Estuvo 23 años en la Policía Metropolitana y hoy emplea gran parte del día en labores comunitarias. Se viste de payaso y visita a los niños enfermos, hace jornadas para la prevención del cáncer y si no puede conseguir una silla de ruedas, repara una vieja y la regala.

Caracas. El día exacto de cuándo comenzó a trabajar en pro del otro no lo tiene en mente. Cree que siempre estuvo metido en esto de la solidaridad, del trabajo voluntario, de tender una mano. En su caso es el brazo, la pierna, los pies “y el alma”.

Foto: Crónica Uno / Mariana Mendoza
Dice que cuenta con amigos empresarios para las donaciones.

A sus 50 años este hombre, José Luis Urdaneta, quien salió jubilado de la extinta Policía Metropolitana (PM) con el grado de sargento, tiene en su haber un historial de buen samaritano que le ha valido el reconocimiento de mucha gente en el ámbito social.

De hecho, está activo en ocho grupos de Whatsapp, sumando casi 800 personas. Sin contar las que acumula cada vez que organiza una jornada de atención médica-asistencial en Valles del Tuy, Caracas o La Guaira; o cuando va vestido de payaso a un hogar de niños con VIH y tuberculosis.

En 2011 salió jubilado de ese cuerpo de seguridad, al que igual le quedaban pocas horas de servicio pues el Gobierno lo suprimía para crear la Policía Nacional Bolivariana (PNB).

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Pero salir de retiro bajo esa condición no le quitó las fuerzas de la lucha social. “Y si antes, cuando estaba uniformado ayudaba a todo el mundo y luchaba por los Derechos Humanos, con tiempo podía hace mucho más”.

Y así lo hizo. Comenzó un arduo trabajo en defensa de los jubilados policiales. Pidió reuniones con alcaldes, ministros y vicepresidentes, siempre llevando bajo el brazo una propuesta de ley de seguridad social para este gremio y otra para atacar el flagelo de la inseguridad.

Ideas entraban y salían de la cabeza del sargento Urdaneta, quien incluso cerró calles, protestó frente al Ministerio de Interior y Justicia y hasta se vistió de Nazareno en protesta por las mejoras de los jubilados.

Captura urdaneta
En labores comunitarias.

Pateó calle, como se dice en el argot periodístico, y hoy en día comenta con un tono llano, de pueblo sencillo, que le gustaría estudiar para ser comunicador social: “Tengo 50 años pero nunca es tarde”.

Mientras se decide, anda en labores humanitarias: busca sillas de ruedas, bastones, muletas, medicinas y ayudas para operaciones.

“No puedo decir que lo tengo y consigo todo, pero me muevo y trato de tenerlo. Hay empresarios que me ayudan, pues confían en lo que hago y además creo que porque me gané eso quizá por tener buen corazón. Incluso en Charallave tenemos un taller donde reparamos sin costo alguno las sillas de ruedas y así vamos, haciendo cosas para ayudar al necesitado”.

Foto: Crónica Uno / Mariana Mendoza
El sargento (r) José Luis Urdaneta en visita a la redacción de Crónica.Uno.

También tiene su traje de payaso y con colaboradores que pintan caritas se van a los albergues. “Alegramos los días a muchos niños enfermos y les damos regalos. Todo eso lo hacemos desinteresadamente. Eso sale de mi bolsillo, pero no reparo en eso. Me gusta ver a esos niños felices. Además cuando uno va a esos sitios los ve esperanzados y, aunque a uno se le hace un nudo en la garganta, eso llena de satisfacción”.

Urdaneta tiene dos hijos de 24 y 28 años, “y una esposa que los domingos a veces se queja porque estoy haciendo una labor social. Pero cómo hago si eso es lo que me gusta”.

Se levanta todos los días a las 4:00 a. m. y a las 11:00 p. m. está buscando la cama. Pero en toda esa jornada lo que hace es tocar puertas, incluso en todas las instituciones públicas y las misiones en busca de medicinas, una de las peticiones más puntuales que tiene en los grupos sociales.

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Recibe en un día hasta 600 mensajes y en su mayoría son relacionados con problemas de salud.

Mientras fue policía recibió honores al mérito y hasta se ganó el premio del policía del mes en un lapso de 23 años de servicio.

Foto: Mariana Mendoza


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