El largometraje se estrenó en salas en 2017, pero desde hace pocos días está en la plataforma Netflix y se ha vuelto tendencia. Cuenta la historia de un niño con una deformidad en el rostro y su adaptación en el colegio

Caracas. Esta semana Netflix indicaba que Wonder se convirtió en tendencia en la plataforma de streaming. No es un largometraje nuevo, en Venezuela se estrenó en noviembre de 2017, pero su trama es atractiva, especialmente para aquellos que buscan una historia amable y estimulante.

Dirigida por Stephen Chbosky, quien ya trató en 2012 conflictos juveniles en la adaptación de Las ventajas de ser invisible, la historia se centra en Auggie (Jacob Tremblay), un niño con una deformidad en el rostro que debe enfrentarse a la adaptación en el colegio.

Ha sido sometido a varias cirugías y durante la niñez recibió educación en casa, pero ya es momento de dejar el nido, por lo que Isabel (Julia Roberts) y Nate (Owen Wilson), sus padres, deciden inscribirlo en una escuela.

Auggie suele tener un casco de astronauta, su refugio frente a un mundo de miradas curiosas, inquietantes y hasta de desprecio, pero la vida no puede transcurrir en esa burbuja asfixiante. En el colegio hay que aprender a dar la cara.

Wonder
Al niño le dan el apodo de Major Tom, el personaje creado por el rockero David Bowie

El niño quiere que el papá lo acompañe hasta el salón, pero Nate sabe que no es un buen indicio. La criatura debe andar por su cuenta, porque así también se nace, cuando se va por primera vez a la escuela.

Sus primeros pasos rumbo a clases no pasan inadvertidos. Todos lo miran, se apartan. Sí, es el nuevo, pero no es cualquier advenedizo. Él no es como los otros; no hay coincidencias.

Wonder trata así un tema bastante común en el cine, las dinámicas juveniles del colegio, con sus encuentros, pero también con sus hostilidades y desconciertos.

Sin caer en dramatismo, el director logra establecer obviamente una empatía con el protagonista, así como también con sus familiares, quienes buscan las maneras de apoyarlo en tan difícil tránsito.

Auggie sabía que el mundo que vive es complicado, pero los problemas y las desilusiones son aún mayores cuando entra en las dinámicas del colegio, en esos espacios comunes donde la vida espera te formes para lo que vendrá después. El recreo, los almuerzos, las clases, los trabajos en conjunto son pequeños ensayos para el resto de la vida.

Y son en esos momentos en Wonder cuando Auggie se ilusionará, pero también se decepcionará de aquellos que pensaba que eran sus amigos. Conocerá además que no hay límites para la condescendencia, que ya sabe identificar muy bien y, por lo tanto, suele rechazar.

El largometraje está repleto de camaraderías familiares que lo hacen entrañable

Aunque los personajes de Wonder son ficticios, el largometraje está basado en el libro del mismo nombre de Raquel Jaramillo, escritora estadounidense de ascendencia colombiana que publicó este best seller en el año 2012. La autora se inspiró a partir de una experiencia con sus dos hijos, con quienes salió una vez a un negocio de alimentos y bebidas. El mayor entró al establecimiento a buscar los productos, y ella se quedó afuera con el menor, que empezó a llorar cuando vio a una niña con una deformidad en el rostro. La escritora, avergonzada, trató de alejar al pequeño, pero la madre de la niña dijo que era hora de irse.

Stephen Chbosky es el encargado del guion junto con Steve Conrad. Ambos artífices de una adaptación en la que no solo destaca lo bien llevada que es la historia, sino la actuación de Jacob Tremblay, conocido por su participación en La habitación (2015), el filme en el que el personaje de Brie Larson es encerrado durante siete años junto con su hijo en un pequeño cuarto.

Owen Wilson interpreta a un padre jovial y encantador, un papel ajustado al actor, quien siempre tiene ganada la risa de quien lo ve, y que hace del filme también una comedia; mientras que Julia Roberts luce como la madre que busca proteger a un hijo que ve indefenso, pero de quien aprende también las fortalezas que va adquiriendo en el camino.

Wonder
El pequeño Auggie aprendió a reconocer la condescendencia

A destacar todo el asunto de los disfraces como refugio en el entorno, la seguridad de la máscara que esconde lo que no se quiere mostrar. El caso que usa que sirve además para compararlo con Major Tom, ese personaje de David Bowie que viaja al espacio, y ve la Tierra triste desde lejos antes de perderse, y que quién sabe dónde para.

En Wonder no hay cabida para los juicios definitivos. Los autores entienden muy bien que las dinámicas en el colegio cambian, y hay cabida para la redención, incluso con retroactivo. Y ese es uno de los puntos para el filme, que insta al encuentro, instantes en los que se entiende también que la escuela, con sus rudezas, también es un preparativo para el mundo, más allá de lo que se dicta en libros y pizarras. Sí, hay heridas, pero ¿dónde no las hay?


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