Venezolanos ven positiva la explotación de gas y petróleo pero demandan mayor transparencia

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El estudio del BID muestra que Venezuela es el país de la región andina donde la mayoría de los encuestados (47,2 %) considera que los beneficios económicos de la extracción de petróleo y gas se distribuyen de manera muy injusta. Además, las comunidades cercanas a los pozos sienten que no se les toma en cuenta.

Caracas. La mitad de la población venezolana evalúa como positivo que se exploten recursos como el gas y el petróleo en el país, sin embargo, casi en la misma medida consideran que los beneficios económicos provenientes de esta actividad se distribuyen de manera injusta. Así lo revela un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El economista Osmel Manzano, asesor económico regional del Departamento de Países Andinos del BID, explicó los resultados del estudio elaborado hace dos meses en un foro sobre política petrolera realizado este miércoles 30 de junio por el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF).

Un 49,9 % de los encuestados considera que la explotación de petróleo y gas es muy positiva para el país, mientras que 9,1 % la considera muy negativa. Entre los países evaluados, Bolivia y Venezuela son algunos donde esa valoración resultó ser más alta, lo que significa que el sector cuenta con “licencia social” para operar, es decir, la aprobación de las personas y de las comunidades para desarrollar la actividad. 

La buena noticia es que la sociedad venezolana todavía piensa que la actividad petrolera es positiva, sin embargo, demanda mayor transparencia. La gente piensa que no se está haciendo lo correcto, indicó Manzano. Por ejemplo, 25,7 % considera que el gobierno no hace cumplir las normas ambientales y sociales en los proyectos de petróleo y gas. Colombia y Venezuela figuran como los países donde hay menos confianza en el cumplimiento de las leyes.

El especialista considera que Venezuela tiene tres desafíos fundamentales en materia de política petrolera: la descarbonización, la licencia social y el peso del petróleo en la economía. Recordó que el acuerdo de París, firmado en 2015, tiene implicaciones en la demanda de petróleo. “Aún en los peores escenarios, hay espacio para seguir produciendo petróleo, no dejaremos de ser un país petrolero de la noche a la mañana, sin embargo, la competitividad será clave en este nuevo contexto, la tecnología puede ayudar y el régimen fiscal importa”, apunta.

A pesar de que la producción de crudo bajó a niveles históricos al ubicarse en 351.000 barriles en agosto de 2020 y que los ingresos petroleros se redujeron significativamente a partir de 2013, la actividad sigue generando ganancias. El año pasado Venezuela tuvo ingresos externos por $8800 millones y este 2021 se espera que las entradas sean de $11.000 millones, la mayoría provienen del sector petrolero, de acuerdo con cálculos de Ecoanalítica.

La caída de la producción venía acentuándose desde 2017, antes de las sanciones de EE. UU., por una mezcla de falta de inversión, corrupción y pérdida de personal calificado. Sin embargo, las sanciones han hecho cada vez más difícil que Pdvsa exporte crudo y que haga negocios en el extranjero. El año pasado China fue un receptor clave en las compras de crudo venezolano. FocusEconomics calcula que China adquirió petróleo venezolano por un valor estimado de $3500 millones en 2020.

El estudio del BID también muestra que Venezuela es el país de la región andina donde la mayoría de los encuestados (47,2 %) considera que los beneficios económicos de la extracción de petróleo y gas se distribuyen de manera muy injusta. Apenas un 6,9 % considera que la distribución es justa. Además, la gente siente que no se les toma en cuenta, un 31,3 % indicó que la industria de gas y petróleo no escucha a las comunidades que están cerca de los pozos de extracción.

Cómo se da la licencia social 

El economista Osmel Manzano reiteró que el futuro de la actividad petrolera debe tomar en cuenta a las comunidades que viven cerca de donde se desarrolla cualquier actividad minera y petrolera. En ese sentido, indicó que si bien no hay un protocolo escrito para que esto ocurra, pasa porque se den mejores prácticas y que exista una buena relación entre las industrias y la comunidad. Los contextos varían, por esa razón explicó que es fundamental conocer cuáles son las necesidades y los problemas de la gente en dichos lugares.

El economista recordó que hoy el impacto de la actividad petrolera en el resto de los sectores es muy pequeño, “ya no es la marea que levantaba los barcos de la economía venezolana”, dijo. Las industrias manufactureras se han reducido y las empresas básicas están prácticamente cerradas. “Hay una serie de cosas que ya no se hacen, ese efecto multiplicador hoy es muy pequeño; no se están produciendo los bienes que antes se producían relacionados al sector petrolero”.


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