Foto: Gleybert Asencio

Comunidad

Vecinos de la parroquia Altagracia aseguran que colapso del edificio es una tragedia que se pudo evitar

By Lucía Fernanda Ramírez @luciferamirezg

July 28, 2023

Los afectados del edificio que colapsó en la quebrada Catuche, entre las esquinas Santa Bárbara y Canónigos, tenían sus nombres en una lista para esperar una vivienda que nunca llegó. Desde la tragedia de Vargas, en 1999, el edificio tenía prohibición de habitabilidad.

Caracas. El tambaleo y crujir de las paredes de un edificio ubicado entre las esquinas Santa Bárbara y Canónigos, en la parroquia Altagracia, mantuvo despierto a César Véliz la noche del miércoles 26 de julio. Aproximadamente a las 12:30 a. m, mientras calentaba su comida,  escuchó unos ladrillos desprenderse de una pared. Por esa razón, pese a que el cansancio después un largo día de trabajo le invitaba a dormir, los nervios no lo dejaron.

A la 1:00 a. m colapsó la primera parte de la residencia. César corrió hasta la habitación de su hermano y juntos alertaron al resto de sus vecinos.

Sacamos a todos. Hasta a una gatica recién parida que tenía a sus gaticos ahí. Mientras salíamos se podía sentir cómo el edificio tambaleaba y las paredes se estrellaban, relató.
Foto: Cortesía de Vecinos/CrónicaUno

Antes de salir, algunas personas recogieron las pertenencias que pudieron. El resto decidió esperar a la llegada de los bomberos, quienes fueron informados a la 1:30 a.m.

Los que decidimos dejar nuestras cosas, en espera de la ayuda, lo perdimos todo, lamenta César, quien critica que los bomberos llegaron tres horas más tarde. Dijeron que no encontraban la dirección y que por eso se tardaron, recuerda.

Foto: Gleybert Asencio

Junto a los bomberos llegó Protección Civil, quienes se encargaron de desalojar a algunas personas que pusieron resistencia para abandonar su casa y lo que tanto trabajo y esfuerzo ha costado.

Creo que la única que no quería salir era yo, admite Ana*. Aunque el lado donde vivía no corría mayor riesgo, no le permitieron ingresar a su hogar.

Resalta que no tiene quejas con respecto al trato por parte del personal que acudió para asistir a los habitantes del edificio. A los que eran muy mayores se los llevaron en ambulancias, los atendieron y a los otros los trasladaron a refugios, según supe.

Foto: Gleybert Asencio

Aunque la mayoría de los residentes del edificio decidieron marcharse a los lugares indicados por funcionarios de la Alcaldía del Municipio Libertador, Ana y otros vecinos optaron por quedarse hasta el último momento con la esperanza recuperar algunas cosas.

No es fácil ver cómo tumban tu hogar. No es fácil ver tus cosas caer y perderse, expresa Ana, mientras observa cómo el edificio es demolido junto a los restos que colapsaron completamente al mediodía del jueves, 27 de julio. Los escombros cayeron a la quebrada Catuche.

Foto: Gleybert Asencio

“Quedamos en la incertidumbre”

Reinaldo Simancas, presidente de la Corporación de Servicios de Distrito Capital, indicó que las 25 familias damnificadas (aproximadamente 58 personas) fueron divididas: las familias fueron llevadas a un refugio, los adultos mayores a ancianatos y los hombres a un hotel ubicado en la Candelaria.

La alcaldesa de Caracas, Carmen Meléndez, aseveró que los afectados recibirán atención y dependiendo de los casos se les asignará su vivienda sin costo alguno.

No obstante, las palabras de la alcaldesa y Simancas no tranquilizaron a César. A su juicio, Meléndez fue demasiado política y se limitó a escuchar a residentes del sector, más no a los damnificados, ni constató que los cuerpos de seguridad y rescate estuviesen haciendo bien su trabajo.

La alcaldesa dijo que se asignaría una casa, pero por otro lado una chica de la alcaldía nos dijo que nos enviarían dos meses al hotel y que en ese lapso de tiempo debíamos resolver y buscar donde irnos, dice con preocupación.
Foto: Gleybert Asencio

César vende maní en una carretilla por el centro de la ciudad capital. Asegura que en un buen mes puede percibir entre 120 y 150 dólares, lo que hasta ahora le había ayudado a costear sus gastos.

Ahora con esto no sé qué voy a hacer. Un alquiler en una habitación no baja de 100 dólares mensuales, si a eso le sumo la comida y lo que tengo que invertir para vender, no me va a dar el dinero.

Irse a casa de un familiar no es una opción debido a que su familia vive en el oriente del país. A pesar de todo agradezco que mi hermano y yo seguimos con vida, que no hubo heridos ni personas fallecidas, expresa.

Foto: Gleybert Asencio

Zona en riesgo

Los vecinos del sector aseguran que las lluvias contribuyeron a que el desastre ocurrido en el edificio ocurriera más rápido. Desde hace aproximadamente cinco meses, los trabajadores de entes gubernamentales trabajaron en el Puente Páez, a unos metros de la estructura colapsada, en donde abrieron un enorme hueco para evaluar las bases del puente y trabajar en la situación que desde hace años pone en riesgo las edificaciones construidas en las adyacencias de la quebrada Catuche.

Según declaraciones de Carmen Meléndez al canal Venezolana de Televisión, las bases del edificio cedieron por los trabajos que se hacían para evitar la caída del puente.

Los habitantes contradicen a la alcaldesa de Caracas y manifiestan su preocupación debido a que los edificios cercanos al puente pueden tener un desenlace similar. Vinieron, abrieron ese hueco, tomaron fotos y más nunca regresaron, hasta ahora, cuando ya todo pasó, comenta una residente del sector quien prefirió mantenerse en el anonimato.
Foto: Gleybert Asencio

Lo mismo asegura Reina*, quien acompañaba a su padre porque perdió todos los bienes que tenía en el edificio. Hace un año los censaron, les dijeron que había riesgo porque las bases del edificio estaban débiles y todo quedó ahí.

Por ser adulto mayor, el padre de Reina debe esperar respuestas en un ancianato. Él se niega a hacerlo porque teme que lo maltraten, que no lo dejen salir y le nieguen trabajar en su carro de perros calientes, ubicado en la esquina La Pelota de la avenida Urdaneta.

Desde el Puente Páez, el hombre de 78 años de edad, observa junto a su hija una camisa guindada en lo que era su habitación y otras cosas que ya no tiene forma de recuperar.

Foto: Gleybert Asencio
Lo peor es que hay gente que vive aquí y que todavía ni sabe que esto pasó. Hemos tratado de llamarlos y nada. Trabajan 24 por 48 y no han llegado a su casa. Imagina cuando se encuentren con esto, con que lo perdieron todo, con que ya no tienen casa, expone.

20 años sin respuestas

Desde 1999, cuando la quebrada Catuche se desbordó como consecuencia de las lluvias que provocaron el deslave en La Guaira, los vecinos que residían en el inmueble siniestrado fueron advertidos en ese entonces, con una prohibición de habitabilidad.

Ana, quien residía desde hace 45 años en la propiedad asegura que, tras el deslave, hubo promesas y censos para reubicar a las personas, pero no ocurrió. Hace un año censaron también, nos anotaron y aquí seguimos, reitera.

Ana, César y Reina, mantienen la esperanza de que esta vez el Gobierno sí les cumpla. Sabemos que las estadías en los refugios puede ser larga. Pero tenemos que pensar positivo, resalta.

(*) Se modificó el nombre por medidas de protección a la víctima.

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