Foto: Alberto Torres

Ambiente

Evitar pérdida de alimentos es prioridad para las personas, el ambiente y la economía, explica bióloga venezolana

By Briceida Morales @briceida2010

April 24, 2024

María Soledad Tapia, individuo de número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, sugiere que un banco de alimentos sería una ayuda para quienes no pueden acceder a una nutrición completa.

Barinas. Datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indican que “los hábitos domésticos son responsables de casi 570 millones de toneladas de alimentos desperdiciados cada año en todo el mundo”.

Por su parte, el informe de la FAO, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023, refiere que 735 millones de personas padecen hambre o malnutrición en el planeta.

Ante estos contrastes, que también afectan a Venezuela, la bióloga María Soledad Tapia, individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, indica que es necesario educar a la población sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos (PDA).

Dice que las personas saben de manera general que no debe descartar la comida y quizá entre los temas más comunes que se manejan está el económico y no desperdiciar alimentos cuando la gente pasa hambre.

“Sin embargo, hay una serie de elementos que desconocemos, por ejemplo, la ceguera o invisibilización del impacto de las PDA sobre el medioambiente o el cambio climático”.

Para ello recurre a un ejemplo práctico: “Si miras una manzana, ¿qué ves? Cuando tiramos una manzana a la basura, ¿sabías que desperdiciamos tanta agua como al tirar siente veces de la cadena (del baño)?”

La Comisión para la Cooperación Ambiental de la ONU indica que la pérdida y desperdicio de alimentos representan “entre el 8 % y el 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

Tapia señala que el desperdicio de alimentos debería hacer pensar en la emisión de gases de efecto invernadero, la sobrexplotación de las tierras en detrimento de su calidad, el uso de agua y afectación de los caudales de agua por la producción de alimentos, la afectación de hábitats acuáticos y forestales y su biodiversidad.

Aunque a veces nos cuesta ver esa relación directa entre ese cambur que se pierde en un anaquel, su relación con el cambio climático es directa, pues al arrojarlos a la basura y descomponerse, producen metano, por ejemplo”.

Las particularidades

La realidad venezolana tiene su particularidad, explica Tapia. Los consumidores no pueden influir en las decisiones y acciones de los actores de la cadena de suministro de alimentos que intervienen en las pérdidas desde el campo hasta el transporte.

“No podemos suplir diésel en una crisis nacional de combustible, no podemos impedir los apagones y sus efectos en la cadena del frío, ni las prácticas irregulares que afectan a los transportistas en alcabalas, pero sí podemos sensibilizarnos con respecto a los desperdicios que generamos”.

Se pierden recursos invertidos como agua, tierra o energía empleados para su producción y transporte, la biodiversidad y los ecosistemas afectados por el cultivo, el trabajo del productor. “Todo esto genera un impacto sobre las economías, las personas y el planeta“.

Es importante cuidar los alimentos desde el transporte hasta su distribución en el anaquel. | Foto Briceida Morales.

La Encuesta Nacional sobre las Condiciones de Vida (Encovi) 2023, indica que entre 2014 y 2019 hubo una pobreza de ingresos en hogares que alcanzó su techo máximo en 2020. En 2021 y 2022 se produjo una leve mejoría, que se detuvo en el 2023.

La especialista en nutrición infantil, Susana Rafalli, asesora de Cáritas Venezuela, señaló en un conversatorio reseñado por Crónica.Uno que 68,4 % de las personas dejaron de comer alimentos saludables. Estas cifras coinciden con los datos de la Encovi.

Algunas soluciones

Desde hace un par de años desde la organización Cáritas Barinas, dirigida por la doctora María Gabriela Mayer, se ha propuesto conformar un banco de alimentos. Varias son las puertas que han tocado, pero las respuestas han sido mínimas.

En conversaciones con Fegabarinas y las asociaciones de ganaderos que la integran se ha gestionado la realización de ollas comunitarias. En estas jornadas se atienden a cerca de 400 personas todos los fines de semana en el Hospital Luis Razetti.

“Las necesidades que hay en Venezuela son muy grandes, los bonos de Gobierno no alcanzan para que una familia pueda vivir un mes”, explica Mayer.

Por su parte, Tapia resalta que en Venezuela urge la creación de un banco de alimentos para ayudar a la gente necesitada, cuyos salarios son insuficientes para una buena alimentación.

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