El tenor Juan Carlos Ruiz acaba de publicar un disco que versiona canciones de compositores como Aldemaro Romero, Juan Vicente Torrealba y María Luisa Escobar.

Caracas. Juan Carlos Ruiz es un maracayero que nació en 1980. En esos andares de la vida, en el que se combinan distintos intereses y pasiones, terminó siendo economista y músico.

Es un tenor que ahora impulsa un proyecto que retoma inquietudes del pasado, para dar a conocer la música tradicional venezolana en otros países a través del idioma. 

Venezuelan Songbook contiene siete obras del cancionero tradicional y popular venezolano versionadas en inglés por el cantante. En la obra, se encuentran las versiones de “Carretera” de Aldemaro Romero, “Desesperanza” de María Luisa Escobar, “Moliendo café” de Hugo Blanco o “Cuando no sé de ti” de José Enrique Sarabia, a quien llaman Chelique.

Juan Carlos Ruiz tiene seis años fuera de Venezuela. El primero de ellos estuvo en Costa Rica y Nicaragua, donde realizó en 2015 una maestría en Administración de Empresas en el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas. Luego, se mudó a Estados Unidos. 

Venezuelan Songbook Juan Carlos Ruiz
Estudió en la Casa de la Cultura Francisco Lazo Martí y en el Ateneo de Calabozo. Cortesía de Arepa Music

“No quería volver a los trabajos tradicionales. Y la maestría fue muy inspiradora para llevar a cabo iniciativas disruptivas”, comenta el músico, que se graduó de Economía en la Universidad de Carabobo, y que también pasó por la Orquesta Sinfónica Infantil Antonio Estévez y la Orquesta Sinfónica Juvenil Raimundo Pereira.

Comparte algunas anécdotas que han surgido luego de la publicación de Venezuelan Songbook. “Hay un venezolano que vive en Canadá llamado Alex. Me comentó que el disco fue una manera de explicarle a sus hijos qué es Venezuela”, recuerda desde Boston, donde vive.

“El mejor hallazgo durante la investigación previa fue encontrar que, en 1972, Aldemaro Romero había hecho un disco de onda nueva en inglés. Grabó clásicos de jazz, de Armando Manzanero y también varias de sus canciones. Las letras estuvieron a cargo del legendario compositor estadounidense Sammy Cahn, compositor de ‘Let It Snow, Let It Snow, Let It Snow’, la clásica canción de Navidad de Estados Unidos”, señala el tenor, quien también editó el disco Preludio y coda.

—Me imagino que fue ardua la traducción de las letras, especialmente esa interpretación de evocar imágenes.

—Lo más difícil fue hacer que las nuevas letras tuvieran sentido poético, y así generar emociones en la audiencia angloparlante. El único intercambio que hemos tenido tradicionalmente con Estados Unidos, por ejemplo, por hablar de uno de los países angloparlantes, es comercial. Ellos nos compraban petróleo y eso hacía que los dos países tuviesen lazos fuertes. Igual los venezolanos viajaban a Estados Unidos para comprar ropa o visitar Disney. Entonces, ahora tenemos una obra de arte que nos pone en un terreno artístico donde tenemos algo en común. Y esto va más allá de lo territorial, es un puente hacia otras culturas con las que nos comunicamos en inglés.

Venezuelan Songbook Juan Carlos Ruiz
El disco Venezuelan Songbook se puede conseguir en plataformas como Spotify

—Tengo entendido que hubo un grupo de asesores que se encargó de la traducción…

—Bueno, asesorías de amigos. Uno de mis temores era que las versiones en inglés dejaran a la gente indiferente. Manena Contreras, compositora venezolana que vive en Filadelfia, me recomendó que fueran los compositores estadounidenses quienes hicieran las versiones en inglés. Así fue cómo sumé a personas como Harriet Goldberg, a quien conocí en un restaurante en Boston. Versionó canciones que nunca había escuchado. Tuvimos varias reuniones para hacerle una aproximación en inglés sobre cada canción. Así logró representar la inspiración de nuestros compositores en esas versiones en inglés. Entonces, el título de “Cuando no sé de ti” de Chelique Sarabia es “When You Are So Far From Me” en Venezuelan Songbook. “Desesperanza”, de María Luisa Escobar, se llama “Please Return”. Sobre esta última, le pregunté a unos amigos bostonianos qué les parecía. Me contestaron que era muy romántica, sobre alguien que espera que regrese el amor de su vida. Me di cuenta de que se mantuvo la inspiración. Porque esa canción representa un momento muy doloroso de María Luisa Escobar, quien quedó muy triste por la mudanza a otro país de uno de sus hijos. 

—¿La versión de Carretera” tiene nueva letra o es la que escribió Sammy Cahn para el disco de 1972?

— La versión que aparece en el Venezuelan Songbook fue la que hizo Sammy Cahn, pero se llama “And Still I Love Her”, que ciertamente no tiene nada que ver con “Carretera”. Según Ruby Romero, hija de Aldemaro, su papá dijo que él no era quién para decirle a Sammy Cahn lo que tenía que hacer. Fue un acto de grandeza, nobleza y humildad. Sammy Cahn viajó a Venezuela para inspirarse. En ese entonces también versionó “Quinta Anauco” y “Coplas a la polaca”, una canción que estará en el segundo volumen de Venezuelan Songbook. Precisamente esa canción fue la que tituló “Venezuela” para el disco en inglés. Describe de una forma generosa y bonita el país. 

—¿Y cómo ha sido la experiencia con el público venezolano, personas que todavía están en el país, y que han tenido la oportunidad de escuchar este disco? 

—Los primeros que han abrazado este proyecto son los venezolanos en Venezuela. Parece increíble, pero es así. Ante tantas cosas que nos agobian, la música tiene un efecto poderoso sobre el bienestar. Me han pasado cosas muy hermosas. Por ejemplo, mi amigo y músico Mauro Tortolero hace unos días me llamó para decirme que quería que hablara con una amiga. ¡Era la señora Rosario! La mujer que cuando tenía 17 años de edad, que ahora está por cumplir 80, fue el motivo de inspiración de Juan Vicente Torrealba. Ella está muy contenta y regocijada por la versión en inglés. También ocurre que ahora todo hogar venezolano tiene al menos un integrante de la familia en el exterior. Venezuelan Songbook sirve como conexión con el país. 

—¿Ha tenido la oportunidad de intercambiar opiniones sobre el disco con compositores como Chelique Sarabia o con los familiares de aquellos creadores fallecidos?

—Siempre digo que me siento guapo y apoyado. No tuve la dicha de conocer a Aldemaro Romero. Con todo respeto con él, pero tal vez se dio cuenta de que había un muchacho que intentaba hacer lo mismo que él en 1972. Y por eso envió a su hija (ríe). Ruby Romero es la madrina del disco. Su apoyo ha sido fundamental. El ingeniero de mezcla es Juan Carlos Torrealba, el hijo menor de Juan Vicente Torrealba. Bettsimar Díaz prestó sus conocimientos de propiedad intelectual. Para el segundo volumen de Venezuelan Songbook, habrá una canción de Simón Díaz versionada por su propia hija. Con Chelique Sarabia tengo contacto directamente, así como con el maestro Henry Martínez. 

Venezuelan Songbook Juan Carlos Ruiz
Junto con Guasak4 editó en 2014 el disco Por el Medio Oriente. Cortesía de Arepa Music

—¿Cuándo saldrá el segundo volumen de Venezuelan Songbook?

—Con el favor de Dios, el último trimestre del año.

—El idioma es fundamental para una obra. Pero cuando hablamos sobre la internacionalización de la música tradicional venezolana, ¿qué otros factores considera importantes?

—No es lo único. De hecho, parte de mi inspiración son estos grandes virtuosos con un trabajo titánico y trascendental con la música instrumental. Están Miguel Siso, ganador del Latin Grammy con un disco de cuatro solista, el maestro Eddy Marcano, violinista y director de orquesta, quien por ejemplo, vive en Houston y ha puesto frente a violinistas de otros países partituras de canciones venezolanas. Hace poco dio un recital que llamó Música del exilio, con músicos sirios, israelíes y de otras partes. Debo mencionar también a C4 Trío, que no solamente fueron ganadores del Latin Grammy, sino que también han sido nominados a los Grammy con Luis Enrique.

—También está el caso de King Mangoberry: Music of Ricardo Lorenz, con la pieza Pataruco (Concerto For Venezuelan Maracas) de Manuel Rangel, nominado el año pasado al Latin Grammy.

—Correcto. Es una nominación para un concierto de maraca para orquesta sinfónica. Obviamente eso contribuye. En mi caso, quise poner el granito de arena desde la variable de las letras. Pero como te digo, no es la primera vez. No solo lo hizo Aldemaro Romero en 1972. También en los años setenta Juan Vicente Torrealba versionó algunas de sus canciones en japonés con la soprano Nikari Niki.

—He leído que apuesta por el arte como elemento para potenciar el desarrollo de una sociedad a través de la economía creativa. ¿A qué se refiere?

—Cuando hacía la maestría, una de mis profesoras fue la ex ministra de Cultura de Costa Rica María Elena Carballo. Hablamos sobre Simón Díaz y el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Cuando le comenté lo que hacía Simón Díaz en su programa Contesta por Tío Simón, así como su trabajo con la tonada, el canto de ordeño, me recomendó que leyera el libro La economía naranja: Una oportunidad infinita, del Banco Interamericano de Desarrollo. Conecté con ese libro. No es más que la producción de bienes y servicios basada en la propiedad intelectual, el talento y la creatividad. Estudios demuestran que este sector puede resultar una palanca de crecimiento y de desarrollo económico mucho más significativa que otros sectores económicos. La creatividad es un factor de producción infinito, no es como el petróleo. También está la propiedad intelectual, que te permite vivir de tus invenciones. Convertir tus inventos en proyectos rentables. En eso, Estados Unidos también es un país pionero.

Lea también:


Participa en la conversación