El filme polaco está disponible en la plataforma de Netflix. Cuenta la historia de un joven que busca vengarse de quienes considera se burlaron de él.

Caracas. En Netflix está disponible una película inquietante sobre el odio, la obsesión, el resentimiento y las noticias falsas. Es polaca y su nombre es The Hater.

El largometraje se ha convertido en uno de los más vistos de la plataforma, no solo por ser un filme muy bien dirigido con un guion que, pese a contadas soluciones fáciles y algunos clichés, mantiene una tensión constante con un tema pertinente.

Es el ascenso del joven Tomasz Giemza (Maciej Musialowski), quien llega a Varsovia para estudiar Derecho. No tiene recursos, pero sí mecenas: una familia progresista y acaudalada que decide ayudar al muchacho, a quien conocen desde era niño cuando iban al campo a pasar vacaciones.

Los conflictos empiezan cuando en la facultad descubren que el estudiante plagió. Lo expulsan, y desde ese momento queda claro que hay que tener cuidado con él. No solo por la mediocridad del caso, sino por cómo maneja la situación cuando es enfrentado por los profesores.

The Hater es dirigida por Jan Komasa con guion de Mateusz Pacewicz, la misma dupla de Corpus Christi (2019), nominada al Oscar este año como Mejor Película Extranjera.

Ambos logran una obra íntima que busca además cuestionar conflictos sociales sobre la exposición en redes, la proliferación de las noticias falsas, su uso político, la hipocresía y la empatía, que este año ganó en el Festival de Cine de Tribeca en la categoría de Mejor Largometraje Internacional.

Tomasz Giemza empieza a abrirse camino en un mundo que siente que lo rechaza. El primer golpe a su orgullo ocurre cuando descubre que sus benefactores en realidad lo ven con desprecio. Se trata de la familia Krasucka, acomodada, vinculada al mundo de la política y las artes. Son contrarios al llamado fascismo que busca apoderarse de la vida polaca con posiciones xenófobas y ultranacionalistas. Pero puertas adentro, el comportamiento es otro.

Ven con desdén al que viene del campo, y el discurso de luchadores sociales es tan solo para la mediática, porque de resto, la calamidad de otros es tan solo son materia prima para el discurso político, e incluso para la creación artística. En una galería se regodean de una obra hecha con ropa de refugiados.

En ese punto, los autores en The Hater buscan incomodar a varios sectores de la política, si bien quien sale mejor parado es el personaje del candidato a la alcaldía de Varsovia, un progresista moderado que en apareciente tiene las mejores intenciones para la ciudad, y es odiado por aquellos que ven con preocupación la inmigración ilegal y el posible retorno del comunismo.

Pero la película va más allá. Eso es un detalle. El protagonista se siente peor cuando a la comparsa burlesca se suma Gabi Krasucka (Vanessa Aleksander), la hija de sus benefactores, por quien Tomasz Giemza se siente muy atraído.

El joven quiere escalar y demostrar que es más. Consigue un trabajo en una agencia encargada de destruir reputaciones de figuras públicas, entre ellos políticos. Las fake news son la principal herramienta. Las redes sociales son el hervidero para tumbar de los pedestales y en la oficina hablan de comprar cuentas faltas como si fueran tazas de café para la merienda. Tan solo es el comienzo de un plan macabro que no medirá consecuencias.

The Hater
La atracción del protagonista por uno de los personajes del filme es detonante para un plan abyecto

The Hater parece un filme sobre hackers, de hecho, su puesta en escena cumple con la estética y ciertas referencias que se pueden ver en obras sobre piratas informáticos. Pero Tomasz tan solo es una persona muy hábil para mentir y manipular a las masas desde las redes sociales. Por ejemplo, a una influencer que promociona productos saludables la destruye al bombardear con información sobre una posible intoxicación al consumir sus brebajes de cúrcuma. ¡Las manos se ponen amarillas! Empiezan a decir.

Se convierte así en la principal carta de Beata Santorska, interpretada por la actriz Agata Kulesza, a quien seguro los asiduos del cine polaco han visto en Ida (2013) y Cold War (2018). Vil personaje que ve en el joven la pieza clave para complacer a esos clientes anónimos que recurren a ella para acabar con adversarios.

Es así como The Hater reúne varios elementos de la discusión actual, en momentos en los que las redes sociales sirven como hoguera, y que incluso repercuten en resultados electorales y opiniones generalizadas sobre distintos temas de interés, como se vio con el caso de Cambridge Analytica, del que hay en Netflix un documental titulado The Great Hack (2019). Llama la atención que en esa obra de no ficción la historia se concentra en Brittany Kaiser, quien reconoce que de trabajar por la campaña de Barack Obama en 2008 pasa a influir en la victoria de Donald Trump.

The Hater
Desde el comienzo el director deja claro que el protagonista es un personaje de cuidado

La figura de Brittany tiene una relación con el protagonista de The Hater en el sentido de que el joven en realidad no responde a ideologías. En su caso, su objetivo es vengarse ante la humillación que recibe de quienes consideraba sus aliados.

En The Hater si bien el tema político es escenario de su trama, el filme más bien se concentra en el cinismo y la depravación de una figura que no escatima en sus acciones para destruir. Por eso hay reminiscencias de Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese, American Psycho (2000) de Mary Harron e incluso Joker (2019) de Todd Phillips.

El director Jan Komasa muestra un filme en el que casi no se ve la ciudad. Sus tomas suelen ser cerradas, como si quisiera dejar claro que todo aquel que concentra la vida en la pantalla se pierde de un mundo más amplio, y por lo tanto, su perspectiva es menor, y así es vulnerable a las noticias falsas.

The Hater
El filme también se centra en las apariencias y dobles discursos en redes sociales

Abre las tomas tan solo para contextualizar certeramente, para demostrar a masas enardecidas o obnubiladas frente al celular o el monitor. La ventana como elemento de un discurso es inquietante, la vigilancia y espionaje por parte de un ser misterioso, como si bebiera además de Caché (2005) de Michael Haneke. Vale la pena mencionar las escenas dentro de un videojuego en el que se concretan acciones definitorias.

Ahora bien, el guion cae en algunos clichés, y hay un momento que resulta incongruente con el certero proceder de Tomasz Giemza para alcanzar sus objetivos. Hay un desliz que responde más a una resolución apresurada del guionista, que a lo que realmente hubiese mantenido cierta correspondencia con la personalidad del protagonista en un contexto que lo hace temporalmente errático.

Sin embargo, ese revés no mella la intensidad de The Hater como película intrigante sobre la vileza, el resentimiento y la venganza, así como ese mensaje relacionado con el discurso en redes y su uso no solo para la política, sino como obra para la reflexión en tiempos de hogueras fáciles, de reputaciones que pueden ser volátiles en medio de personas sobrecargadas de información y manipulables fácilmente. El odio como razón de la existencia y como negocio.


Participa en la conversación