El retardo en el crecimiento es una de las mayores preocupaciones para Susana Raffalli. El monitoreo de las Naciones Unidas determinó que en 2022, 10,7 % de los niños y niñas tuvieron retardo en su crecimiento.

Caracas. Pese a que en Venezuela las cifras de desnutrición han bajado, persisten las de malnutrición, así lo afirmó Susana Raffalli, asesora de Cáritas Venezuela, quien explicó que en Venezuela entre 30 % y 40 % de los hogares no consumen alimentos de alto valor nutricional.

La especialista en Nutrición infantil expuso que los almidones, grasas y azúcares, son la base del patrón alimentario en prácticamente todos los hogares del país.

Lo dicho por Raffalli coincide con las cifras de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2023), la cual señaló que 68,4 % de las personas dejaron de comer alimentos saludables.

Raffalli mencionó la importancia de diferenciar la desnutrición de la malnutrición. Fotografía: Tairy Gamboa

Que una persona no esté pasando hambre, no quiere decir que esté bien alimentada, subrayó Raffalli durante un conversatorio en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Los vegetales, frutas, leguminosas y proteínas de origen animal son los menos reportados.

Retardo en el crecimiento

La Encovi 2023 reveló que 87,6 % de las familias que reciben las cajas de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) viven en pobreza extrema.

Dichas cajas, compuestas mayormente por carbohidratos, son la principal fuente de alimentación en muchos hogares. Por esa razón, Raffalli refirió que la calidad de alimentación de la población es deficiente.

El retardo de crecimiento es una de las mayores preocupaciones para la experta: El monitoreo de las Naciones Unidas determinó que en 2022, 10,7 % de los niños y niñas tuvieron retardo en su crecimiento.

La malnutrición

Mariana Mariño, nutricionista infantil del Centro de Atención Nutricional Infantil de Antímano (Cania), el cual atiende a niños, niñas, adolescentes y embarazadas de distintos estados del país, explicó que la malnutrición es una enfermedad multifactorial que se caracteriza por las alteraciones en el suministro y utilización de los nutrientes y determinada por factores dietéticos, biológicos y psicosociales.

Puede traer como consecuencia talla baja y déficit de nutrientes.

Mariño insistió en la importancia de tomar medidas para ayudar a los sectores de la población afectada, en la que suelen estar los sectores vulnerables.

Mariño subrayó la importancia de actuar ante las distintas problemáticas asociadas a nutrición y salud. Fotografía: Tairy Gamboa
Indicadores de hambre

Según el índice de disponibilidad de alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), muestra que en Venezuela, 18 % de la población no tiene comida suficiente.

Dicho indicador mide la despensa de un país, la cual suma todo lo que se produce, más todo lo que se importa en un país. De acuerdo con el medidor, la disponibilidad de alimentos debería alcanzar para 120 % de la población.

Cuando divides todo el alimento que según la FAO, el Estado solo tiene disponibilidad de alimentos para 80 % del país, aseveró Raffalli. No obstante, planteó que esas cifras han mejorado en comparación a datos de años anteriores.

En 2020, las cifras de la organización determinó que el porcentaje de personas que se quedaban sin comer era de 27,4 %.

Mencionó la importancia de tener datos estadísticos oficiales que ayuden a mejorar y actuar ante los distintos problemas del país.

Leve mejoría

En su ponencia, Raffalli indicó que las estrategias de sobrevivencia con la que los hogares ajustan su consumo de alimentos son estrategias de afrontamiento a la crisis.

En los que hay menos ingresos, el índice de severidad de las estrategias duplica al de los hogares que tienen más ingresos. Se registran en este grupo estrategias de privación nutricional, lamentó.

Entre los planteamientos mencionó que 46 % de la población expresó que está comiendo alimentos que preferiría no comer. Imagínense tener que colar una harina porque tiene gusanos o quitarle lo verde a un enlatado para poder comerlo, especificó.

La mendicidad es otra de las alternativas: en 64 % de las viviendas encuestadas tuvieron que pedir alimentos para poder comer.

La cifra más alta (66 %) corresponde a las familias en las que alguno de sus integrantes deja comer para que otro lo haga.

Las Naciones Unidas estiman que esa cifra es de entre cuatro y seis millones de personas, dijo la especialista en Emergencias Humanitarias.

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