Fundarest ayuda a más de 150 niños y alrededor de 60 familias en cinco sectores de Petare, municipio Sucre del estado Miranda. Gracias a un grupo de voluntarios brindan apoyo alimentario, educativo, psicológico y espiritual, e incentivan las prácticas deportivas, artísticas y culturales.
Caracas. Said Carrasquel nació y creció en el barrio Sucre de Petare. Todas las mañana se despertaba por los disparos cerca de su casa. Presume que esas denotaciones se debían a los llamados ajustes de cuenta entre bandas delictivas o como alguna señal para que los barrios enemigos supieran que “en Sucre se manejaban las armas”.
La violencia que se vivía en su comunidad inquietaba mucho a Said, pues siempre ha mantenido valores cristianos. Es pastor de una iglesia en Petare.
“Veía que de cierta manera la pobreza, la miseria y la anarquía se iban apoderando de mi comunidad. Entonces, me dije que tenía que hacer algo al respecto”, expresa Said.
Reducción de la delincuencia
Ante la situación de violencia, Said invitó a los jóvenes de su barrio a jugar futbolito en una cancha cercana a su vivienda. Organizaba partidos y luego los invitaba a cenar a la casa de su abuela, donde les compartía mensajes que hablaban de Jesucristo. Poco a poco llamó la atención de más jóvenes del sector, hasta que más de 250 adolescentes comenzaron a asistir a la iglesia y a cambiar sus malos hábitos.
“Puedo decir que van dos años que no escucho un solo disparo dentro mi comunidad. La generación que estaba en ese círculo delictivo ahora asiste a la iglesia y hace deporte con nosotros”, cuenta.
Además, muestra su satisfacción porque la casa del barrio que se usaba para traficar drogas y armamento, en la actualidad es un hogar que abre sus puertas para las jornadas que realiza Fundarest, la organización que inició Said.
Nace la fundación
En 2016 nació Fundarest, una fundación sin fines de lucro. Con la llegada de la pandemia de COVID-19 a Venezuela, en 2020, tuvo que ampliar sus esfuerzos para atender las necesidades en cinco comunidades de Petare: Sucre, La Suiza, Turumo, Maca y Corazón del Pueblo, precisa Daniel Osorio, director de programa de Fundarest y quien actualmente gestiona la organización.
Daniel relata que a los vecinos de estas comunidades les brindan alimentación, educación, bienestar psicológico y espiritual, y hacen prácticas deportivas y culturales. Asimismo, 150 niños y niñas, y alrededor de 60 familias reciben atención con los programas de la fundación. Fundarest prioriza la ayuda a menores de edad y madres solteras.
Entre las actividades que hacen, destacan las prácticas de fútbol, bajo la tutela de Santiago Vergara, entrenador de las ligas inferiores del Caracas Fútbol Club. Dan clases de danza, lectura y matemáticas, en las que les enseñan los valores de honestidad, respeto, dignidad, confianza y amor. También hacen jornadas de donación de ropa y comida en zonas y hospitales en Petare. Una vez al mes, barren las calles de los sectores que apoyan, añade Daniel.
Otra iniciativa que llevan a cabo son los “módulos policiales”, así denominados por ellos. La actividad consiste en llevar arepas o café a los módulos policiales más cercanos. “Los petareños tienen muchos prejuicios sobre las autoridades policiales y con esto queremos romper ese prejuicio; también queremos llevar la bondad y el amor de Dios hasta esos lugares”.
El equipo de voluntarios que conforman Fundarest también lo integran fisioterapeutas, enfermeras, nutricionistas y doctores que se encargan de evaluar a los niños en casos excepcionales.
La ciudad escondida
Según Daniel, el sector Corazón del Pueblo es una invasión que se produjo hace 10 años en un terreno vacío de La Urbina, municipio Sucre del estado Miranda. Es un pueblo dentro de la ciudad, está cercado y pasa desapercibido. Cualquiera que pase por allí ni se imagina que hay gente viviendo en esa zona.
Los viernes Fudarest hace donaciones de ropa a la comunidad, por lo que días antes recolectan ropa en buen estado que reciben de donantes.
“El gobierno los ha querido sacar para reubicarlos, pero no se quieren ir porque nadie les da garantía de que el gobierno les va a ayudar verdaderamente” informa.
El lugar está lleno de casas improvisadas armadas de paletas de madera; tienen árboles y plantaciones de plátano, pequeñas bodegas y cuelgan chinchorros en las entradas de algunas casas. El piso es de tierra y cuando se moja se forma barro. Frecuentemente se ven los niños jugar y correr.
De acuerdo con Daniel, como parte del proyecto se refuerza la educación de los niños de la invasión, pues muchos de ellos no iban a la escuela por no tener qué comer. Actualmente, la cantidad de alimentos que entregan en esa zona se redujo, debido a que algunos donantes dejaron de apoyarlos; solo les dan arepas y meriendas a los niños los días domingos.
Ayuda a los menores
Los especialistas han tratado casos de menores que han sido abusados sexualmente y maltratados. En particular, de un grupo de jóvenes que fueron entregadas a redes de prostitución por sus mismos familiares, a cambio de productos de primera necesidad. Este tipo de casos los han atenuado gracias a la enseñanza de las artes.
“A través de las artes se ha roto con esa forma de pensar. Hemos podido impactar la vida de las niñas y jóvenes, también la de sus familiares para que no recurran a este tipo de mecanismos criminales”, informa.
Fundarest tiene el lema “algo está pasando en Petare” y Daniel espera que pronto se cambie por “algo está pasando en Venezuela”. Asegura que cualquier persona puede formar parte del equipo de voluntarios, y dar donaciones de alimentos, ropa u otro bien material para las obras sociales que se realizan. Para saber más de ellos, pueden buscarlos en sus redes sociales como Fundarest.
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