En Netflix hay un documental sobre dos jóvenes estrella del speedcubing, la competencia que consiste en resolver un cubo de Rubik en el menor tiempo posible.

Caracas. Es común escuchar la frase que asegura que hay público para todo. No es para nada lejana a la realidad. El cubo de Rubik sigue siendo un desafío para muchos, un rompecabezas tridimensional retador, un artilugio popular que es mucho más que entretenimiento.

Para algunos resolverlo no es un problema. El desafío está en el tiempo invertido en ordenar cada uno de los colores del cubo. Si hay quienes tardan días u otros que dejaron a un lado el objeto que se convirtió en un imposible, hay un grupo de apasionados que logran el objetivo en menos de 7 segundos. Sobrepasar ese tiempo es de perdedores.

The Speed Cubers es un documental de 40 minutos disponible en la plataforma Netflix. Es corto, pero lo suficientemente conciso, emocionante, estimulante y conmovedor para exaltar las bondades de la competencia, en tiempos en los que algunos discursos la demeritan, o los más temerarios satanizan.

El filme es protagonizado por Feliks Zemdegs y Max Park, ambos estrellas de los campeonatos mundiales del speedcubing, como se conoce al deporte en el que se resuelve con la mayor rapidez posible el cubo de Rubik. Según expertos, cuando una persona puede descifrar las distintas formas de resolverlo, en su mente se entrecruzan distintos algoritmos que se alinean con la memoria y la masa muscular para lograr solucionar ese caos de múltiples colores.

The Speed Cubers
Max Park es un adolescente que poco a poco alcanza a su gran ejemplo: Feliks Zemdegs

Feliks Zemdegs es australiano y actualmente tiene 24 años de edad. Es lo que podría llamarse una leyenda en la disciplina, que ha establecido varios récords mundiales. Una referencia para muchos, como lo es para Max Park. un estadounidense de 18 años de edad con autismo que siempre ha admirado a Feliks, pero que con su destreza se ha convertido en uno de los mejores del mundo y ha superado varias de las marcas del australiano. Un rival que acecha, pero desde la admiración, el respeto y el cariño.

Cuando están en competencia no hay tregua interna. Quieren ser los mejores, pero más allá de los números, surge una amistad que los retroalimenta y los impulsa a superarse, no solo como figuras de una disciplina, sino también como personas.

Dirigido por Sue Kim, The Speed Cubers presenta un mundo desconocido por muchos, una actividad regida profesionalmente por la World Cube Association, en la que confluyen competidores de distintos países. Pero más allá de ser un documental sobre cómo cientos de jóvenes cada año se esfuerzan por estar en el podio, la realizadora se concentra en las dinámicas de los dos protagonistas.

Detalla por ejemplo la convivencia familiar de cada uno. En la casa de Feliks Zemdegs los padres vieron como desde pequeño el hijo tenía una agilidad fuera de lo común con el cubo, se convirtió en una obsesión que trascendió hasta que los medios australianos se enteraron de su rapidez. Salió del anonimato para convertirse paulatinamente en un fenómeno, como un Lionel Messi que con las manos arma y desarma colores como amagos para meter un gol. En las competencias inspira respeto y admiración, sin dudas. Y hay quienes siguen pasos, pero también están determinados a superar a quienes marcaron pauta.

En la casa de la familia Park, en California, el espectador verá como unos padres preocupados por el diagnóstico del hijo ven la evolución de sus sentimientos, empatías y relaciones con el exterior gracias al speedcubing, y especialmente a la competencia, y posterior amistad, con Feliks Zemdegs, de quien vemos las preocupaciones alrededor de su edad, pues la adultez siempre viene acompañada de otras exigencias e intereses que pueden alejar de esos brillos de la juventud que solo la despreocupación pueden otorgar.

The Speed Cubers
El documental que se encuentra en Netflix al final es una historia de la amistad desde la rivalidad

La directora nos presenta a los protagonistas en sus entornos, para luego juntarlos en unas entrañables dinámicas alrededor del juego, dos jóvenes que encuentran en las confluencias motivos para aprender de la vida.

Porque sí, la victoria y el fracaso son lecciones inevitables de las que hay que aprender. The Speed Cubers es una respuesta a esos cuestionamientos a competencias entre niños y jóvenes por temores a herir susceptibilidades, como si la vida no fuera a saltar en el momento más insospechado.

Ganar o perder, siempre para ser mejores. Ese es el mensaje final de una obra que ha pasado inadvertida en la plataforma, pero con un mensaje contundente, una reflexión sobre nuestras dinámicas, intrínsecas a la condición humana, sin extremismos, ni malas intenciones, siempre con el afán de superarse como individuo. Un documental para ver en familia, narrado de una manera amena, sencilla, pero con la compenetración suficiente incluso para ser parte de cada partida, quizá tener algún favorito, pero una vez concluida, entender las alegrías y decepciones de cada uno.

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