un “tigre”, muchos profesores piden el año sabático para ir a otros países, muchos más allá de Cúcuta, Colombia, a trabajar y a retornar con ahorros que le permitan sobrevivir por un tiempo.

Pérez aseguró que pese a la grave crisis que hay en las universidades, aún muchas casas de estudio permanecen en los rankings mundiales de excelencia académica. “Venezuela debería sentirse orgullosa porque dentro de las mil universidades con mayor prestigio hay venezolanas. Abanderan el esfuerzo de los que aún tienen empatía, gente que no ha querido abandonar a pesar de esta situación difícil”.

Si bien la ULA estuvo de receso docente, hizo un esfuerzo titánico para el inicio de las actividades, porque lo normal es que los profesores renuncien o no concursen. Cerca de 25 % de la nómina de profesores de la ULA Táchira ha dimitido a sus cargos, cifra que aumenta a medida que pasan los meses.

El coordinador indicó que flexibilizaron el régimen académico, no solo por el tema salarial, sino por la falta de transporte público, gasolina y costos de los pasajes, entre otros. Califica de héroes anónimos a los profesores que aún permanecen en las aulas de la universidad y espera que en un futuro no muy lejano ese sacrificio les sea recompensado

Grave situación

Douglas Barboza, presidente de la Asociación de Profesores del la ULA Táchira, Apula, aseveró que las condiciones salariales han desmejorado y esto hace que el trabajo de docencia en las universidades no se vea atractivo como en tiempos anteriores, lo que obliga a los docentes a buscar alternativas fuera de las casas de estudio.

Piensa que lo que aún mantiene en funcionamiento la universidad es el enorme compromiso de profesores, alumnos y personal administrativo, pues desde 2008 el presupuesto es deficitario y a medida que transcurren los años, la situación tiende a empeorar”.

Aseguró que mientras en Venezuela un profesor universitario devenga un salario equivalente a 10 dólares, en otros países, el sueldo supera los 2.000 dólares y que falta motivación para investigar, pues la universidad no cuenta con recursos para el financiar estas actividades. “Los gastos deben correr por cuenta del profesor que investiga. El trabajo del docente subsidia la educación universitaria, para que se formen los profesionales que serán el relevo nuestro. Eso es inaceptable”.

Describió que la situación está tan grave que en algunos casos los estudiantes hacen colectas para comprar el marcador acrílico para que el profesor anote en la pizarra, cuando antes al inicio de clases la universidad asignaba el kit necesario para impartirlas.

Barboza ofrece cifras alarmantes en relación con deserción de los docentes, pues según los números que maneja, la universidad tiene un déficit que supera 50 %. “Llegamos a tener entre 300 y 320 profesores, hoy estamos por el orden de los 200”.

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Los cargos de los profesores que renuncian son difíciles de reemplazar. Foto: Ana Barrera

Indicó que hay profesores a dedicación exclusiva con sobrecarga de horario, pues son quienes llenan los vacíos no solo del profesor que pide un permiso sino de aquel que renuncia mientras se convoca a concurso.

Aseguró que, en el caso de los profesores a dedicación exclusiva y tiempo completo, no sabe si “matan tigres” en la frontera, pero no lo descarta, pues dada la cercanía es posible que haya quienes aprovechen sus horas libres para obtener ingresos extras.

La UNET aguanta

Otra de las casas de estudio que se niega a morir es la Universidad del Táchira. Con 45 años de funcionamiento con las carreras de Ingeniería y Arquitectura, entre otras, se rehúsa a cerrar sus puertas.

Silverio Bonilla, decano de Docencia de la UNET, lamenta la situación crítica por la que atraviesan las universidades tradicionales. Coincide con las autoridades de las demás casas de estudio al decir que no es atractivo el salario que reciben los profesores. “No garantiza el mantenimiento de su núcleo familiar, lo que lo hace tomar decisiones radicales o intermedias”.

Indicó que esta situación ha afectado considerablemente el desarrollo académico, pues los alumnos son desatendidos en lo que a la oferta académica se refiere. “Los estudiantes no ven avances en sus carreras. Una universidad que puede solo ofertar un semestre por año no se ve atractiva para alguien que quiera sacar su carrera en el tiempo establecido. Estamos en una situación de sobrevivencia”.

Bonilla indicó que los ingresos para el mantenimiento y funcionamiento de la universidad no son suficientes ni tan siquiera para un mes de operatividad. “Llega la nómina, pero para los gastos de funcionamiento o inversión en laboratorio es muy débil, por lo que la tecnología entra en obsolescencia y el alumno no puede estar a la vanguardia de las tecnologías”.

La UNET procura evitar a toda costa que sus profesores se marchen definitivamente. Por ello, flexibilizó el plan de estudios, permite el uso de medios virtuales, clases a distancia para procurar los altos niveles de educación que caracterizan esta casa de estudios. Con esto se permite que los profesores, así estén fuera del país o en otra parte de la región, no pierdan contacto con los estudiantes y no se desliguen de la universidad.

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En la UNET solo ofertan un semestre por año. Foto: Ana Barrera

“Parecieran que en otras áreas se está dolarizando el sueldo y aquí permanecen en esos ingresos. Hay profesores que no querían jubilarse, pero se ven obligados por la situación. Es muy preocupante, pero tenemos que enfrentarlo”.

Cuantificó la deserción profesoral en 10 %, pero lo más alarmante es la cifra que facilita Bonilla en cuanto a retiro de estudiantes, pues de tener entre 12.000 y 13.000 alumnos, ahora cuentan, si acaso, con 4.000, es decir, más de 60 % de la plantilla estudiantil se ha marchado.

Dada la falta de alumnos, la demanda docente disminuye y no se siente tan golpeada la universidad como en otros casos. “Si antes se abrían diez secciones para una materia, ahora solo se abren dos. Entonces, la cantidad de profesores disminuye igualmente”.

Universidades oficialistas no escapan de la crisis

Esta crisis golpea muy duro también a las universidades creadas en este Gobierno. Aunque no dieron información oficial, docentes y alumnos sí facilitaron información, extraoficialmente y bajo la condición del anonimato, sobre su funcionamiento.

Por ejemplo, la Unefa Táchira cuenta con muy pocos docentes y menos alumnos. Hay secciones con dos alumnos solamente y los docentes, dada la crisis de combustible, prefieren quedarse en sus casas, ya que sale más barato no ir a las aulas. Las autoridades han tenido que usar sus propios vehículos para buscar a los profesores a sus casas y tras dar la clase, retornarlos nuevamente.

De igual forma hay una gran desmotivación, pues a estos profesores les habían ofrecido, para paliar la situación, beneficios de comida mensuales y los recibieron una sola vez. En lo que a privilegios en el “tanqueo” de sus vehículos se refiere, también les prometieron agilizar el proceso, pero solo quedó en palabras.

Asimismo, la Universidad de la Seguridad ha tenido que flexibilizar sus procesos de enseñanza, a través del uso de la plataforma virtual Moodle. “La mayoría de los profesores a dedicación exclusiva se han ido, los que quedan son a medio tiempo y por horas. Ni hablar de los estudiantes. Ya casi no hay, ni se inscriben. Antes se veía la universidad llena, ahora no”, dijo una trabajadora de esa casa de estudios.

Buscar alternativas

Los docentes universitarios han tenido que buscar nuevas alternativas ante la merma en su calidad de vida por la devaluación de sus sueldos.

La profesora Herly Quiñónez, profesora a dedicación exclusiva de Comunicación Social de la ULA, núcleo Táchira, se inició en la docencia en mayo de 2003. En ese entonces, hace 16 años, trabajaba medio tiempo y con su salario, podía cubrir gran parte de sus gastos, aunque necesitaba de otro ingreso para estar holgada económicamente. “Ese medio tiempo me alcanzaba para comprar el mercado, pagar los servicios y otros requerimientos podía cubrirlos con el otro trabajo”.

Tras ascender a tiempo completo y luego a dedicación exclusiva, hace once años, pudo adquirir su vivienda, un vehículo, entre otros bienes, con ayuda de la caja de ahorro de la ULA, beneficio con el que contaban en aquella época, además de préstamos a largo plazo que la universidad daba a sus trabajadores para la compra de bienes.

Con mi sueldo de profesora titular podía viajar, actualizarme con los equipos, pagar otros tipos de cursos, estudios, actualizaciones, libros e ir a congresos”.

En la actualidad, asegura que con lo que recibe por sus servicios en la universidad le alcanza para comprar tres pechugas de pollo y pagar el condominio de su residencia.

Otra de las actividades que podía realizar en aquella época, era llevar a los estudiantes a actividades fuera de la universidad. “Pero ahora no podemos hacerlo”, lamenta.

Quiñónez posee una maestría y un doctorado, recibe por este último, una prima de 3.000 bolívares “lo que alcanza para un marcador”.

Aseguró que no inició cursos en el exterior porque se percató de la crisis que se avecinaba. “Cadivi no le pagaba a la universidad y los profesores tenían que buscar otras formas para financiar sus doctorados y varios se tuvieron que regresar porque no tenían como costear sus gastos”.

Por eso cursó su doctorado en la ULA Mérida y lo que debía costearse era el pasaje desde San Cristóbal hacia el otro estado, pues la matrícula la asumía la universidad por pertenecer a esa casa de estudios. En ese momento fue su opción, pero dados los altos costos, duda que pueda hacerlo de nuevo, pues un pasaje para Mérida es muy costoso, además del hospedaje y alimentación.

Quiñónez brinda asesoría de tesis en línea a alumnos que están fuera del país, cursando estudios de posgrado. Esta es su principal fuente de ingreso, además del apoyo de su familia, pues todos se unen para compartir gastos comunes y así ahorrar dinero.

En lo referente a la cercanía de la frontera con Colombia, aseguró que no ha sido mucho lo que ha podido hacer. “Hemos dictado conferencias y charlas”.

Con mucho orgullo dijo que este trabajo no lo hace por el dinero, sino por la vocación y por el deseo de contribuir con la excelencia académica de las universidades venezolanas.

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