Foto: Tairy Gamboa

Comunidad

La tradición de hacer hallacas en familia permanece vigente en los hogares venezolanos

By Ivanna Laura Ordoñez @ivannalauraor

December 21, 2021

Ana tiene 51 años de edad y es de San Cristóbal, estado Táchira. Aunque llegó a Caracas cuando tenía 10 años, sus hallacas son hechas según la receta andina, como le enseñó su mamá: con guiso crudo. “Se hacen así para que se conserven mejor los sabores”, explicó Ana.

Caracas. El clima en Caracas ha estado frío durante diciembre, pero al entrar a la vivienda de Ana Roa, ubicada en la parroquia La Vega, este se transforma en calor de hogar. Esa misma atmósfera fue característica durante el día en que Ana, su mamá, su hija menor, sus nietas, su esposo y su nuera se reunieron para la preparación de las hallacas, una receta típica de las navidades venezolanas, y para cuya elaboración se necesitan varias manos colaboradoras.

Foto: Tairy Gamboa

Durante toda la jornada, Ana, su mamá y una de sus nietas estuvieron alrededor del comedor de la casa, cada una ocupándose de una tarea diferente. Johanerling, su pequeña nieta, estuvo a cargo por primera vez de humedecer las hojas de plátano e irlas entregando una por una a su abuela, Ana, quien se encargó de armar las hallacas con la masa, el guiso y los adornos. Enedína, madre de Ana, y de quien ella aprendió la receta, estuvo en la estación de amarres, es la única en la familia que sabe cómo hacerlo sin equivocarse.

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Desde la cocina, Álvaro, esposo de Ana, se encargó previamente de lavar con mayor profundidad cada hoja; Mayerling, nuera de la familia, colaboró sirviendo almuerzo para quien quisiera comer y descansar unos minutos; Albany, hija de Ana y Álvaro, se encargó de servir los tragos de vino o ponche crema casero, los cuales también forman parte de la tradición de la preparación de las hallacas en casa de Ana, al igual que escuchar gaitas o rancheras, todo con la intención de amenizar el proceso.

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Ana tiene 51 años de edad y es de San Cristóbal, estado Táchira. Aunque llegó a Caracas cuando tenía 10 años, su acento andino aún se percibe cuando habla, al igual que sus hallacas son con la receta que le enseñó su mamá: con guiso crudo, como se prepara en los andes venezolanos. “Se hacen así para que se conserven mejor los sabores”, explicó Ana, quien además casi siempre incluye garbanzos y tocino entre los ingredientes de sus hallacas, como también dictan las costumbres de los andes, pero ambos quedaron por fuera de la preparación este año. “Es que no hice el esfuerzo de comprarlos”, añadió.

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“Antes éramos más”, dijo Ana, en referencia a la mayor cantidad de familiares y amigos que los acompañaban en años anteriores durante el día de la preparación de las hallacas. “Muchos han regresado a San Cristóbal, se han ido del país o simplemente no pudieron acercarse por trabajo”, añadió Ana. Pero a pesar de las circunstancias, la tradición no ha sido interrumpida y aún la continua con la misma sazón y rodeada de su gente más cercana.

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En casa de Ana este año hicieron 100 hallacas, una cantidad que dobla el número que realizaron en 2020, año de la llegada de la pandemia por COVID-19 a Venezuela. Por esa vez solo hicieron 50 hallacas. Este año Ana compró casi todos los ingredientes en La Vega o cerca de la comunidad, a diferencia de años anteriores en los que acudía a mercados como Quinta Crespo, también al oeste de la ciudad.

“Se gasta, se gasta mucho”, dijo Ana sobre cuánto invirtió este año para las hallacas, un plato que requiere un gran número de ingredientes: carne de res, carne de cerdo, pollo, harina de maíz, cebolla, pimentón, cebollín, ají dulce, aceitunas, alcaparras, pasas, entre otros. En todo Ana calculó un gasto aproximado de 80 dólares, o lo que es igual a más de 365 bolívares.

En otros años hacían más de 200 hallacas. No sé cómo serán las familias de otras regiones, pero nosotros los andinos somos de darle hallaca a todo el que viene a la casa, a los vecinos y a la familia”, expresó Ana.
Foto: Tairy Gamboa

En La Vega este año no se ha escuchado nada sobre el pedazo de pernil que la gestión del mandatario Nicolás Maduro suele vender a bajo costo en las zonas populares entre noviembre y diciembre. El pernil también es parte de la gastronomía venezolana en época decembrina. “Aquí no han dicho nada”, comentó Ana, quien planea optar por un asado negro, otra opción que forma parte del plato navideño nacional, al igual que las hallacas, la ensalada de gallina y el pan de jamón. Un pernil completo en los mercados privados puede costar más de 60 dólares.

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Mientras Ana y su familia realizaban las hallacas, en casa no había agua por tuberías, por lo que debieron disponer de las reservas en el tanque de la vivienda para todo lo que requiriera agua durante la preparación que, por ejemplo, deja muchos utensilios sucios en la cocina. Ni Ana ni nadie de la comunidad tiene certeza de cuándo pudiera ser reactivado el servicio debido a que por el momento ya tenían más de dos semanas seguidas sin agua, hecho por el que la comunidad salió a protestar recientemente.

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Al menos por el gas no hubo preocupación esta vez. Cuando las hallacas son de guiso crudo, estas deben cocinarse en ollas grandes con agua por al menos dos horas o más tiempo, todo depende de la cantidad. Ana contó que desde hace varios meses los camiones con las bombonas llegan por lo menos cada 15 o 20 días a La Vega y cobran un bolívar por bombona. Pero, anteriormente, debían que recargar las dos bombonas que tienen en casa a un costo de cinco dólares cada una producto de la escasez de gas doméstico en el país.

Foto: Tairy Gamboa

Ni Ana ni su mamá recuerdan un año en que hayan dejado de hacer hallacas. Ni siquiera en los años más complicados para la economía venezolana, como 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018, los cuales estuvieron marcados, entre otras cosas, por una fuerte escasez de alimentos. “Lo importante es no perder la tradición”, comentó Enedína, madre de Ana. Y justamente este año, Yohana, hija mayor de Ana, decidió hacer hallacas por primera vez en su propia casa.

Ella me llamó para que le explicara algunas cosas, pero me pidió que ese día no fuera a su casa porque no quiere que la esté corrigiendo”.