El 11 de marzo, una fuerte explosión causó graves daños a una vivienda multifamiliar ubicada en la calle Carabobo de Maracay, y resultaron heridas tres personas, entre ellas un menor de edad. Luego de 100 días de la tragedia, varias de las familias duermen a la intemperie esperando por la promesa de la asignación de una vivienda y la entrega de las bolsas de comida Clap, que nunca les ha cumplido el gobierno de Aragua.
Maracay. El 11 de marzo, aproximadamente a las 6:30 a. m., el adolescente Jesús Rosales se disponía a encender la cocina para prepararse el desayuno antes de dirigirse al liceo, cuando se produjo una explosión que afectó 70 % de la vivienda multifamiliar ubicada en la calle Carabobo, sector Santa Rosa de Maracay, en la que residían 11 familias.
El fuerte impacto colapsó la estructura y gran parte del techo se desplomó, y ocasionó serias heridas a tres personas, entre ellas el adolescente de 14 años, que presentó quemaduras de primero y segundo grado; Raquel Palma, de 53 años de edad, que recibió al menos ocho descargas eléctricas, y Luis Coronado, un transeúnte que sufrió graves lesiones en una pierna. Todos fueron trasladados al Hospital Central de Maracay.
Después de 100 días desde que ocurrió la explosión, varias de las familias afectadas duermen a la intemperie en unos colchones usados que les donaron y que todos los días, cuando se acerca la noche, colocan en la acera de enfrente.
Desde ese momento, dormimos en la calle. Hace unos días, por casualidad, vimos al gobernador Marco Torres en la bomba que está en la esquina y nos dijo que enviaría una comisión, además de unas bolsas de comida. Pero aquí seguimos esperando las bolsas de comida y que nos reubiquen”, dijo Angevelin Palma, una docente de primaria, inquilina desde hace 25 años y hoy en situación de calle.
Lo que quedó en pie de la estructura de la vivienda multifamiliar es un riesgo, pero aun así, las familias afectadas siguen haciendo uso de ella. En medio de los escombros, permanece un diminuto baño en donde se duchan y hacen sus necesidades.
Al lado, un pequeño espacio en el que, además de resguardar los colchones y la poca ropa que les quedó, habilitaron una vieja cocina eléctrica en la que se preparan la poca comida que logran comprar. En un botellón y un filtro donados, almacenan el agua que utilizan para tomar y cocinar.
Fuera de la edificación derrumbada aún permanecen algunos enseres y unos improvisados toldos en donde se resguardan del inclemente sol y de la lluvia.
Ramón Alexis Luna es un vendedor ambulante y uno de los afectados. Cuenta del desespero que lo embarga por no tener un lugar seguro y digno en donde vivir, y teme que con las fuertes lluvias que caen en la ciudad la edificación siga cediendo y termine por desplomarse.
“Solo pedimos cuatro paredes”
Aparentemente, ya existe una orden de la municipalidad para demoler la estructura que, de acuerdo con el informe de los bomberos de Aragua, fue afectada por una energía cinética que devino en una explosión.
Que Nicolás Maduro nos ayude, ya que el gobernador no ha hecho nada por nosotros. Sabemos que hay edificaciones residenciales en las que nos pueden reubicar”, suplicó la docente Angevelin Palma, quien desde una acera debe asignar y corregir las tareas de sus alumnos de la Escuela Atanasio Girardot.
La edificación contaba con dos locales comerciales en la planta baja, y en la parte interna, 10 habitaciones que servían de vivienda para no menos de 13 personas.
El adolescente herido, aunque ya recuperado, de por vida deberá utilizar un traje especial, protección solar y medicación. Actualmente, cuentan los que eran sus vecinos de la vivienda multifamiliar, vive con una abuela en una residencia donde habitan más de 10 personas.
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