Tierra Viva arma un catálogo de 82 semillas para reforestar los cerros de Valencia

semillas

Las semillas están catalogadas por su capacidad de crecimiento, necesidad de agua y períodos de floración, lo que permite una mejor gestión.

Valencia. 82 tipos de semillas reposan en un catálogo armado por la fundación Tierra Viva. Desde los tiempos de la pandemia lo han ido formando como una estrategia para reforestar los cerros de Valencia.

Las áreas que se reforestarán son aquellas que fueron afectadas por los incendios del primer semestre de 2024, principalmente el del Parque Municipal Casupo que, según expertos, abarcó 70 % del terreno.

Con la llegada de las lluvias los cerros reverdecieron. Pero la tierra y árboles dañados ya sufrieron los efectos del fuego, explica el biólogo y representante de Tierra Viva, Eduardo Irigoyen.

El fuego tiene un efecto que degrada la calidad del suelo. Lo que se traduce en menos fertilidad. Por eso es importante que las especies de semillas que se planten tengan un efecto más veloz para recuperar ese suelo.

Irigoyen explica que al menos 95 % de las especies son autóctonas y el restante es exótico. Este último requiere sumo cuidado para no generar una infestación. 

La reforestación

El catálogo en cuestión se encuentra plasmado en una lámina rectangular en papel glassé con muchos colores; fácil de entender para todos.

El cuadro se subdivide en nombre científico, nombre con el que popularmente se le conoce, velocidad de crecimiento, si necesita mucha o poca agua y las épocas de floración.

Estos datos definen el esquema de reforestación. “No es plantar una semilla y ya”. Dice Irigoyen, quien sabe que no todos los árboles generan los mismos beneficios. El tiempo es vital. 

En los últimos 50 años, El Casupo ha atravesado varios procesos de reforestación, de mano del Estado, de empresas privadas como EPA y, por supuesto, de ONG dedicadas al ambientalismo. Tierra Viva aún no opera en los cerros valencianos, pero esta preparándose para ello. Su antesala son los cerros de Canoabo, en el municipio Bejuma.

El aporte económico es lo que falta, puesto que hay que comprar semillas o en su defecto conseguirlas por la vía natural.

Biólogos como Luis Cornejo participaron en las reforestaciones de los últimos 20 años y ellos elaboraron una triada que ayudó a recuperar los suelos y a crear un bosque más frondoso y beneficioso para todas las especies que habitan en El Casupo.

La triada perfecta

La triada reportada está compuesta por tres árboles más uno y es muy factible que sea el que apliquen en El Casupo. Se trata de la pesgua índica, exótica, merey, mata ratón y el yagrumo.

El yagrumo se agrega a la ecuación porque se da muy bien en las zonas degradadas, explica Irigoyen, quien conoce los aportes de este árbol.

Otros árboles que podrían ser utilizados serían el chaparro manteco y el chaparro criollo. “Aguantan la pela de la sequía”.

Estas zonas con suelo empobrecido se evidencian por su color. Un suelo bueno debe tener un ph neutro y una composición de arena, limos y arcilla cada una al 33 % por igual, más la materia orgánica que le aporta el color negro que caracteriza a la tierra fértil, describe Irigoyen. Esta materia orgánica la aporta la hojarasca.

Pero hay que puntualizar que hojarasca no es lo mismo que sotobosque. “Esa es la capa más baja de vegetación”., 

La reforestación pasa por varias etapas. “Algunos árboles son efímeros”. En temas de árboles ser efímero es una duración de 1 año hasta 30 años, luego continúan los que rondan entre 40 a 50 y después de 60 hasta 200 años.

Ecosocial

Entender todo este proceso requiere conocer las características de El Casupo, que forma parte del valle de Valencia, caracterizado como rico y exuberante en vegetación, pero con climas semi amazónicos y semi secos. 

Por esto la cima de El Casupo es predominantemente seca y con pocos árboles. Luego en sus faldas hay más vegetación como efecto de los cuatro ríos que cruzan el cerro.

Aunque no es lo único necesario. Irigoyen divide el proceso de reforestación en dos: ecológico y social. El primero es importante, pero no tanto como el social.

“Todo el mundo sabe plantar una semilla, pero hacerlo no significa plantarlo bien”, dice Irigoyen, consciente de que el compromiso de ellos es también educar a las comunidades para que se integren al proceso. “Nos interesa el cómo se hace. La forma y el fondo”.

La idea de Irigoyen es lograr plantar entre 500 y 1000 semillas para hablar de una reforestación masiva. Aunque muchos quieren que se reforeste la cima, eso es un error. El protocolo indica que se debe trabajar por un esquema de parques.

“Comienzas a plantar donde hay vegetación y vas extendiendo a zonas más desprovistas hasta llegar a otro parche”, dijo.

Recuperar los bosques de El Casupo es vital, no solo por ser el pulmón de Valencia, sino porque es la última fuente de agua limpia de la parroquia San José.


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