Eddie Murphy protagoniza una película que continua la historia que comenzó en 1988. Casado y con hijos, el príncipe se ve envuelto en las tradiciones del reino en una obra fallida

Caracas. Tres décadas después podemos ver nuevamente al príncipe Akeem (Eddie Murphy) en Zamunda. Pero su majestad esta vez lleva la capa caída. No corresponde a la gracia esperada, y tan solo ofrece en pantalla un simple despojo en un intento de comedia, una historia que traiciona a su antecesora.

Un príncipe en Nueva York 2 está disponible en Amazon. Desde que se supo que habría una continuación de la popular película de los ochenta, la curiosidad apuntaba a saber qué habría pasado con el joven príncipe que buscó su propio camino.

En los ochenta Eddie Murphy era un actor que se consolidaba en la comedia con filmes como De mendigo a millonario (1983) o Superdetective en Hollywood (1984). Un príncipe en Nueva York (1988) cerró una década para el intérprete que se convirtió en una referencia del género. En los noventa protagonizó varias comedias, pero no tan entrañables como las anteriores, con alguna salvedad. Incluso, participó en afamados videoclips como “Remember the Time” de Michael Jackson, quien entonces andaba todavía activo en medio de su estrellato. 

Un príncipe en Nueva York 2
Tres décadas después, el príncipe Akeem está a punto de ocupar el trono de su padre

En 2019 el actor estadounidense estelarizó en Netflix Dolemite Is My Name, una encomiable historia nominada a los Globos de Oro como Mejor Película Musical o Comedia y Mejor Actor.

Los canales de televisión nacionales se encargaron también de que Eddie Murphy se convirtiera en alguien entrañable, y Un príncipe en Nueva York era una carta segura para los fines de semana, cuando era grato ver la historia del príncipe Akeem, quien, incómodo con las tradiciones de su familia, viaja a Queens para encontrar el verdadero amor, y así contrariar la centenaria tradición de un matrimonio arreglado.

El príncipe llega a Nueva York junto con su ayudante Semmi (Arsenio Hall). En la ciudad, ambos se despojan de toda alusión a su vida monárquica, y viven como cualquier emigrante en Estados Unidos, hasta llegan a trabajar en un restaurante de comida rápida.

Ahora, en Un príncipe en Nueva York 2, Akeem está a punto de coronarse. El rey Jaffe Joffer (James Earl Jones) está enfermo. El príncipe vive en el palacio con su esposa Lisa McDowell (Shari Headley), y sus hijas. Un cuadro esperado para una secuela como esta.

El reino de Zamunda sigue anquilosado en normativas prehistóricas. Si el príncipe se convierte en rey, debe tener un hijo varón que sea heredero. Pero Akeem y Lisa sólo tuvieron tres hijas, y en el palacio se percataron de ese detalle justo cuando el viejo monarca está a punto de morir.

Entonces aparece el leal ayudante Semmi para contarle al príncipe que tiene un hijo varón, pero que él no sabe. Lo concibió en una noche de juerga en Nueva York, pero Akeem no estaba en condiciones para recordar ese momento. 

Un príncipe en Nueva York 2
En esta secuela reaparecen viejos personajes de la anterior película

Listo, asunto arreglado. Akeem regresa a Estados Unidos con su amigo para buscar al muchacho. Sí, el príncipe que en los ochenta rompió la tradición, decide cumplir con la norma impuesta, relegar a su hija mayor que durante años se ha preparado para heredar, y preparar a Lavelle Junson (Jermaine Fowler) para sucederlo en su momento en el trono.

Así de descabellado es el comienzo de Un príncipe en Nueva York 2. Obviamente, la esposa y las hijas reaccionan a la actitud pusilánime de Akeem.

La película entonces se diluye entre el conflicto de Akeem con su familia, así como con Lavelle, además de cómo el muchacho digiere todo lo acontecido; primero deslumbrado ante la opulencia de su nueva vida, luego contrariado ante la exigencia de una tradición que le es ajena y no le pertenece. No hay un foco elogiable en el metraje de esta película. Todo es un despacho inmediato y de fácil solución. 

Un príncipe en Nueva York 2
Esta secuela es una historia que dispersa al espectador en intentos por obtener la gloria pasada.

La primera parte de esta historia fue dirigida por John Landis con una historia de Eddie Murphy con guion de David Sheffield y Barry W. Blaustein, quienes repiten como guionistas, pero esta vez junto con Kenya Barris, creador de series como Black-ish y Grown-ish. La dirección de la secuela es responsabilidad de Craig Brewer, quien curiosamente dirigió Dolemite Is My Name. Esta vez Eddie Murphy no figura en los créditos autorales. 

Esta secuela no es más que un intento que pareciera escrito a última hora para cumplir con un compromiso. Un príncipe en Nueva York 2 es una obra que intenta rememorar una gloria pasada mediante el rescate de personajes que en su momento fueron claves para el ritmo y la jocosidad. Vemos a los famosos barberos o al decadente predicador de la primera parte, pero ya no dan gracia. Todos los secundarios quedan relegados a una función nostálgica, sin la gracia por la que son recordados.  Intento fallido.


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