El documental de Alejandro Picó cuenta los pormenores del clásico largometraje de Román Chalbaud

Caracas. Finalmente se estrenó Un país llamado El pez que fuma, el documental venezolano que desde 2020 se comentaba entre la crítica como una pieza fundamental en ese rescate de la cinematografía nacional.

Dirigido por Alejandro Picó, la película no solo ahonda en el legado de la obra maestra de Román Chalbaud, sino que se encarga de ir hasta las entrañas de lo que fue la concepción de la historia, las vivencias de aquellos días de filmación, los testimonios de quienes fueron parte del elenco, las consecuencias en el entorno más inmediato del rodaje, el punto de partida que fue para muchos El pez que fuma, así como las lecturas del país que pueden hacerse a partir de la trama.

Cuando se ve el documental, es notorio el respeto y la admiración del director por la película y su autor, se percibe cómo ha crecido con la impronta de El pez que fuma entre quienes han indagado en las joyas del cine venezolano, y que, a partir de ese entusiasmo y deferencia, busca un camino para que desde el cine se muestre la importancia de un clásico, así como permitir que otros descubran.

Un país llamado El pez que fuma
Román Chalbaud escribió el guion de El pez que fuma junto con José Ignacio Cabrujas

En el documental hay entrevistas a figuras como Román Chalbaud, Miguel Ángel Landa, Haydée Balza, César Bolívar, Mimi Lazo, Orlando Urdaneta, Pilar Romero y Rodolfo Izaguirre. Todos ellos como parte del reparto o desde la crítica revitalizan el mensaje del largometraje estrenado en el año 1977.

El espectador apreciará los cuentos relacionados con el lugar de filmación, un extinto burdel de La Guaira en el que la producción tenía que terminar antes de las 5 de la tarde para que la otra faena se llevara sin inconvenientes para la dueña, quien además tuvo una breve participación en el largometraje.

En esa vieja casona, Chalbaud no solo recreó su mundo, que anteriormente había presentado en las tablas del teatro, sino que también encontró maneras de fortalecer una narrativa entre dos mundos que se encontraban, como un trabajo de campo que hallaba en el terreno lo que se había supuesto en el papel; así crear un universo con distintas lecturas, interpretaciones sobre unos personajes que podían ser también espejos de quien estaba frente a la pantalla, aunado todo a un país que vivía una década de embriagador gasto, la llamada Venezuela saudita.

Un país llamado El pez que fuma guarda sorpresas para el público, ya casi en su conclusión, suelta anécdotas que son una perla, insospechadas para muchos. Testimonios que demuestran el alcance que tuvo el país como punto de parada para la industria cultural y del entretenimiento de entonces, una estructura que pudo haber sido una puerta de expansión para que las obras no se circunscribieran exclusivamente a las fronteras.

Un país llamado El pez que fuma
El pez que fuma se grabó en una construcción que desapareció luego del deslave de Vargas

En las entrevistas del documental hay reconocimiento del poder de la película, así como de la importancia que tuvieron esas actuaciones en las carreras de muchos de los actores. Se ve a Miguel Ángel Landa orgulloso por su trabajo, por ejemplo, y nada tímido en subrayar lo que le impregnó a Dimas, el personaje que encarnó, fundamental en la lúgubre relación con La Garza, la eterna Hilda Vera.

Si bien por momentos la película desenfoca por algunos problemas técnicos al momento de recabar las entrevistas —Orlando Urdaneta da su testimonio en una videollamada—, Un país llamado El pez que fuma es de esos documentales que enaltecen el pasado en un país con problemas de archivo, y, por consiguiente, dificultades para mostrar, mantener y elogiar.

En medio de una debilitada industria audiovisual en la que sus clásicos parecen sobrevivir exclusivamente del boca a boca, la película de no ficción de Alejandro Picó se posiciona como un documento que no solo homenajea y rescata, sino que permite la reflexión sobre el potencial de un pasado que permite pensar también desde el futuro.

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