Volver al Carabobo donde algunos dicen: “Aquí nadie se rinde”

Carabobo es un estado que ha vuelto a estar en el foco de la atención gracias a su gobernador, Rafael Lacava, quien como un showman ha transformado sus 14 municipios en una “sucursal” de Transilvania. Aquí, tres testimonios de cómo lo ven quienes han vuelto a Valencia después de un tiempo fuera del país.

Valencia. Geraldine Barreto regresó a Venezuela en noviembre para solucionar asuntos de la empresa familiar y otros conflictos con una operadora de telefonía móvil, pero también para ver a sus padres, uno de ellos con mal de Parkinson bastante avanzado. La última vez que estuvo en Carabobo fue en 2020 y dice que corrió con suerte porque por poco le agarra el confinamiento por COVID-19 decretado el 13 de marzo de ese año, por lo que pudo regresar a Panamá.

Entre 2020 y 2022 nota muchos cambios, pero no los que le agradaría ver y por eso admite sentirse entristecida. Para esta mujer de 55 años los problemas de servicios públicos siguen siendo una realidad ineludible.

“Hay mucho mastique, como decirte, maquillaje. Decoran todo de Navidad, abren espacios para el encuentro y les quedó hermoso”, dice sobre la gestión de Rafael Lacava, gobernador de Carabobo y los alcaldes pesuvistas.

Pero cuando vamos al aeropuerto, las cosas no funcionan y ni hablar de todo el trayecto de la zona industrial: lo que fue ícono de este país es un paseo de huecos y no hay que rodar mucho, el primer cruce que encuentras al salir del aeropuerto te muestra la falta de asfaltado y cuidado”.

Fotografía: Armando Díaz.

Barreto vivió la pujanza del petróleo y de las industrias: “Aquí la Ford tenía que comprar más y más terrenos para colocar carros y nuevas y mejores plantas, pero ya no. Otra gran empresa era Insanova ahí trabajaba mi tío, ensamblando neveras y cocinas”.

Pero hay más. Geraldine llegó con dólares en la cartera y se encontró con precios que sobrepasaban los de Panamá, salvo en el sector farmacéutico; en los demás, si no lo igualaba, lo superaba.

Harina, café, leche, azúcar, arroz están más caros que en Panamá. No te puedo dar precios porque yo allá no veo precios, uno tiene una noción de lo que cuesta, pero allá paso la tarjeta y ya. Aquí tengo que medirme, porque vine con una cantidad específica”.

Fotografía: Armando Díaz.

En las cuentas de Barreto entre miércoles y domingo calcula que gastó casi $700, la mayoría invertido en un mercado para su madre, el cual calcula que debe durar 15 días, y diligencias tanto de la familia como personales.

El mercado fue de $130 y sin verduras, aquí si me ponía a ver todos los precios me iba a poner a llorar y en Venezuela pareciera que todo dura menos, aun cuando compres cuatro paquetes de todo”.

A los gastos se suman $70 que pagó a los técnicos de Cantv para que le arreglaran la conexión a internet que tenía meses dañada en casa de su mamá. En manicura, pedicura y peluquería de su madre gastó casi $60. “Es igual que en Panamá. Es para volverse locos”.

Para Geraldine, son múltiples los comentarios de “Venezuela se arregló” o “El Drácula está haciendo más en Carabobo que todos los anteriores. Tiene a Valencia bonita”. Los ha escuchado muchas veces, pero ella decidió armar una barrera. “Preferí no pensar, no hacerme expectativas, porque hace dos años yo dejé esto muy feo”.

Fotografía: Armando Díaz.

Aunque admite en que se han recuperado plazas e iluminado vías de importancia, hay algo que le genera tristeza y es la soledad:

“Cuando vivía aquí, por donde andabas sentías una bulla, un corneteo, ahora nada. Valencia se volvió la ciudad fantasma, es como si se hubieran ido todos. Pasé por el edificio de una amiga en la noche y si había tres apartamentos con luces prendidas era mucho. ¿Qué pasó con esa gente? A eso le agregamos que ya no tengo amigos aquí y eso da tristeza”.

Barreto se encontró con una ciudad mucho más dividida de lo que tradicionalmente ha estado por temas socioeconómicos.

“La ciudad está dividida en pequeñas realidades en donde la gente pareciera desentenderse de lo que tiene al otro lado. El black friday fue prueba de ello. Las tiendas atestadas y un pedazo de la avenida Bolívar a reventar, con el tráfico interrumpido, colores y luces, pero la gente feliz y eso es Carabobo, pan y circo. Cuando llegue enero seguiremos sin luz, sin agua y sin gas”.

La ansiedad de volver a echar raíces 

Así como Barreto tomó la decisión de volver a Panamá, otros han decidido poner fin a la etapa de inmigrante. Es el caso de Víctor Lisser, de 30 años, quien volvió a Valencia después de seis años. “Es curioso que volví al mismo lugar del que me fui y que lo hice aún sabiendo que las cosas seguían estando mal, pero es un tema más familiar el que me trajo de regreso”.

Lisser recuerda las llamadas de su mamá en las que le contaba de las colas de gasolina, el bachaqueo, las colas en los supermercados y la dolarización. “Había cosas que no entendía, como tampoco entendía de tres años para acá eso de que el país y la ciudad se habían arreglado”.

Fotografía: Armando Díaz.

Sus amigos se referían a la vertiginosa aparición de bodegones y restaurantes que han minado la zona norte de Valencia.

El 25 de agosto regresó al país y el viaje representó para él un subidón de ansiedad: “Cuando dejé el aeropuerto me impresionó ver el abandono de la zona industrial de Carabobo. Muchos galpones abandonados y fábricas con el monte en los estacionamientos y sin una gandola”.

En opinión del joven odontólogo, en los primeros días se desarrolla un sistema de comparación de la vieja Valencia con la nueva.

Yo tenía conocimiento del murciélago que representa a Lacava y uno no cree tanto en esa ‘draculización’ hasta que la ves. En el aeropuerto, o en toda la ciudad, pero me impactó ver una bomba de gasolina llena de murciélagos, porque Lacava no es solo un gobernante, es una celebridad, un híbrido de muchas cosas”.

Fotografía: Armando Díaz.

Lissser no condena la recuperación de plazas y espacios públicos, pero insiste en que la gente de Carabobo se conforma con las “dracuplazas” porque hay gente que no tiene para otro tipo de diversiones, sin embargo se pregunta: “¿Es realmente lo que Valencia necesita? No lo creo, porque aquí el transporte público no sirve y está mucho peor que hace seis o siete años cuando me montaba en el autobús para ir a mi universidad”.

Fotografía Armando Díaz
Los que creen en el cambio

Héctor Pérez tiene una visión totalmente distinta. Admite llevar más parte de su vida fuera del país, que en él. Sin embargo, desde 2019 se debate entre regresar o no, por eso vino en septiembre de 2022 y regresó a Nueva York en noviembre, pero en su agenda está pautado volver a Carabobo a finales de enero.

Las razones de regreso, en su caso, son laborales. Su familia tiene un negocio de consultoría y se ha metido de lleno en este proceso. “Cuando estoy en Estados Unidos me siento bien y me desconecto de Venezuela, pero cuando estoy en Valencia, no siento necesidad de Nueva York, ahí también me desconecto de esa otra realidad, quizás es porque para mí todo es trabajar”.

Y es en el trabajo de los carabobeños en donde este joven ve el cambio que viene ligado a la frase de Lacava “aquí nadie se rinde”, Cuando Pérez regresó notó un crecimiento en el área de comercios, principalmente en el área gastronómica.

Sin embargo, al tener una empresa que ha prosperado en el campo minado carabobeño admite que aún hay mucho por hacer, aunque el esfuerzo para reactivar el sector comercio es evidente. Entre sus expectativas recalca que espera ver la reactivación de la zona industrial, lo cual dispararía la economía regional.

Cuando se le pregunta de parte de quién viene dado este esfuerzo, no duda en decirlo y apunta hacia los emprendedores. “Es gente que decidió quedarse en el país y apostar por Venezuela”. Opina que estos emprendedores son aquellos que ahorraron, o incluso aquellos que empezaron desde cero. “No podemos olvidar que la banca se está reactivando con el tema de los créditos para los emprendedores”.

Pérez nunca ha desconectado de la realidad país. “Siempre me mantenía informado, bien sea por mis amigos, por la prensa o redes sociales, por eso, así como admito ese avance en lo comercial, digo que sigue habiendo graves atrasos y fallas en los servicios públicos. Valencia, y Carabobo siguen con cortes de agua y luz”.

Aunque los lemas y frases célebres de políticos locales hacen ruido más allá de las fronteras, Héctor Pérez da un sí rotundo a la idea, no de una Carabobo que se arregló, sino a una Carabobo que está mucho mejor que antes y de la cual espera que siga en esa vía.


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