Por Betania Franquis | @moulin_mousse
Caracas
A pocos metros de una sala clínica, Anahís Alvarado, de 27 años, intenta mantenerse en pie. Las horas se le acumulan y una sensación de ahogo la oprime, la debilidad entorpece sus movimientos. Es la señal de que su sangre ha comenzado a intoxicarse con las propias toxinas que desecha su cuerpo. Los estragos de la descompensación por la falta de diálisis vuelven a comenzar.
Alvarado nació con una anomalía en el tubo neural y entró en diálisis en septiembre del año 2013, cuando le diagnosticaron insuficiencia renal a dos meses de graduarse como docente de Educación Inicial en el Instituto Pedagógico de Caracas. Nunca ha ejercido la profesión porque su enfermedad no se lo permite. “Aunque me refugio en la vida cristiana no puedo llevar la vida que quiero. Estoy agotada, me siento muy mareada y este proceso se hace cada día más tedioso”, admite.
Los lunes, miércoles y viernes asiste a la unidad para dializarse en el primer turno. El protocolo que debería tardar cuatro horas le toma solo dos desde que acortaron las sesiones a causa de las fallas de las máquinas. Al deterioro de los equipos y el déficit de personal se suma la falta de tratamiento para paliar los efectos de la terapia de sustitución renal.
En la unidad de diálisis Jayor, ubicada en la avenida San Martín, la terapia de sustitución renal se posterga por tercera vez en la semana. No hay agua para realizar las hemodiálisis y el suministro de energía eléctrica es inestable. Afuera del centro asistencial adscrito al Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), tres turnos de pacientes esperan la llegada de una cisterna desde la mañana. Anochece y el camión no llega.
El reclamo por la falla de los servicios básicos es un reflejo del deterioro que lacera, año a año, la calidad de vida de los 60 pacientes que se trasladan el centro asistencial más grande de la ciudad.
Medicamentos como calcio, fósforo, ácido fólico, hierro y suplementos alimenticios tienen más de un año sin ser despachados en el recinto. La vitamina B12 es lo único que lo pacientes retiran.
Para completar su tratamiento, Alvarado se las ingenia contactando amigos en grupos de Whatsapp en los que se negocian trueques. Aunque a menudo encuentra la mayoría de los medicamentos, no ocurre lo mismo con los antihipertensivos para regular la presión arterial después de las sesiones.
El captopril y enalapril de 500 miligramos que la joven necesita eran dos de los fármacos que ingresarían al país el 23 de febrero en los dos camiones de ayuda humanitaria que fueron incendiados en el puente Ureña. Además de los hipertensivos, los convoyes contenían 25 toneladas de gasas, jeringas y suturas, fórmulas infantiles, antibióticos, vancomicina, amlodipina, aciclovir e insulina, indicó el diputado Miguel Pizarro, presidente de la Comisión de Seguimiento para la Ayuda Humanitaria de la Asamblea Nacional (AN).
A Anahís se le agota el tiempo. Pronto cumplirá 6 años en diálisis mientras su organismo pierde la capacidad para recibir un trasplante de riñón. El tratamiento que le falta es la esperanza que le queda para estabilizar su salud antes de hallar un donante o morir por descompensación, como les ocurrió a los 5000 pacientes renales que fallecieron entre 2017 y 2019 a causa del cierre y las fallas en las unidades de diálisis, según declaraciones de Carlos Rotondaro, expresidente del IVSS.
Testimonios como el de Alvarado visibilizan la realidad de 5,3 millones de venezolanos que, según cifras de la Comisión de la AN para el Seguimiento a la Ayuda Humanitaria, padecen enfermedades crónicas como diabetes, VIH/Sida, hipertensión, insuficiencia renal, hemofilia, esclerosis y cáncer, así como enfermedades prevenibles.
A cuatro años del inicio de una crisis sin precedentes en Venezuela, el mandatario Nicolás Maduro admitió la emergencia humanitaria compleja. Durante una reunión sostenida el pasado 10 de abril con el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer, el Ejecutivo anunció un acuerdo con la organización para gestionar la entrada de un lote de ayuda humanitaria. “Llegamos a un acuerdo con los comités internacionales de la Cruz Roja de trabajar para, conjuntamente con los organismos de la Organización de las Naciones Unidas, traer a Venezuela todo el apoyo, toda la ayuda de carácter humanitaria que pueda traerse”, informó Maduro.
E l derrumbe del sistema hospitalario y el desabastecimiento de insumos evidencian una crisis que se hizo notoria a mediados de 2015. Feliciano Reyna, fundador de la ONG Acción Solidaria, explica que la pérdida de la capacidad del Estado para solventar el desabastecimiento de medicamentos y las fallas en las unidades de diálisis vislumbraban el panorama actual, caracterizado por la destrucción de las capacidades sanitarias.
Venezuela atraviesa una “emergencia humanitaria compleja”, según la definición de la Organización de las Naciones Unidas: “Una crisis humanitaria en un país, región o sociedad en la que hay una total o considerable ruptura de la autoridad como resultado de un conflicto interno o externo, y que requiere de una respuesta internacional que va a más allá del mandato o capacidad de un solo organismo y/o el programa de Naciones Unidas en curso”.
trasplantados y personas con patologías crónicas como hemofilia, cáncer, esclerosis, párkinson y VIH/Sida no tienen acceso a tratamientos de alto costo desde el año 2016
La laxitud de los planes de vacunación, la ausencia de los sistemas de vigilancia epidemiológica y el incremento de la minería ilegal en los estados Bolívar y Amazonas aumentan la propagación de enfermedades transmisibles como el VIH, malaria, sífilis, chikungunya y tuberculosis. Un estudio denominado “La Amazonía saqueada”, de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), indicó que Venezuela concentra 1899 puntos de extracción no autorizada de oro, diamantes y coltán. El índice más alto de toda América Latina.
El desplazamiento de las comunidades indígenas en la Amazonía y la proliferación de los focos infecciosos en el Arco Minero acrecienta el estado de emergencia en las zonas rurales y enciende las alarmas de la comunidad internacional. Un informe de las Naciones Unidas divulgado el 29 de marzo revela que 7 millones de venezolanos afectados por la emergencia humanitaria compleja necesitan protección y asistencia.
“7 millones de personas en #Venezuela necesitan ayuda humanitaria según las últimas estimaciones. Estamos trabajando para expandir nuestra asistencia, siguiendo los principios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia”. -@antonioguterres https://t.co/g5bJqjT2L4
— Noticias ONU (@NoticiasONU) April 10, 2019
Sin embargo, para Feliciano Reyna, de Acción Solidaria, el número de afectados podría ubicarse en 10 millones de personas. “La situación en la que estamos por la falta de medicamentos es tan grave que no se tienen cuentas definitivas. Hay que considerar la afectación para la salud física y mental de los venezolanos”.
casos de difteria y sarampión fueron notificados hasta 2018 con 230 muertes confirmadas, según la Organización Mundial de la Salud
El quiebre institucional, el incremento de la violencia y el alto costo de los alimentos y las medicinas dimensionan la crisis que repercute en el ámbito político y social. Reyna indica que, pese a los esfuerzos de la comunidad internacional, la brecha de acceso a la salud en Venezuela es demasiado amplia para ser abarcada por la ayuda humanitaria. Para atender a 80 % de la población —24 millones de personas— tendrían que ser dotados 80 hospitales de los 230 que existen en el país. Hasta ahora —asegura Reyna— las acciones gestionadas por el fondo rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) apenas cubren 30 centros asistenciales. “La necesidad de nuestra población en esta crisis es demasiado grande por la magnitud del daño generado”, dijo Reyna.
La falta de inversión y la caída de los recursos en el sector salud agudizan el sufrimiento de las poblaciones vulnerables privadas de atención médica y tratamiento. Los indicadores básicos de la OPS sobre la Situación de la Salud en las Américas —correspondiente al año 2017— apuntan a que el gasto público de Venezuela destinado a la salud es de apenas 1,5 % del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, 75 % por debajo del 6 % que recomienda la OMS.
Quienes viven con VIH/Sida en Venezuela palpan las consecuencias del déficit presupuestario. Reyna señala que para satisfacer la demanda de las 70.000 personas diagnosticadas con la enfermedad se necesita una inversión anual de 30 millones de dólares en antirretrovirales, reactivos y pruebas diagnósticas.
Aunque 60.000 venezolanos con VIH están bajo tratamiento con una molécula de última generación que llegó al país el 14 de enero —en un cargamento de 3 millones de tabletas a través del Fondo Mundial para la Lucha contra el VIH/Sida, la tuberculosis y la malaria— persiste la escasez de tratamiento antirretroviral para otro porcentaje de la población. “10.000 personas con VIH/Sida que siguen otros esquemas de tratamiento están sin acceso a los medicamentos. Es una situación grave y dramática”, aseguró Reyna.
casos y 280 muertes fueron atribuidas a la epidemia de malaria durante el año 2017, lo que ubicó a Venezuela como el país con mayor incidencia en América Latina
E n un quiosco del centro de Caracas, Carmen Jiménez, de 70 años, despacha cigarros. Son las 11:00 a. m. y el hambre la inquieta. Lo que pudo desayunar —dos mangos y un trozo de casabe— apenas le llenó el estómago, pero está conforme. Al menos se pudo tomar una de las últimas pastillas que aún le quedan para controlar la tensión. La reserva del antihipertensivo, sin embargo, se le agota y eso la angustia. Con la poca ganancia que le deja el quiosco con dificultad puede comer y reponer algo de la mercancía.
El dinero que le alcanzó para comprar 8 cajas de Asaprol —un fármaco recetado para tratar cardiopatías— y losartán en septiembre de 2018 ya no cubre ni la mitad del costo de su tratamiento. Con los 10.000 bolívares que gana diariamente —los días que registra más ventas— lo único que puede adquirir son verduras y frutas de temporada. “Me deprimo viendo que no hay agua, ni luz y me siento mal porque el dinero no me alcanza. Cuando se me acaben las pastillas no sé qué voy a hacer”.
Para Jiménez, esta es la época más crítica que ha enfrentado en toda su vida. Está sola, no es pensionada y sus dos hijos no pueden ayudarla. Ellos están en peor situación económica que ella. La hipertensión le impide movilizarse. Teme que su salud empeore porque no tiene alternativas. La opción más viable sería el ingreso de la ayuda humanitaria. La dotación de los hospitales le permitiría obtener el tratamiento que requiere sin falta.
“Lo más importante en un país es la salud. Los niños están muriendo y nosotros los viejos también. Deberían darse cuenta de que el más perjudicado en todo esto es el pueblo”, dice Jiménez.
Las dificultades que sortean las personas de la tercera edad se visibilizan en cada esquina, asegura Luis Francisco Cabezas, director de Convite. El activista relata que los adultos mayores son los más afectados por la emergencia humanitaria compleja. El alto costo de los alimentos y medicinas, aunado a la crisis migratoria, aumentan la depresión en las personas mayores de 60 años.
“Muchas personas mayores están viviendo solas porque sus hijos emigraron. En muchos ancianatos y centros de salud mental están abandonados a su suerte porque estos sitios ya no tienen recursos para mantenerlos. Simplemente dejan que se vayan”, dice Cabezas.
Un monitoreo realizado por Convite en ocho estados del país reveló que el desabastecimiento de hipertensivos se ubicó en 64 % para la segunda semana de febrero, mientras que los medicamentos para diabetes alcanzaron 74 %.
El aumento de los suicidios y muertes asociadas a la falta de medicamento entre los adultos mayores motivó a Cabezas y a su equipo a reunirse con la comisión de la AN para el Seguimiento de la Ayuda Humanitaria. Durante la reunión, las personas de tercera edad fueron incluidas en la primera fase de atención destinada a 300.000 personas.
“Solicitamos seis fármacos para tratar la hipertensión y tres para la diabetes y la AN lo aprobó. Eso venía en los camiones que llegaron a la frontera y que finalmente nunca pudieron entrar”, indica Cabezas.
Un informe del Poder Legislativo contabiliza 1,7 millones de personas mayores de 64 años en situación de vulnerabilidad, sin acceso a tratamiento ni autonomía económica.
Se mantuvo el desabastecimiento de medicamentos para tratar la hipertensión hasta agosto de 2018, reveló un sondeo de la Asociación Civil Convite
trasplantados que dejaron de recibir inmunosupresores en el año 2018, 96 tuvieron un rechazo de órganos y 12 fallecieron
Miguel Pizarro, presidente de la Comisión de Seguimiento para la Ayuda Humanitaria, explica que la primera fase de la ayuda está diseñada para atender a 300.000 niños y mujeres embarazadas con desnutrición, adultos mayores, hipertensos, diabéticos y población hospitalizada. Aclara que la población en riesgo está por encima de los 5 millones de personas, incluyendo a los pacientes crónicos.
El diputado a la AN argumenta que el mecanismo de acción de la ayuda tiene como objetivo primario asistir a los ciudadanos en situación de riesgo dentro y fuera de los hospitales hasta superar la etapa de emergencia para abrir un corredor humanitario. Quienes viven con patologías crónicas como VIH/Sida, cáncer, esclerosis, hemofilia e insuficiencia renal entrarán en otra etapa de atención más específica.
Superada la fase crítica con la dotación de las instalaciones hospitalarias y la atención dirigida a los pacientes crónicos, comenzará un programa de emergencia y estabilización. “La ayuda humanitaria es una etapa que permite revertir el estado de miseria. No es para siempre”, apunta Pizarro.
El legislador resaltó que las jornadas de atención primaria ofrecidas en los campamentos humanitarios de la campaña Rescate Venezuela —liderada por Lilian Tintori, esposa del preso político, Leopoldo López— son una alternativa de asistencia humanitaria. La iniciativa surgida en 2016 tiene instalados sus puntos en 10 estados del país (Miranda, Vargas, Carabobo, Yaracuy, Lara, Zulia, Portuguesa, Sucre, Guárico y Distrito Capital) y agrupa a “420 médicos voluntarios”. Hasta 4000 personas en promedio visitan —durante un fin de semana— los campamentos en busca fármacos.
las muertes maternas se incrementaron en 66 % con una tasa de 140 fallecimientos por 100.000 nacidos vivos
Pacientes con insuficiencia renal fallecieron entre 2017 y 2019 por la contaminación, déficit y cierre de unidades de diálisis, según declaraciones de Carlos Rotondaro, expresidente del IVSS
Tipo de asistencia orientada a salvar vidas y mitigar el sufrimiento de las personas afectadas por una situación de emergencia.
Situación de emergencia en que se ven amenazadas la vida, salud, seguridad o bienestar de una comunidad o grupo de personas en un país o región.
Conjunto de actividades de protección y asistencia en favor de las víctimas civiles y militares de desastres, conflictos armados y otras situaciones de violencia.
Conjunto de agencias internacionales y actores humanitarios que actúan en un sector específico (agua, salud, albergues) para asistir a la población afectada por una crisis.
Mecanismo de ayuda a corto plazo diseñado para estabilizar la situación de los países en riesgo después de un desastre.
La Organización de las Naciones Unidas la define como “una crisis humanitaria en un país, región o sociedad en la que hay una total o considerable ruptura de la autoridad como resultado de un conflicto interno o externo, y que requiere de una respuesta internacional que va a más allá del mandato o capacidad de un solo organismo y/o el programa de Naciones Unidas en curso”.
Es el conjunto de actividades que actores públicos y privados realizan para fomentar el progreso sostenible y solucionar los problemas socioeconómicos que causaron la crisis en un país determinado.
Acciones que la comunidad internacional emprende en un país o región con el objetivo de defender a la población de violaciones masivas a los Derechos Humanos fundamentales y garantizar la asistencia humanitaria.
Se trata de pasillos de tránsito que facilitan la circulación segura de los convoyes humanitarios, de las víctimas de los conflictos armados y del personal humanitario.
Conocida por sus siglas en inglés como la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios, es una dependencia de la Secretaría de las Naciones Unidas encargada de reunir a los agentes humanitarios para intervenir y gestionar el mecanismo de ayuda humanitaria en situaciones de emergencia.
del servicio de Nefrología del J. M. de los Ríos murieron entre 2017 y 2018 a causa de un brote infeccioso que se propagó por los tanques de agua
personas con cáncer no tienen acceso a tratamientos de diagnóstico y cirugía. De 25 unidades de radioterapia solo 4 funcionan
Fuente: Acción Solidaria, Codevida, Cepaz, Provea, Alianza Venezolana para la Salud, Senos Ayuda (Reporte Nacional septiembre 2018)
Un país en emergencia humanitaria de norte a sur
Concepto y Desarrollo editorial: Celina Carquez
Redacción de textos:
Betania Franquis
Edición de textos: Lorena Gil y Natasha Rangel
Fotos: Luis Morillo, Gleybert Asencio y Miguel González
Videos: Gleybert Asencio
Diseño: Lesslie Cavadías
Publicado el 14 de abril de 2019