A través de unos talleres, un grupo de voluntarios ofreció herramientas para abordar las consecuencias de la violencia a vecinos de El Cementerio, El Valle, Cota 905, La Vega y Antímano.
Caracas. Ingrid Salas fue a un taller de Escuelas de Perdón y Reconciliación (Espere) para poder sanar sus heridas y aprender a perdonarse, para luego perdonar al resto.
Desde que su hijo se volvió adicto a las drogas, en la adolescencia, ella ha tratado de sanar el dolor que le ocasiona no poder ayudarlo a superar su adicción.
“Mi hijo tiene 23 años y dice que no se va a salir. Si él no pone de su parte yo no puedo sacarlo. Puedo ser su mamá, le puedo hablar mucho llevarlo aquí o allá. Pero yo me puse este año esa meta, yo lo voy a sacar, él no se deja ayudar, pero buscaré la forma”, dijo.
Esta madre fue una de las participantes en los talleres de Espere, organizados por Ángelo Rangel, quien es trabajador social, y las abogadas Martha Tineo y María Montilla.
La actividad se realizó durante dos fines de semana con vecinos de El Cementerio, El Valle, Cota 905, La Vega y Antímano, como una respuesta a poblaciones afectadas por la violencia.
Espere fue fundada en Colombia y su objetivo es tratar a las víctimas de violencia a través del perdón, pero también buscan formar a distintos perfiles de personas para que propaguen las escuelas de perdón y reconciliación a las poblaciones o sectores más vulnerables.
“Me invitó Angelo por un link. Me escribió por WhatsApp y le dije que claro, que sí estaba interesada”, contó Ingrid.
La convocatoria se abrió en principio para 25 vecinos de las zonas populares, pero al tener tanta receptividad de los vecinos recibieron 50 solicitudes de asistencia y se plantearon abrir una segunda convocatoria después de terminar el primer taller, el domingo, 5 de febrero.
Experiencia sanadora
Ingrid, vive en El Valle y se crió en El Cementerio. En los talleres de Espere se sintió abrigada por sus compañeros de grupo y los coordinadores de la actividad. Según contó, gracias a esta experiencia pudo exponer sus emociones sin complejos. Entre las actividades que se realizaron se escenificó una obra de teatro en la cual ella representó la apacibilidad.
Los talleres se divide en dos módulos o fases, el primero trata sobre el perdón y cómo sanar aquellas heridas que se han arrastrado a lo largo del tiempo y el segundo es sobre reconciliación.
Belkys Silva, otra de las participantes, dijo que acudió para sanar la relación con su padre, a quien ha aprendido a perdonar.
“Yo siento que quienes más nos hieren son las personas que están más cerca de nosotros. Mi papá no fue un hombre tan malo, pero si algo irresponsable, siendo un padre ausente y (por años) mantuve siempre esa rabia”.