Maracay. El 30 de julio de 2021, una fuerte explosión interrumpió la cotidianidad de los habitantes de la torre 3A en el complejo habitacional Madre María de San José, al sur de Maracay, estado Aragua.
Puertas, ventanas, vidrios y enseres salieron disparados desde el apartamento de planta baja donde reside la familia Laya Tachaud.
Sus tres habitantes, Elena Pedrá, Luisa Tachaud y Pedro Laya, fueron alcanzados por la onda expansiva y por las llamas que se propagaron a raíz de una presunta fuga de gas de un cilindro.
Los tres resultaron heridos, pero los de mayor gravedad fueron Elena Pedrá y Pedro Laya. Ambos presentaron quemaduras de segundo y tercer grado en el 30 y 92 % de sus cuerpos, respectivamente.
Laya, de solo 57 años, falleció cinco días después, en el Centro de Atención Integral para el Quemado, del Hospital Dr. Adolfo Prince Lara, en Puerto Cabello, estado Carabobo.
Allí fue trasladado dos días después, luego de su reclusión en un primer momento, en el Hospital Central de Maracay, en donde no existe una unidad de quemados.
“No tenían la capacidad ni lo necesario para atenderlo” cuenta Anielys Laya, aún compungida por la muerte de su padre.
La joven, hija única del matrimonio, debió recurrir entonces a las redes sociales y a los contactos cercanos, para gestionar el inmediato traslado de Pedro Laya a una unidad de quemados. Las únicas opciones cercanas eran la del Hospital Militar “Carlos Arvelo” en Caracas, Unidad de Caumatología del Hospital Coromoto de Maracaibo (Zulia) o el Centro de Atención Integral para el Quemado del Hospital “Dr. Adolfo Prince Lara”, en Puerto Cabello, estado Carabobo.
Fue difícil —según su relato— conseguir un centro de quemado que quisiera ingresarlo y que, además, contara con los equipos, el personal y los insumos.
Anielys Laya recibió el apoyo de la alcaldía de Maracay y de la Corporación de Salud del estado Aragua para trasladar a su padre.
Finalmente, fue hospitalizado en Puerto Cabello.
Revela que en esa unidad, al menos existe una médico especialista y los equipos necesarios para el tratamiento de quemaduras. Los insumos y medicamentos, en su mayoría, llegaron por donación.
Pese a la gravedad de Pedro Laya, su hija reconoce el esfuerzo y dedicación que le brindaron en esta institución de salud especializada.
“Obtuvimos la ayuda y la posibilidad de trasladarlo. Allí recibió una atención digna y eso fue mucho para nosotros, pues su condición era muy grave”, recuerda Anielys Laya.
La joven odontóloga, consciente de la cantidad de accidentes similares que han ocurrido en Aragua, resiente y lamenta que otros pacientes no puedan acceder a la atención sanitaria oportuna. Por eso, insiste en la necesidad de que se habiliten más unidades de quemados en el país.
Aún el duelo la abruma. Debe estar pendiente de su abuela y de su mamá, ambas residenciadas temporalmente en Puerto Cabello.
Y es que, Elena Pedrá, su abuela y víctima grave del siniestro, todavía recibe tratamiento por las quemaduras y debe ser sometida a una nueva operación para la reconstrucción de la piel quemada.
Sobre la reconstrucción del accidente, Anielys Laya enfatizó en que a la fecha se desconoce qué ocurrió. “Hasta el momento no sabemos qué pasó. La bombona individual que estaban utilizando dentro del apartamento quedó intacta y llena. No fue la bombona la que produjo la explosión”, repasa sorprendida.
Tampoco se conoce el resultado de la inspección y evaluación del cuerpo de bomberos del estado Aragua.
“Con todo esto no he tenido tiempo de buscar el informe de los bomberos para saber las causas de la explosión”, añade.
Su madre, Luisa Tachaud, cuyas lesiones fueron leves, tampoco recuerda con exactitud qué pasó. Hoy, rememora, una advertencia que le hizo uno de los vecinos del edificio.
“Había gas acumulado porque un vecino lo comentó, pero mi mamá realmente no le prestó mucha atención o no le entendió”.
De acuerdo con la información suministrada a Crónica.Uno por varios vecinos del urbanismo, el día anterior a la explosión, aproximadamente a las 5:00 de la tarde del viernes 30 de julio, la empresa distribuidora de gas doméstico, Bitagas, fue al conjunto a la residencial para surtir a la torre 3 A, en donde los residentes llevaban varias semanas sin el servicio de gas doméstico por tuberías.
“Mi mamá había cocinado una hora antes y no había pasado nada. El suministro hecho por la empresa fue antes del accidente”, confirma Anielys Laya, basada en los pocos datos que su madre recuerda y lo que su papá logró contarle antes de morir.
Para la hija de Pedro Laya, aún todo resulta muy confuso.
La bombona está intacta, reitera, e incluso quedó llena después del siniestro. “No sabemos si la fuga vino, entonces, de la tubería de gas del edificio”.
Pese al fallecimiento de su padre, Anielys Laya agradece todo el apoyo que recibió la familia.
“No solo por los donativos e insumos que mis padres y mi abuela necesitaron, sino también por las oraciones y la solidaridad que recibimos de gente inclusive, que ni siquiera conocemos”, expresa.
Textos: Celina Carquez, María Victoria Fermín, Betania Franquis, Omarela Depablos, Leomara Cárdenas, Gregoria Díaz, Yelitza Figueroa y Natacha Sánchez.
Investigación: Shaylim Valderrama, Betania Franquis, Omarela Depablos y María Victoria Fermín (Caracas), Gregoria Díaz (Aragua), Natacha Sánchez (Monagas), Yelitza Figueroa (Lara), Leomara Cárdenas (Carabobo), José Camacho (Anzoátegui), Sulay García (Apure), Jhoalys Siverio (Bolívar), Mónica Salazar (Sucre), Ana Fabiola Barrera (Táchira), Rafael Lastra (Vargas) y Mariela Nava (Zulia).
Edición de textos: Jesús Barreto.
Diseño e infografías: Juan Carlos Hernández.
Fotos y videos: Gleybert Asensio, Leomara Cárdenas, Gregoria Díaz, Yelitza Figueroa, Enzo Manzanares y Natacha Sánchez.
Coordinación editorial: María Victoria Fermín.
Dirección general: Celina Carquez.
Consultor editorial: David González.
Publicado el 16 de diciembre de 2021