Hoy se cumple un año del accidente de Caño de los Becerros en el que murieron nueve personas y otras 36 quedaron heridas luego de que explotaran 161 cilindros de gas de la empresa Gasmaca. Cuando ocurrió el hecho la compañía pública era dirigida por Luisana Betancor, una joven que fue designada en la presidencia a los 28 años de edad, después de un intento fallido de ser Miss Bolívar

En los hospitales del país, el déficit de unidades de quemados compromete la atención al paciente en estado crítico. La creciente incidencia de explosiones de bombonas de gas doméstico pone en relieve las trabas que los lesionados y sus familiares deben sortear para tener asistencia médica en salas que no reúnen las condiciones mínimas para garantizar cuidados intensivos, lo que agudiza el sufrimiento de los afectados

Las unidades de caumatología en Venezuela son otro grito que nadie oye

En los hospitales del país, el déficit de unidades de quemados compromete la atención al paciente en estado crítico. La creciente incidencia de explosiones de bombonas de gas doméstico pone en relieve las trabas que los lesionados y sus familiares deben sortear para tener asistencia médica en salas que no reúnen las condiciones mínimas para garantizar cuidados intensivos, lo que agudiza el sufrimiento de los afectados

Wuilian Mendoza, un guardaparques de 36 años de edad, siente pánico al oír la palabra “bombona”. Mirar las cicatrices en su cara, brazos y piernas lo hacen revivir el accidente que sufrió cuando un cilindro de gas doméstico explotó en su casa ubicada en el sector El Cabojate de Los Teques, estado Miranda.

El día de la tragedia, que ocurrió en noviembre de 2021, prendió la cocina para prepararse algo de comer. En segundos, una chispa provocó la explosión que le dejó quemaduras de segundo y tercer grado en casi el 50 % de su cuerpo. Un técnico de Pdvsa Gas le diría semanas después, durante una visita a su hogar, que la bombona tenía una fuga. A Wuilian lo llevaron de inmediato al hospital más cercano: el Victorino Santaella, aunque ahí no había un servicio especializado para tratarlo. Permaneció internado 15 días en una sala de urgencias sin ventilación

Las quemaduras de segundo grado en más de 25 % de la superficie corporal en una persona adulta ameritan ser atendidas en una unidad de quemados o unidad de caumatología, según advierte la clasificación de la Asociación Estadounidense de Quemaduras (ABA por sus siglas en inglés). En Venezuela, sin embargo, existe una falla estructural de estos servicios.

Estas carencias persisten aun cuando en el país las quemaduras son consideradas un problema de salud pública. Fuentes consultadas por Crónica.Uno explican que esto se debe, en parte, al gran porcentaje de viviendas improvisadas construidas sin medidas de seguridad en el manejo de instalaciones eléctricas y del gas; y a que por tratarse de un país petrolero, predomina la manipulación de químicos procesados a altas temperaturas. 

En un monitoreo realizado entre el 7 y el 22 de febrero pasado, Crónica.Uno identificó 11 hospitales en el país que señalan tener unidades de caumatología, cuatro ubicados en Caracas y otros siete en el interior del país. Trabajadores de estos centros reportan que su operatividad se ha visto afectada por falta de camas, de personal e insumos. Los especialistas consultados advierten que, de las 11, solo una unidad ubicada en el Zulia funciona realmente como un servicio especializado. 

Ante la ausencia de información actualizada sobre cuántas camas hay en Venezuela para la atención del paciente quemado, el último dato oficial disponible revela un déficit de entre el 86,5 % y el 92,2 % a las recomendaciones que han hecho los expertos. Familiares de los heridos advierten que obtener un cupo en las unidades de caumatología es un desafío, sin contar el traslado en caso de que el paciente no viva en una región del país que cuente con una unidad de quemados. A esto se suma que deben costear los materiales y medicinas esenciales para el tratamiento, que escasean en los hospitales. 

Aunque el Estado ha prometido remodelaciones y ampliaciones de estos servicios para los quemados, muchos proyectos no se han concretado. Otra realidad desalentadora es la carencia de equipos que permita aplicar técnicas innovadoras para la cirugía plástica reconstructiva, que mejoren la calidad de vida de quienes han sufrido estas heridas. 

La debilidad del sistema público de salud en esta área resurge como una preocupación frente a un incremento de las explosiones por cilindros de gas dentro de las viviendas en el país. Así lo reveló la investigación Quemados de Crónica.Uno, que analizó los anuarios de Mortalidad entre 1996 y 2016: en los primeros siete años de la serie, las muertes por esa causa representaron 45,9 % del total, pero el porcentaje saltó a 76,7 % en la etapa comprendida entre 2010 y 2016. 

La investigación también contabilizó que desde 2019 hasta el 15 de mayo de 2022 hubo al menos 148 heridos y 40 fallecidos producto de accidentes con cilindros, en un contexto de denuncias sobre falta de mantenimiento y reemplazo de bombonas, y en el que la distribución de cilindros se asignó a organizaciones comunitarias y partidistas, que han manifestado su temor por no haber recibido la capacitación adecuada. 

Crónica.Uno intentó obtener datos oficiales sobre las condiciones de las unidades de caumatología en el país, por lo que el 5 de febrero pasado realizó peticiones de información pública al despacho del entonces ministro de Salud, Carlos Alvarado y a la oficina del viceministro Armando Marin. Tras el nombramiento de Magaly Gutiérrez Viña como ministra de esa cartera, se le hizo llegar una nueva carta. A la fecha de esta publicación no se ha obtenido respuesta. 

Sin suficientes camas

En la actualidad se desconoce cuál es la capacidad instalada para atender a pacientes quemados en la red pública de salud. Según el mandatario Nicolás Maduro, para abril de 2020, Venezuela tenía 27.780 camas hospitalarias. Sin embargo, en ese entonces no detalló su distribución por especialidad, por hospital o siquiera por región. La información tampoco está desagregada en la última memoria y cuenta disponible del Ministerio de Salud. 

La Asociación Venezolana de Quemaduras (AVQ), una organización que fue conformada por especialistas en el área de la cirugía plástica, afirmaba en 2007 que el país necesitaba alrededor de 400 camas para tratar al paciente quemado: 100 para cuidados intensivos y 300 para el tratamiento de lesiones moderadas. La organización sugería al Estado que al menos la mitad de las camas para cuidados intensivos para los quemados fueran distribuidas en las áreas de terapia de los hospitales tipo IV del país. 

En noviembre de 2011, el jefe del Laboratorio de Cultivo de Tejidos y Biología de Tumores del Instituto de Biología Experimental de la UCV, Francisco Arvelo, indicó que “como política de salud y de acuerdo a los estándares mundiales, debía preverse una cama de hospitalización para quemados por cada 30.000 habitantes”, por lo que dijo que “en Venezuela se requerirían aproximadamente unas 700 en las unidades de quemados”. Esto de acuerdo a un artículo publicado en la revista especializada Piel Latinoamérica

Un año después, en 2012, durante la inauguración de la Unidad de Quemados en el hospital Dr. Jesús Yerena en Lídice, la entonces ministra de Salud, Eugenia Sader, declaró que en todo el país se contaban solo con “54 camas para atender a pacientes con quemaduras”. La cifra representaba un déficit de 86,5 % respecto a la recomendación de la AVQ y de 92,2 % de acuerdo a la cifra de camas sugerida por Francisco Arvelo. 

Junto con su equipo de corresponsales, Crónica.Uno entrevistó a trabajadores de 10 hospitales con unidades de caumatología sobre la cantidad de camas disponibles. Solo ocho respondieron: el Adolfo Prince Lara (Carabobo), el Antonio María Pineda (Lara), el hospital pediátrico Niño Jesús (Yaracuy), el hospital Central de San Cristóbal (Táchira), el hospital Ruiz y Páez (Bolívar), el hospital Coromoto (Zulia), el hospital Militar Dr. Carlos Arvelo y el hospital pediátrico José Manuel de los Ríos (Caracas). Con los datos suministrados se contabilizaron para febrero de 2022 que había una capacidad instalada de al menos 74 camas para la atención de pacientes con quemaduras.  

Para el secretario general de la Academia Nacional de Medicina, Huníades Urbina, el país debería contar con una unidad de caumatología en cada uno de los 21 hospitales tipo IV del territorio o mínimo “contar con una en cada región”.

Ante la falta de políticas destinadas a las áreas de caumatología, un grupo de médicos especialistas habían creado una red entre los hospitales. “Era para tomar decisiones dependiendo de si teníamos cupo en uno u otro servicio, de las condiciones del paciente y todo eso. Más bien se trataba de evitar que el paciente fuera ruleteado porque los pacientes, sobre todo los grandes quemados, son más proclives a descompensarse si lo llevas de un lado para el otro sin la debida atención”, cuenta una fuente que pidió mantener su nombre en reserva. Sin embargo, con la llegada de la COVID-19 el panorama se complicó más porque los recursos fueron destinados principalmente a la atención de la pandemia.

Mover influencias por un cupo

El 26 de febrero pasado, Anthony* y su hijo Miguel*, de 16 años de edad, regresaban a casa tras concretar la compra de una camioneta de pasajeros. A mitad de camino, cuando se trasladaban por la encrucijada de Palo Negro en Maracay, estado Aragua, el vehículo dejó de funcionar. 

“Mi esposo, que era transportista, se puso a revisarlo, pero del carburador comenzó a salir candela. Cerca había una garrafa de gasolina de dos litros y como la llama que salió del carburador era grande hubo una explosión masiva. Los dos se quemaron”, relató su esposa, Ana Moreno*, estudiante de Enfermería.  

Ambos fueron trasladados de emergencia al Hospital Central de Maracay, que tampoco cuenta con una unidad de caumatología, aún cuando en enero de 2020 el personal demandaba con urgencia que fuese habilitado este servicio luego de que ocurriera el incendio del cañaveral en Cagua.

Miguel sufrió quemaduras en las manos, los brazos y una pierna. Anthony, de 47 años, presentó quemaduras de tercer grado en 75 % de su superficie corporal. Personal del centro de salud advirtió a Ana que la falta de ventilación adecuada los exponía a riesgo de contaminación.  

La familia necesitó de la gestión de un alto funcionario del Gobierno para concretar el traslado de su marido a la unidad de caumatología del Hospital La Coromoto. “Mi marido estuvo sancochándose casi dos días hasta que el Ministerio de Transporte gestionó su traslado en una aereoambulancia”. Aunque el ente asumió los gastos de los medicamentos y materiales, Anthony padeció una falla renal, entró en paro y murió el jueves 3 de marzo.

La dificultad para acceder a un cupo en una unidad de quemados no parece ser un hecho aislado. Una situación similar vivió Luis Castro cuando, en septiembre de 2021, su sobrina de 15 años de edad sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en 80 % de su cuerpo por la explosión de una bombona de gas. 

Él pidió ayuda en Twitter. Publicó varios mensajes en la red social etiquetando al presidente Nicolás Maduro. Solicitaba apoyo para que a la adolescente le dieran un cupo en el Hospital Militar de Caracas, uno de los cuatro centros asistenciales en la capital que cuentan con una unidad de caumatología.

Pese a la gravedad de las lesiones de la adolescente, la familia no había podido conseguir que la atendieran en una unidad especializada. Solo luego de la intervención del gobernador del estado Sucre, Gilberto Pinto, lograron trasladar a la adolescente en una aeroambulancia a la unidad de quemados del hospital La Coromoto en Maracaibo, estado Zulia. A los minutos de ingresar, la joven falleció. La familia argumenta que hubo negligencia.

Escasez de recursos

La piel tiene múltiples funciones como defender al organismo de infecciones, impedir la pérdida de agua y fluidos, y regular la temperatura corporal, explica el Dr. Carlos Ortega Plata, miembro de la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica. Una quemadura de gran extensión y profundidad se considera una lesión grave y de alto riesgo porque puede impedir estos procesos o funciones vitales. 

Las primeras 24 a 48 horas son decisivas para un paciente quemado en estado crítico, ya que es prioritario prevenir infecciones, explicó a Crónica.Uno un médico especialista en cirugía plástica del Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo. 

El tratamiento que reciben es clave y ahí entra uno de los principales retos que enfrentan los familiares de un paciente: en las redes sociales son numerosas las solicitudes de auxilio para conseguir y poder acceder a insumos y medicamentos para las quemaduras y sus secuelas, que escasean en los hospitales. 

Entre los fármacos y materiales más solicitados figuran la lidocaína, los antibióticos como vancomicina, la sulfadiacina o niacina de plata, vendaje de gasa estéril, analgésicos, venda elástica, apósitos hidrocoloides, y cloruro de potasio. Muchos de estos insumos integran la lista de medicamentos esenciales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como prioritarios para cubrir las necesidades de la población.

Ana Moreno se quedó sin ahorros y tuvo que vender sus pertenencias para el tratamiento médico de su ahora difunto esposo y su hijo. “Quedé sin dinero porque las gasas, las vendas, el jabón, los antibióticos, cremas, suero, champú, los tuve que comprar yo… Un solo frasco de aceite de ozono para hacerle curas por dos días me cuesta 35 dólares”.

Sin la aplicación oportuna de antibióticos y de los vendajes para realizar la primera cura el riesgo de sufrir una sepsis o un síndrome de falla multiorgánica, como consecuencia de una infección, se multiplica. El paciente puede tener alteraciones hepáticas, pulmonares, neurológicas y renales. “Por eso es importante en el tratamiento con estos pacientes retirar las escaras y el tejido muerto, es decir, hacer una escisión temprana”, indicó un miembro del personal de salud del hospital Militar.  

A largo plazo, las secuelas pueden limitar la movilidad de la persona. El médico Carlos Ortega Plata explica que desarrollar un queloide (hinchazón de la piel, fibrosa y alargada, que aparece sobre todo en las cicatrices) en la cara o rodillas a causa de una quemadura puede alterar la función normal de estas áreas de por vida. Por lo que es indispensable evitar exponerse a los factores de riesgo. Aunque todas las quemaduras ameritan atención, el especialista señala que el dolor y las complicaciones dependen del tipo de quemadura y su extensión. 

Pese a que las causas de las quemaduras son múltiples, en los últimos años ha causado alerta entre los especialistas las provocadas por explosiones de bombonas de gas. El especialista recomienda a las personas asegurarse de que los cilindros de gas poseen válvulas de seguridad en buen estado y evitar que los niños y jóvenes permanezcan mucho tiempo en la cocina. “En los ranchitos más humildes, el manejo de gas ha dejado muchas víctimas. Las quemaduras son un problema de salud pública”, enfatiza. 

“El Estado no ha mostrado un interés de abocarse en pro del paciente quemado. Tampoco hay campañas públicas de prevención en las escuelas. Nosotros impartíamos algunos cursos, pero estos se pararon a causa de la pandemia y esperamos retomarlos. La comunicación con el Estado es epiléptica, de repente se interesan, pero nunca se concreta nada”, señaló una especialista de la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica.

Proyectos en papel

En la planta baja del hospital Central Antonio María Pineda, ubicado en Barquisimeto, estado Lara, están a la vista los cimientos de un trabajo de ampliación que está en construcción desde hace 13 años. El equipo de Crónica.Uno constató a través de un reporteo que la estructura, que aún no está culminada, forma parte de un área de baño anexa a la sala de quemados. En este recinto el servicio para los pacientes quemados funciona a medias con cuatro camas. Aunque en el año 2009 el Gobierno anunció un proyecto de restauración para incorporar ocho camas y mejorar la atención, dicho plan nunca se ejecutó. 

En enero de 2018 el entonces ministro de salud, Luis Lopez, anunció a través de su cuenta en Twitter la remodelación de la unidad de quemados del hospital de Niños José Manuel de los Ríos. A siete meses de inaugurarla, esta se encontraba inoperativa porque no contaba con especialistas suficientes ni con los equipos necesarios para hacer monitoreo de los signos vitales, exámenes de laboratorio ni rayos X. Han pasado cuatro años y el personal de salud de la institución asegura que las fallas se han agudizado. Dos empleados explicaron que la unidad de quemados con capacidad para cuatro pacientes pediátricos fue habilitada para atender los casos de COVID-19. Hasta el momento no hay anuncios de nuevas mejoras dirigidas a reabrir o dotar la sala.

En una transmisión por el canal del Estado, Venezolana de Televisión, en diciembre de 2020, el entonces ministro de Salud, Carlos Alvarado, se reunió con el embajador de Turquía, Şevki Mütevellioğlu, para mostrar la rehabilitación del servicio de quemados del hospital Dr. Jesús Yerena. El funcionario aseguraba que la dotación de equipamiento por parte del gobierno turco incluía equipos para quirófano, laringoscopio y diferentes artefactos para cirugía plástica. Sin embargo, en septiembre de 2021, familiares de pacientes recluidos en el hospital denunciaron a los medios que las salas de cuidados intensivos de la unidad de quemados carecían de ventilación y agua para atender a los hospitalizados.

En Caracas, los especialistas consultados para este trabajo cuentan que les toca improvisar cuando reciben a una persona con quemaduras de segundo y tercer grado. Una fuente vinculada al hospital militar Dr. Carlos Arvelo relató que la unidad de quemados permanece cerrada cuando el aire acondicionado está dañado porque la falta de ventilación dificulta la recuperación de los pacientes. Tampoco disponen de los equipos para hacer las limpiezas quirúrgicas porque están en reparación.

La fuente señala que el personal se las ingenia para extraer los injertos de piel con un solo aparato denominado dermatomo manual. Esto debido a que el Banco de Piel, indispensable para preservar los tejidos, no está operativo desde hace años. Lo que implica que deben separar los fragmentos de piel con el tiempo contado antes de que se dañen y las heridas de los afectados queden expuestas.

Lejos de la innovación

Un artículo publicado en la revista Tendencia (2008) recoge que la cirugía plástica como parte del cuidado al paciente quemado era casi desconocida en el país hasta que al doctor Rafael Sotos Matos le fue otorgada una beca para estudiar esa especialidad en la Universidad de Texas, en Estados Unidos. 

A su retorno en 1957, Sotos Matos logró establecer su consultorio de atención en el hospital Universitario de Maracaibo, donde realizó con éxito las primeras cirugías de reconstrucción en personas con secuelas de  quemaduras. Sus labores como pionero en este campo de la medicina sentaron las bases de los avances logrados con la inauguración de la unidad de quemados del hospital La Coromoto de Maracaibo el 7 de noviembre de 1987. 

Desde entonces, aunque otras diez áreas han sido abiertas para atender a este tipo de pacientes en distintas regiones del país, ninguna ha logrado  igualarla en renombre y la innovación parece haberse estancado.

En el hospital Militar Carlos Arvelo, uno de los cuatro en Caracas que tiene servicio de caumatología, no se están realizando injertos de piel porque el Banco de Piel no está operativo. “Tenemos muy poco tiempo para hacer los injertos autólogos con la misma piel del paciente antes de que el tejido se dañe, porque dependiendo de la técnica y el medio que se utilice para hacer los injertos se necesita de criogenización o aplicación de alcohol y eso lo tenemos impedido en este momento”, relató una fuente de la institución. 

Agregó que los tratamientos de regeneración de piel con células madre también son una deuda pendiente en el hospital porque esa tecnología es avanzada y costosa y no poseen los recursos necesarios. 

Aunque se han hecho propuestas para mejorar la calidad de vida y la apariencia de estos pacientes, algunos de estos planes han sido olvidados. Una búsqueda en la web arroja algunos resultados que permiten dar seguimiento a estos programas presentados y financiados por el Ejecutivo.

Una nota de prensa publicada por el Ministerio de Comunicación reseña que en 2006 el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación financió un proyecto para elaborar fármacos destinados a tratar las quemaduras con materiales sustitutivos de la piel perdida, los cuales serían usados en los centros asistenciales y clínicas. La información refiere que “el desarrollo de piel artificial humana constituye un reto para garantizar trasplantes de piel quemada”.

Más recientemente, en septiembre de 2021, la Unidad de Terapia Celular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), anunció que aplicaría una terapia celular de regeneración de huesos y piel desde sus laboratorios para llevarlos a las unidades de quemados en los hospitales del país. Carlos Ortega Plata, miembro de la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica y especialista en el manejo de quemaduras, explicó que pese a los grandes esfuerzos que hacen los científicos, estas técnicas aún se encuentran en fase de estudio para emplearlas a futuro.

La esperanza de médicos y biólogos es que estas células provenientes de la grasa puedan producir piel, lo cual sería una alternativa para quienes presentan cicatrices y marcas asociadas a las quemaduras. Otros tratamientos incluyen el uso del láser y procedimientos quirúrgicos que eliminan las retracciones de la piel para colocar injertos. “En otras naciones los hospitales cuentan con láser, pero eso cuesta miles de dólares. En Venezuela muchas de estas alternativas están apenas comenzando. En comparación con otros países estamos en desventaja”. 

 

*Los nombres fueron cambiados a petición de los entrevistados

Quemados

Textos: Celina Carquez, María Victoria Fermín, Betania Franquis, Omarela Depablos, Leomara Cárdenas, Gregoria Díaz, Yelitza Figueroa y Natacha Sánchez.

Investigación: Shaylim Valderrama, Betania Franquis, Omarela Depablos y María Victoria Fermín (Caracas), Gregoria Díaz (Aragua), Natacha Sánchez (Monagas), Yelitza Figueroa (Lara), Leomara Cárdenas (Carabobo), José Camacho (Anzoátegui), Sulay García (Apure), Jhoalys Siverio (Bolívar), Mónica Salazar (Sucre), Ana Fabiola Barrera (Táchira), Rafael Lastra (Vargas) y Mariela Nava (Zulia).

Edición de textos: Jesús Barreto.

Diseño e infografías: Juan Carlos Hernández.

Fotos y videos: Gleybert Asensio, Leomara Cárdenas, Gregoria Díaz, Yelitza Figueroa, Enzo Manzanares y Natacha Sánchez.

Coordinación editorial: María Victoria Fermín.

Dirección general: Celina Carquez.

Consultor editorial: David González.

Publicado el 16 de diciembre de 2021

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