Los deslizamientos en el sector Terepaima del barrio Santa Ana no paran. En noviembre del 2018 ocurrió uno de los movimientos de tierra más fuertes en la zona, pero el problema es de vieja data. Las casas y la carretera del sector se han ido abajo, las tuberías desaparecieron y los postes de luz están a punto de colapsar. Ingrad ha realizado censos pero las personas siguen viviendo al borde del peligro.

Caracas. Cergio García tiene un año y siete meses viviendo en el callejón La Lucha, en el sector Terepaima del barrio Santa Ana, en Carapita. Por las noches ha escuchado el sonido que emite la montaña cuando se mueve. “Eso traquea como si la tierra estuviese crujiendo, como si se estuviese partiendo”, dice. La montaña podría caer sobre su casa.

En algunas ocasiones, Cergio, su esposa y sus dos hijos (de 4 y 7 años) han tenido que salir de su hogar en plena madrugada, en noches de lluvia, porque la montaña se mueve y amenaza con tapiar sus viviendas. Han salido del callejón junto con la familia de Yelimar Peña, una vecina que vive enfrente con 10 personas más, entre ellos un niño de 13 años.

En el callejón La Lucha algunos vecinos creen que el movimiento de la montaña no afectará sus viviendas. Foto: Gleybert Asencio

Según lo reportado por Crónica.Uno en enero de este año, los vecinos de esta comunidad realizaron un censo y determinaron que en la zona hay 291 familias en riesgo producto de los deslizamientos. El dato fue reconfirmado este lunes 8 de julio con miembros del consejo comunal de la zona.

El Observatorio de Ecología Política de Venezuela ha informado recientemente que la temporada de lluvias pone en riesgo a más de 100 familias en Carapita.

“Nos acompañamos y estamos pendientes los unos de los otros. Hay noches en las que yo no escucho nada, y son ellos, mis vecinos, los que han venido a tocarme la puerta, diciéndome que salgamos de las viviendas”, cuenta Cergio.

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Cergio García y su familia están dispuestos a salir de la zona si el Estado los ayuda a conseguir una vivienda. Foto: Gleybert Asencio

Dice que compró la casa en este lugar porque no sabía la magnitud del riesgo. Los vecinos aseguran que los deslizamientos en la montaña son permanentes y de vieja data, pero que el movimiento más fuerte se registró en noviembre del año pasado.

El joven de 26 años proviene de Mene Grande, estado Zulia. Tuvo que venirse a Caracas junto con su familia buscando trabajo. Ahora labora como carretillero en el Mercado de Coche durante las madrugadas. Manifiesta que ha hablado con los miembros del consejo comunal de la zona, pero la respuesta ha sido negativa.

“Los del consejo comunal dicen que ya a los habitantes de esta zona les asignaron casas”. Así se esfuma la posibilidad de que Cergio, su familia y sus vecinos reciban una vivienda por parte del Estado. “Protección Civil y los bomberos nos advirtieron que teníamos que salir, pero ¿para dónde nos vamos a ir? Yo no voy a meter a mi hija en un refugio”.

En la casa de Yelimar Peña las paredes están agrietadas. Foto: Gleybert Asencio

Tanto en la casa de Cergio como en la de Yelimar se perciben las grietas causadas por el movimiento del terreno. “Mi esposa me dice ‘vámonos’, pero yo le digo ‘para dónde nos vamos a ir'”, apunta Cergio mientras observa la desafiante montaña.

Arriba, en la parte alta del sector Terepaima, la vulnerabilidad también está a la vista. Muchas casas están a muy pocos metros del abismo. Los deslizamientos ya se tragaron viviendas, tuberías y parte de la carretera. Algunas casas muestran grietas, paredes quebradas y columnas torcidas. Y hay postes de luz que podrían caer sobre algunas casas, lo que además de afectar el servicio eléctrico de la zona, puede generar daños mayores.

Los deslizamientos son constantes y con las lluvias la situación puede empeorar. Foto: Gleybert Asencio

Yoselín Parra tiene 29 años. Toda su vida ha vivido en el sector. Le preocupa que la temporada de lluvias pueda causar una tragedia. “Lo que yo pienso es que aquí, cuando llueva fuerte, este poste se puede caer y esas guayas pueden caer sobre las casas”, advierte mientras señala el cableado eléctrico.

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Algunos postes de luz podrían caer en cualquier momento. Foto: Gleybert Asencio

Gersalín Ortíz, vecina también del sector, se asombra al ver cuánto se ha movido la carretera en menos de un mes. “Yo vine no hace mucho, y eso no estaba tan separado”.

Junior Parra, otro vecino, dice que la última vez que se acercó a la zona del derrumbe había una grieta en la carretera que media unos 25 centímetros. Este lunes, 8 de julio, tuvo que brincar para cruzar de un lado al otro.

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En menos de un mes una grieta pasó de unos 25 centímetros a más de un metro de ancho. Foto: Gleybert Asencio

Yoselín asegura que han hecho varios censos, pero que no pasa nada. Una de las instituciones que ha hecho el registro de familias afectadas es el Instituto Municipal de Gestión de Riego y Administración de Desastre (Ingrad). “La última vez que estuvieron por acá fue antes de Semana Santa”.

“Por mi hija, yo aceptara salir del barrio e ir a una vivienda más segura, pero tendría que ser acá en Caracas”. Niega que hayan reubicado a 100 familias del sector, rumor que ha circulado. “Solo cinco familias en situación de riesgo han sido atendidas, nada más”, afirma Yoselín.

Al fondo, el callejón La Lucha del barrio Santa Ana. Foto: Gleybert Asencio

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