Asdrúbal Oliveros: Cada día que pasa Maduro en el poder, la crisis empeora

El economista y director de la firma Ecoanalítica señala que el efecto más perverso de la hiperinflación es el empobrecimiento y eso exacerba la dependencia del Estado. Estima que por la aceleración de los precios el poder adquisitivo retrocedió 60 %. Proyecta que la producción petrolera estará en un millón de barriles diarios.

Caracas. En este 2018 la crisis se ha profundizado, con lo cual los venezolanos enfrentan problemas de abastecimiento y una hiperinflación que pulveriza sus ingresos. El economista y director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, detalla que solo en el primer trimestre del año la economía retrocedió 20 % y la inflación mensual promedio ha sido 92 %, lo que ha generado más empobrecimiento.

El analista —quien en Twitter suele explicar con paciencia las consecuencias de las políticas oficiales— apunta que el panorama es complicado para el resto del año debido a que el Gobierno seguirá imponiendo restricciones, la producción petrolera se mantendrá en declive, a lo que se sumará un mayor aislamiento y demandas.

¿Cómo ha sido el deterioro en lo que va de 2018?

—El comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido más negativo. La contracción del primer trimestre puede estar en 20 % cuando en el mismo período de 2017 fue 15 %, lo que evidencia que se profundizó la caída. Estamos en hiperinflación, la tasa promedio mensual fue 92 %, prácticamente tres veces las tasa de hace un año.

El Gobierno se encuentra más aislado por el default, y además hay una caída de la producción petrolera y un colapso de los servicios públicos que es estructural, pues ya no es solo la electricidad es el transporte, agua y la telefonía, lo que afecta los procesos productivos y la cotidianeidad de la gente. Ya las empresas no solo lidian con las fiscalizaciones, controles, ausencia de materia prima, alza de los insumos, la no liquidación de los dólares, sino también tienen que buscar vías para poder retener talento. Es un cuadro más agresivo de la crisis. Cada día que pasa Nicolás Maduro en el poder, la crisis empeora. Su gobierno es muy costoso en términos de bienestar y no se ven cambios en el horizonte.

Con una crisis que se agudiza, ¿por qué no se ejecutan acciones para la recuperación? ¿Influyen los grupos de poder? ¿Es incompetencia? ¿Es mezcla de factores?

—Hay mezcla de factores. El primero es la tozudez ideológica, existe mucha resistencia al cambio, al pragmatismo. El segundo es la economía política, la manera en que Maduro se relaciona con los diferentes grupos de poder del chavismo. Esos grupos respondían al liderazgo de Hugo Chávez, con Maduro es diferente y aunque ha venido ganando control, estos grupos tienen cierto grado de independencia y muchas de las distorsiones son prebendas para los grupos de poder como la distorsión cambiaria, el manejo de las importaciones, la estructura de controles, el mercado de combustible y las empresas públicas. Alrededor de eso, hay grupos de poder en manos de civiles y militares. Y el tercer factor es que cualquier señal de apertura implica ceder poder y este es un Gobierno que no da concesiones políticas, porque pone en peligro su permanencia en el poder.

Más allá de los factores que inciden en la falta de acciones, cuando el Gobierno no ejecuta medidas ¿podría estar utilizando la crisis para que los ciudadanos sean más dependientes del Estado?

—Para retener el poder se pasa por una política de control social y clientelar, y en un contexto de hiperinflación, con empobrecimiento de los ciudadanos y disminución del sector privado, se exacerba la dependencia al Estado, al partido. Eso es fundamental para retrasar cualquier cambio político. Tenemos ocho meses con hiperinflación, y el Gobierno nunca habla del tema, esa palabra no existe, no hay acciones de política para atacar el problema. El efecto más perverso de la hiperinflación es el empobrecimiento y el empobrecimiento exacerba la dependencia. Todo ciudadano o trabajador con sueldo en bolívares está en riesgo en hiperinflación. Aunque hoy sienta que puede cubrir sus gastos, el ciclo hiperinflacionario es tan agresivo que puede cambiar en cuestión de meses y lleva a liquidar activos para pagar comida y medicinas.

Por el comportamiento de la inflación ¿en cuánto se ha deteriorado el poder de compra del salario?

—En mayo la inflación fue 145 % y la pérdida de poder adquisitivo 60 %. Es muy agresivo el proceso hiperinflacionario. En la hiperinflación ha habido dos grupos de países. El primero abarcó a las naciones latinoamericanas, donde la hiperinflación no fue tan larga, porque a los primeros meses de explotar hubo planes de estabilización, que primero fracasaron, pero luego hubo segundas etapas de los planes. El segundo grupo ha sido el de las naciones europeas y Zimbabwe, y el proceso en Venezuela es similar a este último.

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¿Venezuela puede tener hiperinflación por años?

Hay conexión entre la hiperinflación y la política. Los ciclos hiperinflacionarios en los países con separación de poderes y cierta institucionalidad fueron más cortos, y hasta hubo cambios de gobierno, pues las instituciones actúan para sacar un gobierno muy malo y después viene otro con legitimidad que acomete los cambios. Pero hay otros países con regímenes totalitarios y debilidad institucional, donde las hiperinflaciones han sido más largas y al no haber instituciones el autócrata permanece en el poder. El ciclo hiperinflacionario muta hacia purgas internas del poder por otro actor que asuma cierto pragmatismo.

La hiperinflación no necesariamente sacará a Maduro, podría haber cambios en la coalición interna. Y pareciera que en lo que queda de 2018 eso no se ve posible. En el corto plazo a Maduro le queda margen de maniobra, este año puede tener ingresos por 23 millardos de dólares, 60 % de las reservas internacionales están en oro que puede liquidar, mantiene algo de producción petrolera, que aunque viene cayendo, genera algo de flujo.

Los precios son sensibles a la tasa paralela

90 % de las importaciones privadas se han financiado a través del mercado paralelo porque el Dicom es insuficiente, ¿la política oficial lleva a los privados a recurrir al mercado paralelo?

—Totalmente. El Gobierno decidió que el sector privado estuviera por su cuenta. Hay una visión darwiniana de la política cambiaria: que sobreviva el más apto. Y el sector privado está dando la batalla. En el primer trimestre de 2017 la mitad de las importaciones privadas fueron a tasa paralela, en igual lapso de 2018 fue 90 %. Por ello, en hiperinflación es difícil determinar si impacta primero el efecto cambiario o los precios.

El tipo de cambio está subiendo y afecta los costos de reposición y los precios, el agente económico busca protegerse en dólares e incide en la demanda de divisas, por lo que sube el precio de la divisa y aumentan los precios de los productos. Es un círculo del cual no puedes salir si no tienes medidas y un equipo económico de alta credibilidad. Hoy día los precios son más sensibles a tasa paralela. Cada vez más sectores usan como referencia el dólar paralelo.

Por los altos precios ¿quién recibe divisas ahora tiene que cambiar más dólares para comprar aquí?

Sí, necesitas cambiar más dólares para comprar los bienes. En 2017 un dólar rindió cerca de 2,7 veces, es decir, comprabas 2,7 veces más aquí que en Colombia. En 2018 un dólar rinde 1,4 veces, se redujo a la mitad. Necesitas el doble de divisas para comprar lo mismo que hace un año. Si antes tenías que cambiar 50 dólares, en estos momentos son 100.

¿Cuánto tiempo puede aguantar una empresa seguir operando con el mercado paralelo?

—Depende de varios factores. La hiperinflación destruye a los ciudadanos y a las empresas. Habrá algunas empresas que no aguantarán, otras sí. Las que tienen más capacidad de aguante son aquellas que tienen una alta rotación de inventarios y capacidad de vender productos con rentabilidad. Sobrevive la empresa que tiene la capacidad de calcular el costo de reposición. La hiperinflación tiene varias etapas. Una de ellas es que se populariza el trueque pues la gente intercambia, y otra es el colapso de la actividad comercial, y ello ya está pasando: hay tiendas vacías y comercios cerrados.

¿Cómo hace una industria para retener el personal?  

—La política salarial tiene que ser muy heterodoxa. Ello implica determinar las necesidades por grupos de trabajadores, detectar patrones comunes. No es lo mismo trabajadores con hijos o solteros, por ejemplo. Tienen que trabajar con referenciales: canasta de consumo, pagar parte del salario en dólares y otra en bolívares, o indexar el sueldo al tipo de cambio. Hay empresas que hasta ahora de forma positiva han podido detener la fuga de talento, lo que ha llevado a un cambio en la cultura gerencial. También las empresas deben tomar en cuenta el salario emocional como días libres, flexibilidad para estudiar, pagos de beneficios como seguros o colegios. Eso en algunos segmentos se valora.

¿La insistencia del Gobierno con las remesas responde a la necesidad de controlar y tener más divisas?

—Hay dos fuerzas: una práctica y otra ideológica. El mercado de remesas ha venido creciendo. En 2010, 15 % de las operaciones en el mercado paralelo eran de menudeo y en 2017 fue más de 40 %. Las remesas pueden estar en 1,2 millardos o 1,5 millardos de dólares. Por ello, tras las remesas están no solo el Gobierno sino también algunos privados. La parte ideológica es que el Ejecutivo no quiere reconocer el dólar paralelo, y fija un tipo de cambio para las remesas como el anunciado en la semana. Pero si el Gobierno no reconoce el mercado negro y no tiene estrategia para atacarlo, no tendrá éxito. No tiene sentido para alguien que esté fuera tener que mandar más dinero, cuando lo poco que manda le rinde utilizando el paralelo. Además están las fiscalizaciones y los controles.

El colapso de Pdvsa 

Recientemente, Maduro ordenó aumentar la producción de crudo en un millón de barriles, a la par que señalaba que se debía avanzar en el socialismo petrolero, bajo esos términos ¿cómo se recupera la producción?

—Cuando el Gobierno enfrenta limitaciones de flujo de caja, default y sanciones que le impiden tener financiamientos, en unos meses no puede subir la producción en un millón de barriles. El escenario es que logre mantenerla, que pare la caída, pero estimamos que la producción bajará entre 40.000 y 50.000 barriles por mes y en 2018 cierre en un millón de barriles (hoy día está en 1,5 millones de barriles diarios según la información oficial).

Hay un colapso de la industria petrolera. Afronta problemas de refinación y con los mejoradores de crudo, el default de deuda le afecta negativamente, tiene una relación hostil con las empresas mixtas y fuga de talento. Adicionalmente, el entorno macroeconómico no ayuda porque le impactan los precios, el subsidio de la gasolina y el uso del Dicom.

Cuando no se soluciona la crisis de transporte y la crisis eléctrica, de una manera se puede interpretar que es una vía para ahorrar, porque son menos barriles que se destinan al mercado interno…

—No sé si son tan locos para que lo piensen así, pero en la práctica la recesión ha hecho que el consumo interno —que en el boom llegó a ser de 600.000 barriles diarios— esté entre 300.000 y 350.000 barriles diarios, lo que disminuye el costo del subsidio y da algo de flujo de caja.

El Gobierno tiene un fuerte retraso en los pagos de deuda, pese a que ha hecho cancelaciones selectivas, ¿habrá demandas?

—En Nueva York, los tenedores de bonos se están organizando. En sus decisiones han incidido tres aspectos. Los tenedores con el diálogo en República Dominicana dieron un compás de espera, lo que luego se descartó. El Gobierno dijo que no podía pagar y el mercado vio que a unos les canceló y a otros no y esa priorización de los pagos ha generado molestias. Después vieron como ConocoPhillips (petrolera a la cual la estatal le debe 2 millardos de dólares) en cuestión de días afectó la operatividad de Pdvsa, por ello, habrá más tensión. El Gobierno no habla con el mercado.

¿Cómo queda la relación con China cuando el período de gracia no se extendió?

—China no renovó el período de gracia, y ahora Pdvsa tiene que mandar más barriles. Si hubiese ampliado el período, el Gobierno tendría 3,2 millardos de dólares adicionales. A pesar del discurso político de apoyo al Gobierno, en la práctica no se ha materializado con más recursos.

Ante la hiperinflación, caída de la producción, deterioro de la industria petrolera y colapso de los servicios ¿cómo se ve el segundo semestre de 2018?

—Somos muy negativos. Habrá una aceleración del ciclo hiperinflacionario. La inflación pasó el umbral del 100 % por mes, cuidado si no se pasa a 150 % por mes o 200 % por mes. Y ello generará más empobrecimiento, deterioro social e impacto en la actividad comercial.

El asilamiento externo se profundizará, pues las sanciones pueden aumentar porque la dinámica política no se ha destrancado. Se agudizará el colapso de los servicios: paralización de transporte, problemas de agua, fallas abastecimiento de combustible y problemas con los medios de pago dado que las plataformas bancarias están colapsadas porque los niveles de transacciones son altos.

A ellos se sumará una reducción de las importaciones que afectará en el abastecimiento y en el mercado paralelo. Es un cuadro muy negativo que tiene implicaciones políticas difíciles de medir e impacto en los ciudadanos, por lo que aumentará la diáspora. Un cuadro de tensión interna que puede terminar en crisis institucional, y quiebre muy desordenado.

Fotos: Carlos Crespo


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