Es una de las obras más populares de Netflix. Cuenta la historia de una joven que se propone convertirse en campeona mundial del ajedrez.

Caracas. “El tablero de ajedrez es el mundo, las piezas son los fenómenos del universo, las reglas del juego son lo que llamamos las leyes de la naturaleza. El jugador en el otro lado se nos oculta”. La frase es del biólogo británico Thomas Huxley, quien es citado brevemente en The Queen’s Gambit.

La historia es un éxito reciente para Netflix. Se ha convertido en la miniserie más vista de la plataforma con 62 millones de hogares en los que se ha visto desde su estreno el 23 de octubre. Según los datos de Netflix, ha estado en el top ten de 92 países, y ha alcanzado el número uno en 63. Para el momento en el que se escriben estas líneas, está en el segundo lugar entre lo más visto en Venezuela. 

The Queen’s Gambit cuenta la vida de Beth Harmon (Anya Taylor-Joy), una joven huérfana que va a parar a un orfanato de un pequeño pueblo estadounidense. Golpeada ante el cambio drástico en su vida, debe adaptarse a un estilo de vida en el que priva la dinámica grupal para mantener el orden.

Pero las individualidades salen a relucir, y en el caso de Beth, su vida cambia cuando conoce al conserje de la institución, un viejo hombre que en un sótano pasa sus ratos libres jugando solo frente a un tablero de ajedrez. Ahí, ese hombre que parece olvidado por el resto, cambia la vida de la protagonista. Comienza su mundo, una vida en la que la relación con la soledad tiene mucho peso.

The Queen's Gambit
En su niñez, la protagonista encuentra la pasión que determinará su vida

Este es un punto importante en The Queen’s Gambit, porque muchos de los personajes allegados a Beth están solos. Su madre biológica buscaba la manera de sobrevivir, la madre adoptiva es prisionera de temores e indiferencias, su mejor amiga en el orfanato se defiende lo mejor que puede y su mentor, el señor Shaibel, no tiene mayores dolientes. “Se necesita ser una mujer fuerte para estar sola”, le dicen en algún momento. 

Por eso, Beth encuentra en el juego su forma de supervivencia, ve en el tablero una idea de control que es ingenua, aunque genuina. Porque en el tablero de su vida, hay jugadas que no advertirá. Ella siempre espera que sus contrincantes se salgan del guion, de la jugada estudiada, como su vida, que termina siendo el mayor jugador de la partida. 

Los siete episodios de The Queen’s Gambit son el desarrollo de un personaje que atraviesa una existencia ardua, en la que se impone a pesar de las tragedias de los primeros años, la subestimaciones durante los inicios, y las decepciones por las acciones de algunas personas de su círculo. 

Podría decirse que ella es su principal rival. Pero no. Sus caídas son producto de unas circunstancias que la han retado en demasía desde temprano. Además, se trata de una persona que empezó a conocer el poder de su talento sin apenas haber llegado a los 20 años de edad. Le advierten de los tormentos, pero quién no se cree invencible cuando siente la gloria tan cerca.

The Queen's Gambit
La madre adoptiva de Beth se convierte en un pilar fundamental de su carrera como ajedrecista

Beth se convierte también en inspiración para otros jugadores, y algunos de ellos querrán ser sus protectores, especialmente cuando ven la forma en la que bebe o descubren su adicción a las pastillas. Es en este punto en el que hay un manejo determinante sobre los vínculos de la protagonista, a quien muestran como una persona que espera un amor correspondido, pero tampoco quiere condescendencia ni supervisión en su verdadera emancipación. 

Llama la atención además la solemnidad de cada juego, en la que los derrotados mantienen no solo la dignidad, sino el respeto hacia quien consideran mejor. 

The Queen’s Gambit es dirigida por Scott Frank, quien escribe el guion junto con Allan Scott basados en la novela homónima de Walter Tevis, publicada en 1983. Es una historia desarrollada en los años sesenta, en plena Guerra Fría, en la que los soviéticos no son solo contrincantes en lo geopolítico, sino también en el terreno de los peones, alfiles y torres.

La dirección de arte de la miniserie completa en fortaleza esta popular propuesta, así como el vestuario, que sostiene la muestras del estado de ánimo de la protagonista, glamorosa siempre en una época de especial importancia para la moda femenina. 

The Queen's Gambit
Cada encuentro en el tablero es una muestra de solemnidad y respeto

Un detalle a relucir es la manera en la que los ojos de Beth forman parte del discurso ante la cámara. Insinúan y constatan tanto. Anya Taylor-Joy es muy expresiva en The Queen’s Gambit, un personaje de silencios, pero que pronuncia las palabras justas en cada diálogo que participa. Y cuando no lo hace, la mirada es suficiente para complementar el discurso. 

En The Queen’s Gambit hay un claro interés por contar una historia, con todos los matices de un personaje como el de Beth. Existe una justa contextualización de la época, pero en su metraje, no hay mayor afán que el de desarrollar una trama verosímil y poderosa sobre la vida a través de un juego tan enigmático y metafórico como el ajedrez, de tantas predicciones, sacrificios, estudio e intuiciones.


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