Para el desarrollo de ZEE los países deben contar con garantías jurídicas, infraestructuras y servicios aptos y atractivos para los inversionistas. En economías de ingresos bajos, las zonas se basan en los recursos naturales y la precariedad del trabajo para atraer industrias transformadoras.

Caracas. Con el objetivo de atraer inversiones nacionales y extranjeras y generar nuevas fuentes de divisas, el gobierno de Nicolás Maduro y la Asamblea Nacional (AN) apuntan a promulgar una Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales que, a juicio de sus voceros, será punta de lanza para la llegada de capitales ante la crisis de ingresos que atraviesa el Estado. 

Similar a los argumentos que esgrimieron con la polémica Ley Antibloqueo, la nueva iniciativa también se basará en la discreción, la opacidad y la falta de control, características que, sumadas a las consecuencias internacionales de hacer negocios con la administración Maduro, pueden no ser tan atractivas para los inversionistas. 

A eso se añaden otros escollos, como la falta de garantías jurídicas y protección a la propiedad privada que ha caracterizado la era Chávez-Maduro durante más de 20 años, y el más que notorio deterioro de la infraestructura industrial y de servicios que atraviesa el país, debido a las políticas gubernamentales.

Sin visión a largo plazo

Ante ello, el economista Fernando Spiritto dijo a Crónica.Uno que, dadas las características del modelo económico del Gobierno, basado principalmente en la extracción de recursos naturales, el proyecto de las Zonas Económicas Especiales (ZEE) “no va a funcionar en el largo plazo”.

Explicó que las ZEE se tratan, principalmente, de “incentivos limitados a un espacio geográfico que tiene problemas de desarrollo”, los cuales van desde beneficios arancelarios y tributarios, hasta subsidios y construcción de infraestructuras para atraer las inversiones.

Las ZEE generan empleo, por una parte, pero también producción y manufactura. Se apoyan en eso para poder exportar y crear fuentes de trabajo, y eso no es lo que está planteando el Gobierno, porque el modelo extractivista es su principal incentivo”, señaló.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés) considera que las ZEE “pueden ser una importante vía hacia el empleo formal” en los países pobres, aunque advierte que ninguno de sus beneficios es automático, pues dependen de que cuenten con las bases correctas.

En Venezuela, según estimaciones de Anova Research, al menos 47 % de la fuerza laboral del país está en el empleo formal. Durante más de 15 años el Estado fue el mayor empleador tras nacionalizar decenas de empresas y abultar la Administración Pública, pero la caída de ingresos petroleros y el mal manejo de la economía llevó a que, al sol de hoy, el salario en el sector público no supere los 10 dólares al mes.

Se requiere inversión para atraer más inversiones

El economista Spiritto, también director de Posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), dijo que lo ideal sería que las ZEE fomenten la inversión local y foránea mediante la producción de bienes exportables para dinamizar la economía, para lo que también habría que hacer inversiones importantes de infraestructura en las zonas. 

Unctad señala que la mayoría de los fracasos de ZEE son atribuibles a problemas como lugares que requieren grandes gastos de inversión, falta de abastecimiento energético o instalaciones con mantenimiento inadecuado.

Según la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), al cierre de 2020 más de la mitad de las empresas consultadas reportó niveles de producción por debajo de 20 % de su capacidad instalada. Además, en los últimos 10 años el sector manufacturero se redujo 94 % y solo aporta 5,7 % del PIB del país, lo que evidencia el deterioro del parque industrial nacional.

Spiritto indicó que los principales casos de éxito de ZEE se caracterizaron por ofrecer a los inversionistas vías, conectividad, servicio eléctrico a costo razonable y exenciones tributarias. “¿Por qué no hacen eso en todo el país? ¿Por qué no rediseñan un marco regulatorio económico para ofrecer eso en todas partes?”, cuestionó.

El también profesor de las cátedras de Políticas Públicas y Economía Regulatoria de la UCAB resaltó que desde hace varios años se está hablando de Zonas Económicas Especiales en el país y, de hecho, formalmente se crearon en Paraguaná y el eje Ureña-San Antonio del Táchira en 2014, mediante sendos decretos. 

Ambas siguen estando como han estado toda la vida, son zonas con grandes problemas económicos y, sobre todo, de servicios públicos. Paraguaná es una zona aislada y despoblada, con atractivos para desarrollo de energías renovables que quedaron en el aire”, afirma.

“El problema no es de reglas”

El 25 de mayo, en una entrevista transmitida por Venezolana de Televisión, el diputado por el PSUV José Vielma Mora afirmó que las zonas económicas establecidas “no funcionaron” por falta de legislación en la materia. Sin embargo, desde 2014 se han promulgado al menos cinco decretos y una ley relacionados con ZEE.

Ese año, Nicolás Maduro firmó los decretos de Zona Económica Especial en Paraguaná (Falcón) y Ureña-San Antonio (2014) y la AN aprobó la Ley de Regionalización Integral para el Desarrollo Socioproductivo, que fue objeto de estudio para la de las ZEE.

En 2017 se decretó la creación de una ciudadela comercial y de servicios en la ZEE de Paraguaná y en 2018 las ZEE de Tinaquillo-San Carlos (Cojedes), municipio Palavecino y municipio Iribarren (ambos en Lara). 

El economista Spiritto, experto en temas regulatorios, sostiene que el problema para desarrollar ZEE en el país no es que no haya leyes que incentiven la inversión, pues se cuenta con “incontables leyes relacionadas con incentivos”, sino que la traba responde, más bien, a la falta de confianza que genera el Gobierno.

“Es un Gobierno que está sancionado internacionalmente, con quien nadie quiere hacer negocios y tiene los servicios y la infraestructura del país por el piso. Ninguna ley es suficiente para generar ese marco de confianza necesario”, aseguró.

Ese factor, sumado a la falta de ingresos al Estado, hace que esté “desesperado” por conseguir divisas, por lo que el único incentivo que puede ofrecer a capitales extranjeros es la extracción de recursos naturales y la liquidación de activos de la nación.

El temor a la precarización del trabajo

En una audiencia pública hecha en el Palacio de Miraflores a finales de mayo, el diputado a la AN Javier Bertucci, electo por el estado Carabobo, aseguró que, reactivando las ensambladoras y fabricadoras de cauchos de la entidad, se podrían generar más de 40.000 empleos directos y 70.000 indirectos gracias a las Zonas Económicas Especiales.

El parlamentario aseguró que los empresarios con los que conversó ven con buenos ojos la iniciativa legislativa y una “oportunidad” para exportar los productos en el continente a precios competitivos “por lo barato de la mano de obra venezolana”. Según un estudio de Anova Research, la industria manufacturera paga, en promedio, salarios por el orden de los 89 dólares, apenas 40 % de la canasta alimentaria.

Fernando Spiritto indicó que el denominador común de la mayoría de las ZEE es la mano de obra barata, aunque tal condición queda en segundo plano cuando los países cuentan con otros incentivos, como capacidad tecnológica, seguridad jurídica y capital suficiente para desarrollar las ZEE.

Cuando esas otras cosas no están presentes, los gobiernos dicen que su principal incentivo es la mano de obra, lo que implica sueldos de hambre, que se suspenda la Ley del Trabajo, que no haya fiscalizaciones, y terminan convirtiéndose en países de esclavos”, añadió.

La economista y profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB) Pasqualina Curcio señaló en un artículo reciente que los capitales extranjeros solo invertirían en Venezuela si pueden maximizar sus ganancias, algo que, a su juicio, garantizan las ZEE al promover “mano de obra barata, violación de derechos laborales, mayor explotación al trabajador”.

La Conferencia de la ONU para Comercio y Desarrollo advierte que se deben considerar “los impactos sociales y ambientales de las ZEE”, pues las normas laborales de las zonas han sido motivo de preocupación en el pasado. Además, calcula que alrededor de 60 % de sus empleados son mujeres.

Claves
  • Hasta 2019 Unctad contabilizaba casi 5400 ZEE en 147 economías del mundo y 500 más en proyecto, sin embargo, las zonas no son garantía de que llegue cantidad de inversión extranjera directa (IED) superior a la media. De hecho, se estima que las ZEE solo han impulsado la atracción significativa de IED en la mitad de los países de estudio.
  • Se prevé que en 2020 la IED en América Latina y el Caribe se redujo a la mitad debido a la pandemia, las turbulencias políticas de la región y las deficiencias estructurales de sus economías, situación que contrastó con 2019, cuando el crecimiento promedio fue de 10 % y llegó a 164.000 millones de dólares, principalmente en Brasil, Colombia, México, Chile, Argentina y Perú.

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