Tala indiscriminada de árboles deja al descubierto crisis de gobernanza en Caracas

Tala de árboles en Caracas

La ciudad se ha dejado, no en manos de Dios, sino de cualquiera, advierten especialistas en materia ambiental, ante la tala del arbolado que avanza en cualquier municipio. Mientras ONG llevan 14 días esperando respuesta de las autoridades locales sobre propuestas ambientales, urbanistas emplazan a los alcaldes a convertirse en patrocinadores del verde y detener la irregularidad.

Caracas. La Gran Caracas pierde con cada árbol caído a fuerza de tala y de podas mal hechas al menos 3° centígrados de enfriamiento, calculan expertos preocupados por la crisis climática mundial. “Y son miles los removidos en todos los municipios”, señala Cheo Carvajal, activista ambiental, al aclarar que el contador del arbolado que realizó en 2020, con 300 talados, “es apenas un bocadito”.

El corte agresivo de árboles también muestra, a secas, la crisis de gobernanza e institucionalidad en materia ambiental en la que está inmersa la ciudad.

Hasta la fecha, ninguna institución nacional o municipal ha contabilizado los árboles talados indiscriminadamente en cualquier  avenida o calle. Solo Chacao llevó la cuenta de 11.000 arbustos derribados hasta 2018. Tampoco se conoce la existencia de planes para preservar la vegetación de la “mancha” urbana de edificaciones que avanza por Caracas, indican especialistas.

“Nos hemos quedado en el aparato. Y la tala de árboles es una expresión de eso”, señala Antonio De Lisio, investigador y exdirector del Centro de Estudios Integrales del Ambiente de la UCV. “Hasta superamos la quema de basura que se hacía en urbanizaciones, en 2018, porque no pasaba el camión o  porque no regalaron más bolsas de plástico en supermercados”, comenta.

La tala crece como la hierba

El tema de la tala ha puesto en su justo lugar la definición de competencias del Ministerio de Ecosocialismo y de alcaldías. “En Chacao dicen que los permisos de tala solo los da el Ministerio, pero yo he visto talas que vienen con permiso de la municipalidad”,  comenta Carvajal.

Mientras, el arrase no se detiene en la ciudad.

El 14 de febrero, la ONG Plantados Caracas reportó en Nueva Casarapa, en Guarenas, municipio Plaza, el daño severo a una acacia, cuyas hojas sirven de remedio para la tos, diarreas y dolores de garganta. “Y el mismo día cortaron, rasgaron y desgajaron grandes ramas de flamboyanes en la misma acera propiedad pública municipal”.

También en La Trinidad, municipio Baruta, en Caracas, dejaron troncos de árboles en los bordes de la quebrada que atraviesa la vía principal. En Alto Hatillo, en el municipio El Hatillo, un vecino decidió talar tres arbustos en sus predios, lo que ocasionó alarma y denuncias de integrantes de la comunidad.  Y en Chacao, la policía paralizó una “poda sin permisología” de un árbol especie uva de playa, en Altamira.

Pero ninguno, en realidad, como el caso del mijao centenario. El árbol de la especie que junto con la caoba, el samán y el araguaney, entre otros, está en veda por resolución ministerial, fue talado frente a una construcción en Campo Alegre, con autorización del propio despacho de Ecosocialismo. El mijao es árbol emblema del municipio Chacao.

“¿Cómo se puede alegar que un mijao pone en riesgo la propiedad y las personas, o que te tapa la vista a un campo de golf, porque está en un lugar donde tiene más de 100 años? Aquí las construcciones se están poniendo donde no es”, comenta Carvajal, defensor del arbolado. “Si se revisa el permiso del Ministerio es una cosa terrible, hasta como está escrita, sin ningún criterio técnico, y aunque quien habla es el ministerio lo que está dicho es la voz del dueño del edificio”.

Tala y poda, sin control ni respuesta

Cualquiera sea la cantidad de talas que activistas como Carvajal aspiran a determinar con un monitoreo para conocer los espacios de mayor perturbación ambiental, ninguna institución ha fijado posición ni sumado su voz de condena contra estos actos ilegales en perjuicio de la vegetación.

Desde el 6 de febrero, Plantados Caracas, una coalición de asociaciones y voluntarios ambientalistas, se mantiene a la espera de que los concejos municipales de Chacao, Baruta y El Hatillo den respuesta a sus planteamientos. Allí acudieron hace 14 días para exponer también los mismos reclamos que expresaron en una manifestación de calles en sectores de  Caracas, en noviembre del año pasado.

marcha contra tala árboles en Caracas
Cortesía Plantados Caracas

“Esos concejos aún no han concretado nada. Y en Sucre y Libertador ni siquiera nos han dado respuesta a la solicitud de tener un derecho de palabra en la sesión”, informó Carvajal, director de Ciudad Laboratorio e integrante de la unión ambientalista

La petición principal realizada por Plantados al poder legislativo municipal fue la de detener y evitar las talas injustificadas y podas deformantes, realizadas sin criterio técnico. Existe un mal antecedente: el Plan Vías Verdes, que  realizó el ministro de Transporte, Haiman El Troudi, en 2015, arrancó centenares de caobas en veda que luego fueron trasplantadas a otros espacios donde yacen muertos.

Por eso, también pidieron promover la capacitación del personal que realiza esas tareas y que por falta de  preparación está ocasionando severos daños en las especies.

“Lo que es un problema sencillo se está convirtiendo en un problema complejo y se pierde un patrimonio arbóreo dentro de la municipalidad”, señaló Nereida Guerra, especialista en Gestión Ambiental, quien integró los grupos que visitaron los municipios.

Crisis de gobernanza al descubierto

La reacción inicial de los legisladores no se compadeció, dijo, con la urgencia de preservar el arbolado. “Nos reiteraron que el tema de las talas no es competencia de ellos, sino del ministerio. Y eso pasa desde hacerse la vista gorda hasta dar una excusa y esquivar el bulto”, indicó la experta. Una respuesta similar obtuvieron en la fiscalía ambiental, a donde acudieron a denunciar un caso en una ocasión, según recuerda.

“La Gran Caracas se ha dejado, no de la mano de Dios, sino de cualquiera”, protesta el experto en urbanismo Marcos Negrón, Miembro Honorario de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat. Considera que la tala indiscriminada es sobre todo reflejo de que “la ciudad no tiene gobierno”, porque además no se ha hecho nada contra el déficit del verde en sus más de 800 kilómetros cuadrados. El problema, apunta, se ha agravado ante la falta de una institución como la Alcaldía Metropolitana, que la ANC acabó de un zarpazo, en 2017.

Explica que el desaparecido Plan Estratégico Metropolitano 2020 de la Alcaldía, del cual fue asesor-redactor, significó el primer avance en la gobernabilidad de la región capital. Establecía aumentar la vegetación de los espacios públicos de Caracas de menos de un metro cuadrado por habitante a seis metros cuadrados por habitante. “Nada de eso ha ocurrido”.

Lamenta que a pesar de las ventajas del arbolado urbano sobre el microclima y la purificación del aire, aparte del factor estético, las alcaldías y vecinos estén a la altura de las exigencias.

“Hay un tema de conciencia y de ignorancia que se hace más grave cuando se trata de las autoridades”, dice Negrón.

En este contexto, el investigador De Lisio advierte que en la tala y podas indiscriminadas existe “un problema de gobernanza y de anacronismo en la visión ambiental”. Durante su gestión realizó un estudio del proceso de evolución urbana y su relación con el medio natural, específicamente con la zona protectora de Caracas.

“No se ha aumentado el espacio no construido, el verde, sino todo lo contrario: se ha venido afectando la zona protectora como en el caso de Ciudad Caribia”, un enorme complejo de edificios de viviendas de interés social, asentado en la zona norte del valle de la ciudad.

Más árboles apropiados en Caracas

También, en los espacios dentro de la ciudad existe “un déficit enorme”, pues la Gran Misión Vivienda Venezuela densificó mucho más el valle de Caracas, “la desproporción aumentó”.

Considera que la única institución que se esforzó por tener una visión integradora de espacios verdes y urbanizados fue la Alcaldía Metropolitana, y, casi 20 años antes, la Oficina Municipal de Planificación Urbana (OMPU) con el Plan de Caracas 2000, pero ninguno se concretó.

“Nosotros perdimos en su totalidad la visión estratégica de Caracas”, afirma De Lisio y resiente que institutos municipales de Ambiente, en muchos casos, se hayan convertido en “simples recolectores de residuos sólidos urbanos” con el criterio “de producir más para cobrar más”.

En contra de la tala en Caracas se requiere de muchos más árboles y además sustituirlos en cantidad, particularmente aquellos que por su magnitud representan un riesgo real.

Caracas debe tener una vegetación de clima seco. En la ciudad que por estar llena de asfalto, cemento, aumenta su temperatura de la ciudad, puede tener una diferencia de hasta 10 grados centígrados con los alrededores menos urbanizados y más verdes de la ciudad. A eso se le llama el efecto de isla de calor”, explica. “Se necesitan especies como el chaparro, de sombra, y de tamaño más pequeño, que además favorezcan la peatonalización, que los ciudadanos volvamos a las calles”.

De Lisio sugiere además tener una evaluación del arbolado urbano que en la actualidad no existe.  “Eso es un problema de gobernabilidad, de gobernanza, y creo que las alcaldías en Venezuela en general no han entrado al siglo XXI ambiental”.

Sembrar cultura ambiental 

Ambientalistas cuestionan que algunos ciudadanos promuevan la tala de árboles, porque le molestan las hojas o las raíces que les han levantado el piso a sus viviendas. Hay quienes inclusive han alegado que los arbustos de troncos gruesos propician la inseguridad. “Si nos dejáramos llevar por eso creo que tendríamos que eliminar miles de árboles en la ciudad”, replica Carvajal. Y añade que esto expresa lo lejos que se está de apreciar la importancia de los árboles.

tala y poda en Caracas
Cortesía

El valor de un árbol es inmenso en comparación con la tontería que se piensa de que mancha el vehículo, cuando en realidad ese mal es mínimo en comparación con el daño ambiental que supone la tala de un árbol de 40 años”.

Es un indicador de que hay que sembrar con urgencia la cultura ambiental, además de plantar, por mandato legal, unos ocho árboles por cada tala, como mínimo. A funcionarios y ciudadanos. Es otra de las propuestas que llevó Plantados a los concejos municipales, para mejorar el mantenimiento del arbolado y de las áreas verdes urbanas, señala Guerra.

Y es que hay escasez de personal formado para asumir estas tareas. Lo confirma el ingeniero William Rondón, ex director forestal del extinto Ministerio del Ambiente. “No hay suficiente personal preparado y es necesario instruir al personal en las alcaldías. Lo que vemos normalmente es gente que realiza estas labores, pero sin adiestramiento formal”.

“La preservación de un árbol comienza con la selección adecuada de la especie a plantar y el lugar, y eso implica también la selección del personal”, precisa.

Indica Rondón que la preparación técnica debe concentrarse en  las podas, la fertilización, las técnicas de propagación sexuales y asexuales, como polinización, siembra, ácodos, injertos para árboles. “Esto, además de otras técnicas, requeriría de adiestramiento en escuelas forestales”. Estas existen en la UCV y en la ULA, pero funcionan a duras penas.

A talar la tala con la comunidad

Ante esta situación, Plantados Caracas tiene previsto llevar sus propuestas al Ministerio de Ecosocialismo, una vez que culminen la etapa de visitas en los municipios. “Las instituciones están súper fragmentadas y se convirtieron en espacios muy personalistas, donde no existe un criterio de sostenibilidad!”, argumenta Carvajal.

“Esto es un tema político y cultura que hay que ir moviendo, e implica un cambio de paradigmas, de decisión y hacia allí iremos, comenzando por cuestionar ese automatismo con el que se asume que un árbol es un problema que hay que eliminar”.

Negrón reconoce la importancia de la iniciativa ciudadana, pero advierte que detener la tala y la poda indiscriminada en Caracas es responsabilidad de los municipios. “Los alcaldes deberían estar en campaña para movilizar a los habitantes y convertirse en patrocinadores del verde”.

El urbanista propone que los gobiernos locales podrían promover en los condominios la labor de proteger y cuidar los árboles que estén frente a los edificios, y compensarlos con una reducción de impuestos de bienes inmuebles.

“Obtendrán menos impuestos de frente, pero también pueden motorizar a las empresas en su responsabilidad social a  realizar grandes programas de protección y reforestación del sector donde están”.


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