Este sábado 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado. Los millones de venezolanos que abandonaron su país para buscar mejores condiciones de vida representan el mayor éxodo en la historia reciente de la región.

Caracas. Venezuela es el primer país de América Latina y el segundo en el mundo en número de refugiados. Al final de 2019, un total de 4,5 millones de personas habían huido del territorio nacional. En la lista, lo acompañan solo cuatro países más: Siria (6,6 millones), Afganistán (2,7 millones), Sudán del Sur (2,2 millones) y Myanmar (1,1 millones).

Esas cifras las hizo públicas el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en un informe publicado el jueves 18 de junio. En el documento, agregaron que para el cierre de 2019 había 79,5 millones de personas desplazadas en todo el mundo y que, por primera vez, 3,6 millones de venezolanos habían sido desplazados y no solicitaron asilo.

Los mayores países receptores de refugiados a fines de 2019, fueron: Turquía, con 3,6 millones de personas; Colombia, 1,8 millones; Pakistán, 1,4 millones; Uganda, 1,4 millones; Alemania, 1,1 millones.

La realidad es mucho más complicada para los refugiados venezolanos. Con la llegada de la pandemia de la COVID-19 a países como Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Brasil, los migrantes eran una población vulnerable: la mayoría vivía del día a día, perdieron sus empleos y no tenían la capacidad económica para enfrentar una cuarentena.

La crisis se vio rápidamente. Para el 10 de junio, el director general de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, calculaba que 15.000 ciudadanos venezolanos buscaban regresar a su país y se enfrentaban a las restricciones de transporte para su salida y a las nuevas disposiciones de Venezuela de limitar a tres días a la semana el ingreso de solo 300 retornados.

Este sábado 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado. Los millones de venezolanos que abandonaron su país para buscar mejores condiciones de vida representan el mayor éxodo en la historia reciente de la región. Al menos 900.000 personas han solicitado asilo en los últimos tres años, y los países vecinos otorgaron más de 2,4 millones de permisos de residencia y otras formas de estadía legal.

¡No son números, sino personas! Si las encontramos, podremos conocerlas. Y si conocemos sus historias, lograremos comprender, dijo el papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2020.

Por la pandemia, el papa recordó que los refugiados son personas radicalmente vulnerables que corren mayores riesgos de protección por parte de sus propios gobiernos a partir de profundas crisis sociales y económicas. El desplazamiento tiene que ver con personas reales, y siempre debemos recordar que Jesús fue un desplazado, agregó.

En el caso de América Latina, nueve de los diez países de la región que acogen a los desplazados venezolanos estaban en desarrollo, y alrededor de 85 % de los migrantes viven en estos países.

Ante esta realidad, el diputado a la Asamblea Nacional Carlos Valero calificó de lamentable la situación de Venezuela en materia de refugiados en el mundo, y aseguró que la cifra ha aumentado a 5,5 millones de desplazados en lo que va de 2020, la mayoría residenciados en Colombia, Perú y Ecuador.

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Foto referencial: Migración Colombia
Más atención 

La red de activistas de población LGBTIQ+ venezolana rechazó que en las estadísticas e informes oficiales que dan cuenta de la situación de migración forzada del país en la región americana, y otros continentes, no se presente un enfoque amplio que incorpore categorías de orientación sexual, identidad y expresión de género para que los gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales pueden identificar y disponer de información de calidad que se incluya en los planes de acción de esta comunidad.

A través de un comunicado, destacaron que desde marzo 2020 han visto cómo la situación de las personas LGBTIQ+ se ha agudizado debido a las acciones y medidas tomadas en la mayoría de los países de acogida, frente la emergencia internacional generada por la pandemia de la COVID-19.

Se han desarrollado sin un enfoque inclusivo de la población a la cual pertenecemos, representamos y con la que trabajamos, incrementando la vulnerabilidad al contagio del virus, pérdida de los puestos de trabajo y residencia, obligando en algunos casos a retornar a las penurias y peligros que corren sus vidas en Venezuela, reseña el texto.


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