Resultado de votación en Barinas habla de la necesaria renovación del liderazgo opositor y oficialista

El historiador Pedro Benítez y la consultora política Carmen Beatriz Fernández coinciden en que una de las principales lecciones de Barinas para la oposición es la urgente renovación del liderazgo. Fernández afirma que el resultado, junto a lo ocurrido el 21-N, sirven para rescatar la narrativa según la cual el voto sí puede ser instrumento de cambio. Benítez advierte que se viene produciendo desde hace meses una rebelión del liderazgo regional.

Caracas. Si comparamos a la oposición que participó y aplastó al oficialismo en Barinas este domingo, al imponerse con una diferencia de más de 14 % en la contienda por la gobernación (que ya había ganado el 21-N pero por apenas 130 votos), con la oposición que perdió las plazas de Bolívar y Zulia en 2017 por falta de cohesión interna, la diferencia salta a la vista.

En 2017 Andrés Velásquez denunció ante los medios, la comunidad internacional, el TSJ todo el que quiso escuchar, el forjamiento de 10 actas electorales (casi 2000 votos) por parte del PSUV con aval del CNE para arrebatarle su victoria y entregársela al general del Ejército Justo Noguera. Pero el tibio acompañamiento de la Mesa de la Unidad y la hegemonía pesuvista en el directorio electoral (el único rector no oficialista era Luis Emilio Rondón) ayudaron al oficialismo a silenciar la denuncia hasta extinguirla.

En esa misma elección regional, 2017, Juan Pablo Guanipa ganó la gobernación del Zulia y llegó a ser proclamado por el CNE, pero entonces el madurismo condicionó el ejercicio de su cargo a cumplir un trámite inexistente en la Constitución: tomar juramento ante la Constituyente calificada de ilegítima por el Parlamento y la comunidad internacional. Guanipa se negó a cumplir el trámite y cuando se convocó a la repetición de la elección, una parte de la oposición (Primero Justicia) se desmovilizó en protesta por el atropello y una parte del electorado zuliano se sintió burlado y no concurrió (Manuel Rosales obtuvo 185.486 votos menos que Guanipa en la repetición de la votación).

En Barinas no pasó nada de eso. Freddy Superlano no se enfrascó que su victoria, a pesar de que fue reconocida por el propio TSJ, el votante barinés no se quedó lamentándose en su casa sino que transformó la indignación que le generó el arrebato en un motivo para votar –otra vez- y la alternativa democrática se unió en un solo objetivo: vencer al PSUV, como no se había visto desde 2015 para las elecciones parlamentarias.

Crónica.Uno volvió a conversar con Pedro Benítez y Carmen Beatriz Fernández, quienes en diciembre ofrecieron a nuestros lectores una visión amplia sobre la importancia geopolítica y simbólica de Barinas para el chavismo y el madurismo, para conocer su lectura post resultados y sus apreciaciones sobre cómo Barinas puede incidir o no en nuevas estrategias políticas de lado y lado.

Las lecciones para el oficialismo

La consultora política y Doctora en Comunicación de la Universidad de Navarra, España, Carmen Beatriz Fernández comienza por recalcar que el chavismo ya había perdido a Barinas como símbolo, el 21 de noviembre pasado cuando hasta el TSJ reconoció la victoria de Freddy Superlano.

A su juicio, lo que ocurrió este domingo 9 de enero fue no solo la ratificación de la apropiación de la oposición de ese símbolo de poder político y de hegemonía chavista, sino que además, significó la derrota de la logística electoral del PSUV.

En su opinión, teniendo en cuenta que cada elección es única y se da en medio de circunstancias únicas, Barinas puede tomarse como una maqueta en pequeña escala de lo que podría ocurrir en el país en próximos procesos electorales. Es decir, sostiene que hay elementos –y lecciones- registrados en Barinas que son extrapolables a otros escenarios.

El oficialismo, dice, debe aprender el daño que le hacen sus heridas internas: “Ellos tienen ese problema allí que tratan de invisibilizar pero que existe y que en Barinas explotó como con mucha notoriedad”.

El otro elemento o lección para el PSUV tiene que ver con la mala lectura del momento político y de las posibilidades reales de obtener una victoria: “La pregunta hoy en Miraflores debe ser ¿Quiénes fueron los estrategas que convirtieron lo que iba a ser una victoria pírrica de la oposición en noviembre a una derrota apabullante del chavismo ayer? Eso habla mal de la medición de las propias capacidades, estuvo mal medida la propia fuerza eso es un problema estratégico profundo que deben estar revisando.

Barinas fue también un globo de ensayo donde el oficialismo explayó “todo su abanico de artimañas, yendo más lejos de lo que nunca había ido”, por ejemplo con las inhabilitaciones de personas que ni siquiera han sido funcionarios públicos, copiando en pequeña escala el modelo aplicado por la dictadura de Nicaragua contra los candidatos presidenciales, y dejando al mismo tiempo el mensaje latente de que puede volver a utilizar ese recurso si es necesario.

Por último, considera que Jorge Arreaza no fue un mal candidato, sino que la votación que obtuvo representa el techo del chavismo en Barinas, extrapolable al resto del país, según lo indican las encuestas nacionales que miden el apoyo/rechazo al oficialismo: “Creo que Arreaza fue un buen candidato que con todo el empujón que recibió del Estado elevó la votación en 25 mil votos respecto al 21-N, lo que pasa es que el techo del oficialismo es un techo muy bajito. Si llevas ese techo a escala nacional es aproximadamente 20 % del electorado.

Las lecciones para la oposición

Del lado opositor, Fernández considera que una de las principales lecciones es que Barinas dejó claro que al chavismo no se le puede ganar por 130 votos: “Al chavismo para ganarle hay que arrasar y eso implícitamente lo que dice es que votar vale la pena, que el debate sobre si tiene sentido votar en dictadura cambia y se inclina hacia la idea de que votar vale la pena como palanca de cambios”.

La otra lección para la oposición es sin duda la de la unidad: “Lo que pasó en términos de la unidad en Barinas ojalá pudiera repetirse a nivel nacional porque ese proceso de unificación de fuerzas fue lo que a la postre condujo a la victoria. El hecho de que Superlano, en vez de agarrar una rabieta como bien podía haberlo hecho porque razones le sobraban más bien tomó una reacción madura, democrática y fue ejemplo de reconfiguración de la unidad democrática y de armonía de esas fuerzas”.

Y en ese mismo contexto de fortalecimiento de la unidad, surge el coco de la oposición: la renovación del liderazgo. “Los liderazgos nacionales y la unidad de la oposición deben reinventarse si quieren sobrevivir ¿Cómo se reinventa? Barinas mandó otro mensaje muy claro como lo es la fuerza de los liderazgos regionales. Creo que hay una sobreestimación de los liderazgos nacionales por encima de los regionales, pero según lo que hemos visto en Barinas y otros estados, es el liderazgo regional que se impone. Entonces creo que hubo un cierto mensaje de rebeldía desde la regiones frente al liderazgo de la unidad”, advirtió Fernández.

Una rebelión silenciosa

Pedro Benitez coincide plenamente con Fernández en esa lectura y casi usa las mismas palabras para describir el fenómeno del liderazgo regional opositor frente al liderazgo nacional.

“Este episodio de Barinas es la secuela del 21-N, otro capítulo más de una rebelión por parte de los dirigentes regionales opositores en contra de una política abstencionista de no participación electoral que se les venia imponiendo desde Caracas desde 2017. Los dirigentes regionales y locales quieren hacer política, ir a elecciones, medirse pero desde 2017a la oposición la sacaron de esa ruta de una forma artificial. No es casualidad que es en un proceso regional donde esa estrategia opositora se quemó”, advierte Benítez.

Recordó que todo el debate de meses a lo interno del G4 se zanjó prácticamente en la última fecha posible para lograr inscribir candidaturas y esa decisión se dio, recalca el historiador, porque si no lo hacían quedaban vaciados de estructuras y organizaciones emergentes como Fuerza Vecinal o Alianza Lápiz tomarían esos espacios.

“Barinas es una secuela de eso porque sabemos que había dirigentes nacionales de la oposición que no querían participar y que no pusieron ni un tuit llamando a sus electores a movilizarse y votar. En cambio vemos como gente que no está en el G4, que incluso el G4 enfrentó buscando que perdieran (me refiero a Laidy Gómez, Henri Falcón, David Uzcátegui) llamaron a apoyar a Sergio Garrido y a votar”, resaltó.

Y el tema del liderazgo político no es solo una tarea pendiente de la oposición, sino también del chavismo. El académico consideró relevante que el PSUV no tuviera en Barinas lideres locales sobre quienes poner la responsabilidad de la candidatura y tuviera que recurrir a un outsider llevado desde Caracas, para cumplir la tarea: “Arreaza fue escogido porque era del círculo de confianza de Maduro. Aparte de eso, Maduro no tiene mucha gente de dónde escoger por la tiranía que ha impuesto dentro de su propio partido. Es curioso que tuvieran que traerse un candidato importado a Barinas. La oposición en cambio tiene gran cantidad de líderes regionales, lo cual se vio el 21-N”.

También rescata la comprobación, como ya había ocurrido en noviembre pasado, de que “la principal ruta que tenemos en Venezuela es el voto”. Y en esa dirección, Benítez también invoca al coco: “La dirección política opositora hasta ahora ha fracasado en el propósito de conseguir un cambio político. Es natural en toda organización humana, que al no cumplirse las metas venga el inevitable relevo”.

La derrota de Maduro

A los ojos de Benítez, lo ocurrido en Barinas no convalida ninguna teoría “conspiranoica” según la cual la derrota del chavismo y del madurismo en el estado es parte de un plan de Miraflores. No.

“Maduro y el PSUV, con el apoyo del alto mando militar y todo el gobierno se movilizaron a ese estado porque querían retener Barinas, porque era un sitio simbólico importantísimo y lo perdieron”, señala.

Benítez explica que si bien en las últimas horas el oficialismo ha intentado sembrar la narrativa de que con Barinas la oposición apenas logró 4 de 23 gobernaciones –lo cual es cierto- lo que pasó ayer, sin vuelta de hoja, es una derrota para Maduro y el oficialismo.

“En la política las percepciones son más importantes que las realidades y la percepción política de este proceso es que Maduro se llevó una derrota política y esto ha opacado totalmente lo que ocurrió el 21-N en términos absolutos”, indicó.

Pese a la derrota, la maquinaria chavista que usa ilegalmente los recursos del Estado para favorecer los propósitos del PSUV demostró que sigue siendo efectiva, pues a pesar de que no es comparable con el petroestado de 2006 a 2014, en dos meses logró aumentar la votación en 25 mil votos. Ahora la pregunta clave es ¿cómo el pueblo de Barinas logró derrotar ese aparato?

“Porque se movilizó masivamente. La movilización masiva, como la vimos en 2015 mata maquinaria”, afirmó Benítez.

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