David vive en el campus Maracay de la UCV para no abandonar sus estudios

UCV Maracay

Al estudiante de Agronomía se le complica pagar una residencia debido a las altas mensualidades. Otros estudiantes también sufren por los costos de manutención.

Maracay. David Delgado es estudiante de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Maracay. Es oriundo de Guarenas, estado Miranda. Debido a la lejanía entre ambos estados y el alto costo de una residencia decidió vivir en el campus para no abandonar la carrera.

El joven de 18 años comenzó sus estudios superiores el 19 de febrero de este año. El primer mes pudo costear una residencia con ayuda de su madre, quien busco una solución para que su hijo no viajará por más de cinco horas entre Miranda y Aragua.

“Mi mamá hizo el sacrificio para pagarme una residencia. Me iba a quedar por dos meses, pero al final solo pudimos pagar uno con $120”.

David pensaba congelar la carrera por no tener el dinero suficiente para continuar con sus estudios. Sin embargo, conoce a un grupo de estudiantes que lo incentivaron a quedarse en el campus Maracay.

UCV Maracay
Estudiantes del campus Maracay de la UCV intentan no abandonar la carrera por los altos costos de las residencias. | Foto Glenn Requena

La habitación donde duerme, a pocos metros del Centro de Estudiantes de Ingeniería Agronómica, cuenta con baño y agua, cama y una cocina. También tiene una bombona de gas, pero le falta el regulador y la manguera.

Esta semana llegó una cama nueva en caso de que vengan más estudiantes”, expresa el joven.

Su mamá, quien es jubilada, es un pilar fundamental para que David continúe la carrera. Lo ayuda con los productos de aseo personal y el mercado.

El bachiller siente el respaldo de las autoridades universitarias, quienes todavía no le han reclamado por vivir en el campus. Lo toman como una buena iniciativa para no abandonar la carrera.

No hay comentarios fuera de lugar. Ellos ven que sí me gusta la carrera y que quiero seguir estudiando”, comenta David.

Su amor por la agronomía es de años. Tiene vida en el campo gracias a una de sus abuelas, por lo que quiere ya culminar sus estudios a pesar que arrancó su formación universitaria este año.

Vivir lejos

Muchos de los estudiantes de la UCV, en Maracay, no son de Aragua, por lo que deben vivir en residencias. Luis García es de La Guaira y está en el cuarto semestre de la Facultad de Agronomía.

El joven hasta los momentos está residenciado en el urbanismo Arsenal, en el municipio Mario Briceño Iragorry (MBI), a unos cuatro kilómetros de la universidad. Sin embargo, se mudará cerca del Terminal Central de Maracay, un sector más retirado de la casa de estudios.

Debo ir a la universidad todos los días. En el proceso de mudanza espero que no se me haga difícil llegar, calculo que no me voy a complicar porque estaré cerca del terminal y tengo la ruta estudiantil cerca”, indica.

Espera que la ruta estudiantil se mantenga activa cuando ya se haya mudado. No obstante, tiene cerca el puerto terrestre, por lo que tiene alternativas para llegar a clases.

“Como estudiante puedo cancelar la mitad del pasaje. Creo que gastaría diario 20 bolívares si la ruta estudiantil no está activa”.

Luis asegura que se muda de residencia por el costo de las mensualidades, ya que no trabaja y solo tiene el apoyo de sus padres.

“No tengo el capital para pagar el mes, lo que piden adelantado, el canon y el contrato. Con la residencia que voy a cancelar ahorita son $80 mensuales”, explica.

Pasaje pega en el bolsillo

Ángel Villalobos es otro estudiante que no es de Aragua. Vive en Mariara, estado Carabobo. Para llegar a la UCV hace un gasto de al menos 125 bolívares semanal en transporte.

El pasaje completo de Mariara a Maracay son 25 bolívares, pero muestro el carnet y pago la mitad”, precisa.

Pese a este beneficio, Ángel trata de terminar sus clases lo más temprano posible porque la ruta de Mariara trabaja entre 6:00 y 7:00 p. m. Cuando termina tarde sus actividades se ha visto obligado a quedarse en el campus para no pagar tres dólares en un carro por puesto.

“A veces se sale tarde por las prácticas y prefiero quedarme durmiendo en la universidad. También me he quedado en casa de un compañero de clases. Lo hacemos para ahorrar pasaje y algunas veces por seguridad”, destaca.

Profesores del campus Maracay de la UCV se mantienen en las aulas a pesar de los bajos sueldos. | Foto Glenn Requena
Profesores por vocación

Las facultades de Ciencias Veterinarias y Agronomía no escapan de la crisis universitaria en el país. Los profesores cobran salarios que no les permiten cubrir sus necesidades, pero se mantienen en las aulas para formar a las nuevas generaciones.

“Me mantengo allí simplemente por amor. Es demasiado hermoso contribuir con la formación de profesionales de tercer y cuarto nivel”, destaca Bexy Rojas, profesora con 23 años de experiencia.

Considera que su sueldo “da risa” para el que lo escucha y “ganas de llorar” para quien lo gana. Cobra cerca de los $60 y debe hacer un gasto de al menos $40 en gasolina y el resto trata de distribuirlo en mercado y gastos personales.

Me alimento principalmente con los productos del Clap y un pequeño aporte que recibo mensual. No dispongo para comprar ropa, calzados, ir al cine o comprarme un helado, por decir algo. Esos son lujos para mí”.

Adriana Núñez, decana de la Facultad de Ciencias Veterinarias, indica que la carrera tiene un déficit de profesores. Hay cátedras que son cubiertas por los profesionales de planta o con el apoyo de investigadores y docentes jubilados.

“Nuestra población de profesores es menos de 50, cuando en nuestro mejor momento hace años tuvimos como 150”.

Por su parte, la Facultad de Agronomía tiene una mayor población de profesores. Hasta hace meses eran 180, pero ahora la cifra alcanza los 220 entre docentes, auxiliares e instructores, así lo puntualiza la decana Aída Ortiz.

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