Bolsas de Clap en Antímano son como la prédica religiosa: ¡Cristo viene!

En el oeste de Caracas, como en el resto del país, han descubierto una nueva fórmula para medir la inflación y la escasez: los huecos que se le hacen, con el pasar de los días, a las correas.

Caracas. Al igual que un creyente que espera al Señor, mi prima Mafe Sepúlveda celebraba que llegarían las bolsas de los Clap en Antímano,

“¡Hoy sí, hoy sí”, repetía cual niña, la semana pasada, con un brillo en los ojos. Llevaba más de 22 días con aquella fe, y nada.

Los días transcurrieron y el Consejo Comunal del casco central del barrio, ubicado al oeste de la capital, le informó: “Ya la bolsa no cuesta 1.200 bolívares, camarada, las cosas aumentan, serán 2.200 bolívares”.

Con resignación dijo no importarle si al fin, y luego de dos meses, conseguía un paquete de harina de maíz y azúcar y podía deleitarse con algo sabroso, diferente a la dieta que hace, obligada, y que ha generado una nueva forma de medir los indicadores económicos: los huecos en el cinturón o correa a medida que el consumo de calorías se reduce.

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Las horas y los días pasaron y el “clapsista” no llegó. En su lugar, un nuevo parte: “La bolsa no costará 2.100, sino 2.800 bolívares”. Pensó alebrestarse pero prefirió callar, pues su condición de “revolucionaria y chavista” la obligan a ser disciplinada, aunque confiesa que no sabe hasta cuándo.  La resistencia es parte de la dinámica diaria en el oficialismo.

Solo estalló de alegría cuando, ¡por fin! hace tres días, se acabó la angustia.

El Consejo Comunal le entregó “la despensa” a un valor de Bs. 4.500, contentiva de dos harinas Venezuela, un paquete de azúcar, una pasta y un pollo. “Los Claps son como Jesús: ‘¡Ya viene..! Y llegará!”, afirma cual devota.

La Fundación de Desarrollo Endógeno Comunal Agroalimentario (Fundeca), adscrito al Gobierno del Distrito Capital, es la responsable de distribuir los alimentos en las zonas populares. Entre el 15 y 16 de julio, Fundeca asegura que repartió 72,7 toneladas de alimentos en la jornada que llaman “Casa por casa”, en el municipio Libertador.

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Las cifras de beneficiados hablan de 7. 790 familias que viven en las 13 parroquias caraqueñas —entre ellas están los Sepúlveda—. Por su parte, en la parroquia San Agustín 500 familias se llevaron sus bolsas.

El operativo es coordinado por 27 consejos comunales y los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), que colocaron  13 puntos.

La preocupación de Mafe ahora es cómo rendir aquellos productos si la familia está integrada por cinco personas, y dos de ellos son jóvenes entre 15 y 19 años que son como Cabimas: “Piden más”. En Moruy decimos: “Comen más que lima nueva”.

Durante el tiempo que no recibió la ayuda del gobierno, ella compró vegetales en “El Gocho” de Antímano, pollos en Vista Alegre que, por ser al mayor, salen más baratos. Aunque han dejado de comer caraotas, que suelen ser más nutritivas y forman parte de un bien en extinción: el pabellón nacional.

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Si bien todas las noches eleva una plegaria por la salud, anoche incluyó una nueva: “Que no nos falte la bolsa en 15 días”.

¡Cuestión de fe!

Foto: Miguel González


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