Son alarmantes los resultados de estudios que han realizado organizaciones encargadas de ayudar a los niños en el estado Lara. Confirman que el nivel de desnutrición va en aumento, debido a los bajos sueldos percibidos por sus padres y los altos costos de los alimentos; a esto se le suma la emergencia sanitaria por la COVID-19.

Barquisimeto. El estado Lara ha sido una de las regiones más golpeadas en los últimos años por la crisis, y una de las consecuencias más graves se ve reflejada en los niños, sobre todo los que viven en sectores vulnerables de la región. Son zonas que con el paso del tiempo van creciendo debido a una falta de programación y políticas públicas que atiendan sus necesidades.

En estas comunidades viven las personas que no tienen acceso a servicios públicos, sus habitantes construyen casas sin ningún tipo de seguridad y no tienen suficientes recursos para comer.

El equipo de Crónica.Uno realizó un sondeo en Río Claro, pueblo ubicado al sur de Barquisimeto, para saber cómo es el sistema de alimentación en los hogares de esta parroquia larense. Prácticamente todos coincidieron en que comen dos veces al día, y en que alargan las horas entre comidas para poder soportar las 24 horas.

María López, con evidente frustración, dijo que antes no pasaban hambre. Afirmó que en años anteriores comían hasta que les alcanzaba, pero que ahora no tienen ni para comprar las medicinas cuando se enferman.

¿Ahorita qué? No tenemos nada, nos estamos muriendo de hambre. Los niños están muriendo de tristeza, no les compran los zapatos, están todos desnutridos”, lamentó.

Aseguró que con los escasos ingresos no pueden comprar aliños ni complementos para las pastas que vienen en las cajas Clap.  “Cocinamos maluco. Hay días en que nos acostamos sin la papita, y lloro. Tengo un solo hijo, tiene 30 años de edad y es especial”, expresó, y se retiró con resignación.

Por otra parte, Aída Mendoza dijo que la caja Clap que les entrega el consejo comunal trae tres kilos de arroz, dos paquetes de pasta, un litro de aceite y un kilo de leche. Expresó que eso les alcanza para cinco días porque son 10 personas en su casa: “Y echándole un poco de bromas ahí para que rinda. Mi hijo trabaja y le alcanza para tres productos”.

La señora Aída tiene tres hijos y uno de ellos tiene un bebé. Contó que el dinero que consigue su hijo es para comprar los alimentos del bebé, no para el resto de la comida de la familia: “Y así estamos. Nosotros sufrimos mucho”.

Muchos padres hacen el esfuerzo para darles de comer a sus hijos y que no pasen el día con el estómago vacío. La mayoría depende de las cajas Clap, que poco les dura y, al no ser una comida balanceada, los lleva a la desnutrición.

En este sentido, Gretna El Halabi, directora de la organización Madres y Padres por los Niños (Mapani), institución defensora de los derechos humanos de la niñez, enfocada en la alimentación y la salud, informó que en su última estadística tienen un porcentaje de 21,8 % de niños y niñas atendidas que sufren de desnutrición entre aguda y severa.

Afirmó El Halabi que este cuadro de desnutrición es el más difícil de recuperación y el que más secuelas deja en los pequeños. Mapani también maneja otros rangos de desnutrición, entre los que destaca una cifra de 54,1 % de niños en riesgo y 17 % de niños en alerta.

Explicó que la diferencia entre la alerta y el riesgo de desnutrición es que en el rango de riesgo los niños ya presentan un grado de desnutrición, y los que entran en el rango de alerta pueden llegar a una desnutrición entre moderada y severa.

Otro porcentaje que alarma es el de la desnutrición crónica, que se encuentra en 6 %. Solo 0,74 % de los niños atendidos tienen sobrepeso.

En 2020 Mapani atendió 264 niños y durante seis meses se les hizo seguimiento. La directora de esta organización expresó que hubo un aumento de 9,8 % del indicador de desnutrición infantil comparado con 2019, y que se debe a múltiples factores, como la falta de servicios públicos, situación muy agravante porque una familia no puede cocinar sus alimentos sin luz, sin agua y sin gas; sin embargo, muchos tienen que usar medios alternativos para cumplir este fin.

Estamos muy preocupados por el hecho de que la desnutrición no solamente viene de lo difícil que es la adquisición de productos. Ya el problema no es la escasez de productos; es la escasez de dinero, de la producción y de la seguridad alimentaria y económica de cada familia. Es muy difícil que un paciente menor de cinco años, que come aproximadamente cuatro o cinco veces al día, contando meriendas, se pueda cubrir con todas las faltas que tienen”, aseveró.

Puntualizó que tres de cada 10 niños en Lara presentan un cuadro de desnutrición y añadió que es en la parroquia Juan de Villegas donde hay más casos de pequeños con esta patología.

Los venezolanos están comiendo solo carbohidratos y, de acuerdo con especialistas, comer dos veces al día y solamente carbohidratos genera desnutrición aguda por la falta de una alimentación que cubra todos los requerimientos nutricionales del organismo.

Una dieta balanceada y nutritiva incluye proteína animal, lácteos (leche, queso, mantequilla y crema); son alimentos que deben ser suministrados de manera regular y obligatoria para que un niño pueda desarrollarse de la manera adecuada.

Pero esto genera un estrés entre los larenses, pues la pandemia ha acentuado la mala situación económica que venían enfrentando desde hace años y lo que pueden conseguir para alimentar a sus hijos no cubre sus necesidades nutricionales.

Afirmaron que lo más que pueden asegurar son las cajas Clap, y mayormente vienen compuestas de granos y carbohidratos de mala calidad, alimentos que deben distribuir en pocas raciones para todos los días.

En el estado Lara ha aumentado también el número de personas que piden comida de casa en casa.


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