Las instituciones educativas temen un “éxodo muy grande” de maestros ante el llamado a clases presenciales. En lo que va de año escolar 2020-2021, Fe y Alegría ha perdido 10 % de su nómina de maestros y profesores. Comenzaron con 5599 y al 31 de enero tenían 5159.

Caracas. En un mes se espera que los estudiantes se reencuentren en sus salones de clases. Nicolás Maduro habló de una “bioseguridad absoluta” para esa vuelta a clases presenciales después de un año de confinamiento por la COVID-19. “En el mes de abril en Venezuela empiezan las clases presenciales con bioseguridad extrema, absoluta”, dijo este domingo durante una alocución en la que también anunció que los maestros serán vacunados este mes de marzo. 

Las escuelas de Fe y Alegría avanzan en una fase diagnóstica de sus planteles para un retorno seguro a la escuela. Pero más allá de la bioseguridad y la higiene, “hay otros factores asociados” a la vuelta a clases que preocupan a Noelbis Aguilar, directora del Programa Nacional Escuela de Fe y Alegría: la situación salarial de los maestros. 

No puedo tener al personal docente yendo a las escuelas todos los días, no va a poder porque el sueldo no le alcanza. Es más, si nosotros hacemos que el personal vaya todos los días, me terminan de renunciar. Cuando venga a ver los reales no alcanza, explica Aguilar. 

En lo que va de año escolar 2020-2021, la institución ha perdido 10 % de su nómina de maestros y profesores: comenzaron con  5599 y al 31 de enero tenían 5159. Tenemos que lograr un equilibrio entre los horarios y optimizar el poco personal que tenemos para garantizar un mínimo de atención a los estudiantes, dijo Aguilar con respecto a la vuelta a clases. 

Hay desmotivación en los educadores, asegura Alicia Boscán, presidenta de la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC). El 21 de febrero envió una carta al ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, en la que señala que “la mayoría del personal ha manifestado la posibilidad de renunciar si se reinician las clases sin garantizar un sueldo digno que le permita calidad de vida”. A Boscán le preocupa que haya un “éxodo muy grande”, y, además, cada vez se complica más ocupar las vacantes. 

El sector educativo no podría asumir gastos de transporte –se lee en la carta–, vestido, calzado, adquisición de productos de higiene e implementos de bioseguridad. “En la actualidad devengan un salario muy bajo, apenas alcanza para alimentarse con deficiencia”, dice Boscán. Un educador en el escalafón más alto no llega a los dos dólares al mes con su sueldo base. 

“Actualmente los docentes están trabajando, en su mayoría, en otras actividades diferentes a las relacionadas con su centro educativo, percibiendo un ingreso mayor”, añade Boscán.

Los docentes tienen dos años de lucha por mejores condiciones salariales y de trabajo. El gobierno mantiene una deuda de 280 % de aumento salarial, incrementos estipulados en el contrato colectivo, que dejó de pagar desde 2018.

Foto referencial: Luis Morillo


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