La profesora universitaria Sandra Leal advirtió que, debido a la pandemia, los alumnos están perdiendo hábitos de estudio, punto que también comparte la psicóloga Blanca Siso, debido a la alteración de las rutinas y estímulos que dificultan la concentración de los estudiantes.

Caracas. Cuando el gobierno de Nicolás Maduro informó sobre los primeros casos de la COVID-19 en Venezuela, una de las medidas de prevención fue establecer las actividades académicas bajo la modalidad virtual. Desde entonces, docentes y psicólogos evidencian fallas en este sistema educativo.

Las rutinas y los hábitos de los estudiantes venezolanos han sido alteradas debido a la pandemia. La psicóloga clínica, Blanca Siso, le aclaró a Crónica.Uno que la atención y la memoria de los niños y adolescentes se ven afectadas porque no están bajo supervisión directa de los docentes en las aulas.

Esto se debe a que los estudiantes se encuentran en un ambiente cómodo —su hogar—  en el que adecuaron un lugar para poner la laptop y, mientras están asistiendo a la clase virtual, están haciendo otras actividades, ya sea escuchar música, ver televisión, dibujar, chatear a través del celular u otra acción que impide la concentración durante la jornada escolar.

Lo que va a interferir con la memoria y la atención es la cantidad de estímulos que están recibiendo los alumnos. No tienen supervisión, porque los padres están en sus labores y comúnmente confían en que los muchachos van a estar prestando atención a la clase, explicó la especialista.

Con respecto al proceso de aprender a leer y escribir, la psicóloga recordó que el método de aprendizaje de la lectura es fonético, por lo tanto, se puede llevar a cabo tanto en las clases presenciales como virtuales. Sin embargo, ejercitar el modelaje de la escritura se dificulta, porque es una actividad motora.

Ese contacto motor lo va modelando la maestra con los niños. A pesar de que puede explicarles de forma virtual, hay estudiantes que requieren de la supervisión de los docentes para corregir la postura de la mano, donde deben posicionar los dedos y el agarre del lápiz para escribir. Si este acompañamiento no ocurre en esa etapa, puede ocurrir un leve retardo, relevó.

Agregó que este proceso se le puede dificultar a los niños que son zurdos, porque cuando ven las clases remotas mediante la pantalla, genera un efecto espejo y se les dificulta imitar al profesor.

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Foto: Luis Morillo
Detectando fallas

De acuerdo con un informe de FundaRedes, el 55 % de los docentes se han dedicado a trabajar en otros áreas para obtener estabilidad económica, como dar clases particulares. Entre esos maestros se encuentra Sandra Leal, profesora de matemáticas egresada de la Universidad Experimental Pedagógica Libertador (UPEL).

En 2019 se jubiló de la UPEL, luego de ejercer 27 años la docencia en pregrado y posgrado. Desde 2009, es profesora del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Simón Bolívar (USB) y, en 2016, comenzó a dar clases de posgrado en la Universidad Monteávila.

A la par, Leal ha impartido clases particulares de matemáticas con el fin de reforzar el contenido académico de sus estudiantes de primaria, bachillerato y universitarios. Durante los primeros meses de la pandemia dio consultas vía telefónica y, a partir de septiembre de 2020 a víspera del período escolar 2020-2021, retomó esta actividad.

Mis clases son presenciales porque quiero contrastar con el contenido virtual, dado que mi área de trabajo es la matemática, comprendo lo difícil que es estudiar una materia abstracta, explicó. Leal agregó que sus estudiantes como los representantes, entendieron que no era suficiente escuchar las clases, sino que era importante llevar la explicación a la práctica.

Durante el año escolar 2020-2021, la docente tuvo catorce estudiantes, once eran de bachillerato, dos de primaria y un alumno universitario. Durante ese período, pudo identificar fallas en esos niveles académicos.

Se ha hecho evidente la inexperiencia de los docentes con respecto al manejo de la tecnología, a excepción de ciertos profesores universitarios, pero ninguno estaba preparado para dar clases a distancia. Un grave error ha sido trasladar todo el contenido a las aulas virtuales sin pasar por un proceso de planificación, dijo.

Leal resaltó la importancia de crear un pensum dinámico, que permita adecuarse a las modalidades presenciales y virtuales. Mencionó que hay docentes que suben material excesivo y, en ocasiones, el contenido es pobre.

Por ejemplo, ponen tres videos de YouTube para explicar  un determinado tema, cada uno dura 45 minutos y contiene errores. Es mejor subir material audiovisual de corta duración y complementario para que el estudiante comprenda, indicó.

Por otra parte, dijo que hay otras fallas que no son atribuibles al docente, como los problemas de conectividad y falta de dispositivos electrónicos. Esta pandemia nos agarró con equipos obsoletos, la gran mayoría tenemos equipos de tienen ocho a doce años, por eso hay dificultad para dar clases en Google Meet y Zoom.

Agregó que los colegios han entendido esta problemática, y dentro de sus recursos, han podido renovar la conectividad del internet y los equipos de los planteles para que los docentes puedan dar clases. Sin embargo, está consciente de que esa no es la realidad para la mayoría y la solución para muchas instituciones ha sido imprimir guías para suplantar las clases.

Foto: Luis Morillo
El diagnóstico de los estudiantes

La profesora Leal advirtió que, debido a la pandemia, los alumnos están perdiendo hábitos de estudio, punto que también comparte la psicóloga Blanca Siso, debido a la alteración de las rutinas y estímulos que dificultan la concentración de los estudiantes.

Durante la educación primaria, los niños aprenden a leer, escribir y consolidar sus primeras habilidades matemáticas como sumar, restar, multiplicar y dividir. La ausencia de las clases presenciales ha ocasionado que no haya refuerzo de esa información.

Hay niños de tercer grado que no se saben los números, como mucho llegan al 100, no manejan el sistema decimal, cuentan con los dedos. Al no tenerlos en las escuelas, las maestras no pueden identificar estas fallas como comprobar si tienen hábitos de estudio consolidados, expresó.

También alertó que los alumnos de quinto y sexto grado no saben tomar apuntes de clases.

Cuando he tenido que revisar los cuadernos de los niños para buscar cuál contenido les dieron, me he percatado de que muy pocos hacen seguimiento. Es una falla enorme, porque cuando salgan de primaria les costará adaptarse al bachillerato, donde deben llevar al día de 10 a 12 materias, resaltó.

Con respecto al bachillerato, Sandra Leal apuntó que muchos profesores asumen que sus estudiantes poseen hábitos de estudios consolidados, que pueden concentrarse durante las clases y lamentablemente, eso no es así.

En el aula presencial, el profesor de bachillerato se da cuenta cuando un estudiante está atendiendo, cuando está interesado o desinteresado en el tema, cuando lo comprende e inclusive cuando quiere sabotear la clase. En cambio, con las clases virtuales y en donde todos apagan la cámara, es difícil identificarlo, expresó.

Considera que la mayor falla que tiene la educación media es la falta de hábitos para estudiar, ya sea la toma de apuntes, estudiar en grupos y planificar horas dedicadas al estudio.

Para la profesora de matemáticas, los estudiantes que más afectados por la pandemia han sido los de primaria, porque se encuentran en el período de formar hábitos de lectura, escritura y dominar los números, lo cual se hace de la mano con las maestras.

La gente se preocupa por los de bachillerato, por la cantidad de materias. Cada nivel tiene su complejidad, pero los niños se han visto más afectados porque necesitan atención presencial para afianzar las áreas de conocimiento, manifestó Leal.


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